Cuando Nayib Bukele ya había cumplido 2 meses como alcalde capitalino, yo escribí en mi columna ‘Un acto publicitario por día’ lo siguiente:
“La ‘nueva idea’ cuestionable es organizar toda la inversión social, comunitaria, cultural, deportiva de la alcaldía con criterios y prioridades publicitarias. ‘Una obra por día’ es una mala idea. Poner los recursos en función de poder cada día inaugurar una obra, durante los tres años que durará esta administración municipal, no corresponde a la necesidad de planificar, ejecutar y calendarizar las inversiones de la manera más eficiente; corresponde a una lógica publicitaria. Si el criterio rector no es el impacto real en la población, sino más bien el impacto mediático, la administración pública pierde eficiencia y legitimidad.”
“Suena bien: ‘No soy ministro de escritorio, sino de territorio’. Hemos visto diariamente las fotos y los videos de ustedes caminando por cantones, siempre rodeados de otros ministros, guardaespaldas y fotógrafos, anunciando a los pobladores sorprendidos la pronta construcción de calles, puentes, bibliotecas y escuelas. Está bien. Ya todo el mundo entendió el mensaje: Este gobierno es diferente al saliente de Sánchez Cerén, es activismo sin parar; ustedes tienen caravanas del “Buen Vivir“ y “Gobernando con la Gente” todos los días, mientras el FMLN las armó solamente los sábados.”
Si tuviera que tratar el mismo tema hoy, luego de 14 meses del gobierno Bukele, luego de 5 meses de epidemia y cierre de nuestra economía, tendría que decir: Nada ha cambiado. Por eso arriba cité mis palabras de julio 2015 y agosto 2019...
La permanente emergencia nacional provocada por el virus (las lluvias, las langostas, el incendiode Record...), lejos de hacer que el gobierno al fin se ponga en serio, defina prioridades y establezca maneras contundentes de responder a las crisis, provocó más improvisación, más activismo descoordinado, más acciones mediáticas.
Vean como los ministros, rodeados por sus equipos oficiales de fotógrafos, camerágrafos, productores publicitarios andan arriba y abajo, poniéndose en escena para los spots del gobierno; cargando bultos; ‘rescatando’ viejitas. Vean al ministro de Defensa actuando ante las cámaras el papel del incansable soldado patrullando de noche, fusil listo para disparar...
Vean a varios ministros reuniéndose con los jefes de la Fuerza Armada en escenas de desastres, incendios, deslaves, haciendo como si estuvieran dirigiendo los labores de rescate. Los policías, soldados, bomberos y rescatistas no necesitan que ministros, comisionados o que un contralamirante les digan cómo hacer su trabajo. Tampoco necesitan que la mitad del gabinete de gobierno haga filas para cargar bultos. Sobre todo no necesitan que para facilitar el trabajo de los publicistas tengan que interrumpir su trabajo.
El podio presidencial en el sitio del deslave en Santo Tomás |
Está bien que los ministros o incluso el presidente no se queden encerrados en sus oficinas y salgan a ver lo que estápasando en el mundo real. Pero la tarea de los ministros no es cargar bultos y repartir bolsas de alimentos a los ciudadanos. La tarea de los ministros en tiempo de crisis es asegurar que el gobierno tenga planes contundentes para preservar la salud de los ciudadanos, para reactivar la economía.
La tarea del gabinete de gobierno es definir prioridades para el gasto del Estado, no dejarse llevar por la prioridad de la publicidad gubernamental que prevalece en este gobierno igual que en los tiempos de ‘Una obra al día’ de sus tiempos en la alcaldía. Observen bien a sus gobernantes y saquen sus conclusiones.
Saludos,