"Tiene toda la razón, presidente. El hecho de que una mayoría le aplauda no significa que sea buen gobernante." |
Columna Observador Político. Publicada en EL DIARIO DE HOY, lunes 10 mayo 2021
I. “Los amigos se pueden equivocar. Y muchos amigos se pueden equivocar también. El hecho que 5 personas piensen lo mismo no significa que tengan la razón. En Alemania, decenas de millones de personas pensaban que estaba bien quemar a judíos en un horno. Es decir, mucha gente puede estar equivocada.” Bukele en su cadena nacional, 5 mayo 2021
La respuesta más obvia a este comentario, que Nayib Bukele dio a los embajadores convocados a Casa Presidencial, es la siguiente: Tiene toda la razón, presidente. El hecho de que una mayoría le aplauda no significa que sea buen gobernante.
Si Nayib Bukele tratara de conocer la historia para aprender de ella, no estaría cometiendo un error tan patético. Convocó a los embajadores para parar la ola de críticas que le están lloviendo de la comunidad internacional, de gobiernos, parlamentos, magistrados y columnistas de todo el mundo, y trata de contrarrestar las críticas con dos argumentos, que se anulan mutuamente: por una parte, dice que el apoyo popular mayoritario, manifestado en dos elecciones, lo faculta a erradicar la independencia judicial. Y por otra parte dice, ante la crítica unánime de gobiernos amigos, que el hecho de que estén coincidiendo no significa que tengan razón. Y cita como prueba la equivocación de millones de alemanes que respaldaron a Adolf Hitler y su política de exterminio de los judíos.
¿Cómo puedo pensar que este ejemplo da fuerza a su alegato de que su apoyo popular le faculta a violar la Constitución?
Si Bukele entendiera la historia, sabría que todos los dictadores que han cometido crímenes contra su propio pueblo y la humanidad lo han hecho desde un poder cimentado por masivo apoyo popular: Hitler, Stalin, Mussolini, Mao, Franco, Castro, Chávez. Todos han usado su poder y su apoyo popular para reprimir a la minoría opositora y para construir una institucionalidad estatal a la medida de su ansiedad de poder total.
La lección histórica que hay que aprender de todos estos ejemplos es contraria a la que Bukele saca para justificar el rompimiento del orden constitucional: El apoyo popular NO faculta al gobernante a cometer ilegalidades, sino que lo obliga a ejercer el poder que el pueblo le ha entregado con extrema responsabilidad, con respeto a las minorías, a la oposición política y sus derechos.
El juicio de la historia es unánime: Un dictador como Hitler es culpable de haber manipulado y al mismo tiempo defraudado el gran apoyo popular que le llevó al poder. Y los millones de ciudadanos y los cientos de miles de funcionarios, soldados, jueces, fiscales y policías que lo apoyaron, incluso cuando ya supieron de sus crímenes, se hicieron igualmente responsables.
II. “Por cierto, el escritor de este artículo fue ministro en la Junta Cívico Militar que dio el GOLPE DE ESTADO de 1979 en El Salvador. Obviamente ahí sí, la acción NO ERA CONSTITUCIONAL, pero se hizo y se aceptó. Triste cómo en el ocaso de su vida terminó vendido al gran capital”. Tuit de Bukele, 8 mayo 2021, hablando del Dr. Rubén Zamora.
Ni siquiera la historia reciente de su propio país ha entendido este gobernante, quien anunció con trompetas y tambores que su misión es “cambiar la historia del país”.
No sabe distinguir entre un golpe de Estado contra un régimen militar, que con su represión masiva estaba empujando al país hacía una guerra civil, y un golpe contra la Constitución y la independencia de los órganos de justicia, perpetrado desde la Presidencia, con el apoyo de las cúpulas de la Fuerza Armada y la Policía.
Uno puede (y debe) criticar los resultados pobres de la Junta, que se instaló con el golpe del 15 de octubre 1979, y muchos historiadores lo han hecho. Pero no cuestionan la legitimidad de golpe, hasta monseñor Romero dio respaldo moral a la Junta que resultó de la sublevación de los militares jóvenes. La Junta fracasó porque no estaba dispuesta a enfrentar con éxito a los militares que continuaron con la represión, porque no desmanteló las estructuras de mando y ejecución de la represión y porque no logró ganarse el apoyo del movimiento popular con un plan convincente de reformas. Rubén Zamora, a quien ataca Bukele en su tuit, es de los pocos que sacaron las conclusiones correctas y renunciaron a un gobierno que apostaba a una solución militar a los conflictos sociales.
Bukele se equivoca: personas como Rubén Zamora, Héctor Dada, Salvador Samayoa, los padres jesuitas de la UCA y el cardenal Rosa Chávez se han ganado por sus actuaciones éticas en los convulsivos años de los 70 y 80 el derecho de ahora de levantar la voz para criticar el intento de retroceder en el proceso democrático del país. Y el hecho de que lo estén haciendo a la par de personas de diferente trayectoria ideológica les da más legitimidad y fuerza. Pero esto sólo lo entenderá quien hace el esfuerzo de entender la historia.