Publicado en MAS! y EL DIARIO DE HOY, martes 25 agosto 2020
Hace poco, Genaro Ramírez les dio cátedra, diciendo en la entrevista con El Diario de Hoy: “Si nosotros no salimos, el resto de la empresa privada no va a poder funcionar completamente, como se debería”. Se refirió a los buses del transporte público. Y tomen en cuenta que Genaro está sosteniendo esta tesis no desde hoy que al fin se reactiva el transporte público. Él y otros lo hemos sostenido durante meses.
Dudo que Genaro, el elocuente vocero de los buseros, haya tenido que sacar esta conclusión de la reciente columna que Manuel Hinds publicó la semana pasada bajo el ingenioso título “La economía no es un salami”. Habla desde la experiencia y desde el sentido común, cosas que a ustedes les hace falta.
Manuel Hinds, en la citada columna, lo puso así: “Abrir una economía por pedazos puede ser mucho más desordenado que abrirla toda de una vez, y puede causar mucho más problemas económicos y de salud”. Y el gremio de Genaro es un ejemplo válido para esta tesis. Al tener paralizado el sistema de transporte público por meses, no solo se complicó el trabajo de los sectores de producción, comercio y servicio público que continuó sus labores, sino también se complicó el combate al contagio masivo. Aunque el gobierno siempre dijo que viajar en los buses era de alto riesgo de contagio, la alternativa fue peor: el transporte informal en pickups, con alto grado de hacinamiento y sin las más mínimas medidas de bioseguridad.
Continúa explicando Manuel Hinds: “(Así como en nuestro cuerpo) el funcionamiento de unos órganos depende del funcionamiento de otros. Igual pasa en todos los sistemas extremadamente complejos, como es la economía”.
La conclusión es la misma que expresó Genero: Sin el engranaje de todos los servicios (privados y estatales), producciones y comercios, la apertura no desarrolla la dinámica necesaria para echar andar la economía. Lo que es cierto para los buses, igual lo es para el aeropuerto. Sin vuelos de pasajeros, no habrá turismo y los hoteles y la gastronomía, aunque ya abren, van a operar con pérdidas. Sin un pronto regreso a las aulas de los niños, muchas mujeres no podrán regresar a sus trabajos, o el sistema de clases online, que de todos modos no estaba funcionando bien para los alumnos que más lo necesitan, va a terminar colapsando, porque no funciona sin presencia y participación de los padres.
En este sentido, es positivo que al fin la apertura económica no se haga en fases, sino de un solo. La sociedad salvadoreña, tanto los ciudadanos como las empresas, han aprendido en estos meses a vivir con la epidemia. Solo falta que el gobierno no estorbe. Tiene que ejercer su responsabilidad de regular y supervisar las medidas sanitarias necesarias, y tiene todos los elementos legales para hacerlo. No necesita ni estado de excepción ni declaración de emergencia.
Lo mejor que puede hacer el gobierno es ponerse a la altura del proceso de apertura que el país ya está poniendo en marcha, y reactivar también, a la brevedad posible, los servicios estatales: tráfico aéreo, fronteras terrestres, universidades, escuelas. Cada uno con sus medidas sanitarias bien planificadas. Hay muy pocas actividades que con buena prevención no se pueda abrir, como por ejemplo salas de cine, conciertos, discotecas.
No hay razón para postergar la apertura integral, porque los riesgos que implica la apertura no serán diferentes en septiembre, octubre, noviembre o diciembre que ahora.
Pónganse a trabajar. Saludos,