Publicado en MAS! y EL DIARIO DE HOY, 5 marzo 2020
Las ilegalidades cometidas por el presidente de la República en su manera de ordenar ciertas medidas a sus funcionarios, comenzaron en los primeros días de su gobierno, cuando ordenó por Twitter a sus ministros despidos que violentaban la ley, hasta llegar el lunes pasado a esta orden al Director de Centros Penales: “Director @OsirisLunaMeza, decrete emergencia máxima en todos los centros penales, todos a encierro total, ni un rayo de sol para nadie, 0 visitas, 0 patio, 0 tiendas, todos en sus celdas, 24/7, hasta nueva orden”.
Ya queda establecido que esta orden presidencial carece de toda la legalidad. No tiene derecho de decretar estas medidas. Hay instancias y criterios que establece la ley. Lo que Osiris Luna, quien también es viceministro de Justicia, debiera haber contestado al presidente es: "No puedo cumplir esta orden, porque caería en una ilegalidad y un posible delito. Voy a instruir a los directores de cada centro penal y a los respectivos jueces de Vigilancia Penitenciaria que examinen si en el penal bajo su control existen las razones que la ley da para decretar estado de emergencia. También le informo, presidente, que la figura legal de un estado de emergencia, a nivel de todo del sistema penitenciario, no existe…”.
En vez de esto, Osiris Luna contestó: “Cumpliré la orden de inmediato, presidente”.
La ilegalidad de todo esto está muy bien argumentada en una columna especial que publicó en El Diario de Hoy el penalista Arnau Baulenas, del Instituto de Derechos Humanos de la UCA. También tomó esta misma posición el Procurador para la Defensa de los Derechos Humanos, Apolonio Tobar. Sin duda, Bukele actuó fuera del margen legal. Uno se hace la pregunta: a estas alturas, el presidente ya sabe que esta manera de dar órdenes encima de las competencias de otras instituciones es ilegal, ¿por qué lo sigue haciendo?
Primero, porque puede. Puede, porque hasta ahora no hay nadie que lo pare. Segundo, porque es parte de su ADN. Como el escorpión que prometió a la rana que no la iba a picar si lo pasaba el río. A la mitad del río, el escorpión le dio su mortal picada. La rana le pregunta: “¿Por qué hiciste esto? Ahora moriremos los dos”. Él respondió: “Está en mi naturaleza…”.
O sea, para el presidente Bukele no es un asunto de legalidad, tampoco de conveniencia política mantener las reglas básicas de la institucionalidad. Por lo contrario: su propósito es mostrar que con suficiente apoyo popular se puede romper estas reglas. No es un accidente que se pasa encima de la Ley Penitenciaria, encima del control judicial del sistema penitenciario, encima de las competencias de la PDDH. Es diseño estratégico. Está en su naturaleza de gobernador autoritario con fuertes tendencias fascistas.
Por esto, en vez de pensar sobre cómo lo convencemos al presidente de que esta manera de gobernar al margen de la ley al fin va a hundirnos a todos, mejor pensemos cómo la sociedad, las instituciones, los medios, podemos dejar de permitirle estos experimentos autoritarios.
Saludos,
La columna de Arnau Baulenas:
Una orden de dudosa legalidad
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