Mario Vega, pastor general de la Iglesia ELIM |
Publicado en EL DIARIO DE HOY, 14 septiembre 2019
El pasado 1 de septiembre, el periódico digital argentino Infobae dio a conocer una investigación en la que indaga sobre las razones detrás de la reducción de los homicidios en nuestro país. La investigación incluye una entrevista a un líder de pandilla en la que manifiesta que el “calmarse” es una decisión unilateral que tomaron a partir del inicio de la nueva administración ejecutiva. El 2 de septiembre el periódico español ABC Internacional publicó otro reportaje en el que reafirmó la resolución conciliadora que las pandillas mantienen a pesar de las presiones recibidas. Esa información hace más sentido como explicación a la reducción de los homicidios que el aceptar acríticamente que las cosas han cambiado tan radicalmente como resultado de hacer exactamente lo mismo que se ha hecho en los últimos veinte años. Sobre todo, porque existe un antecedente que es el proceso de pacificación de los años 2012 y 2013, cuando el descenso de homicidios fue similar al que ahora vivimos.
La situación muestra, en primer lugar, que existe una voluntad de parte de las dirigencias de las pandillas de buscar un cambio en las condiciones de seguridad nacional y, segundo, que poseen la estructura y coordinación como para sostener por tiempos prolongados un estado de relativa tranquilidad. Hasta ahora, según las investigaciones mencionadas, no hay ninguna solicitud a cambio. Pero, es obvio que la situación no podrá sostenerse a menos que se actúe en correspondencia con el gesto que vienen enviando. De acuerdo con lo que han expresado en otras ocasiones a medios de prensa, no esperan otra cosa más que oportunidades de inserción y superación para sus comunidades. Es decir, desmontar las causas de la violencia.
Ante este nuevo estado de cosas que a todos nos consta, la pregunta esencial es si estamos preparados como sociedad para caminar por la senda de la resolución pacífica del conflicto. Condición indispensable para ello es el desenfado electoral del tema. Mientras se continúe utilizando para elogiar o condenar a los responsables de la seguridad, presentes y pasados, difícilmente se alcanzará la serenidad que se necesita para una reflexión muy seria que implica vidas sagradas y únicas. No se trata de ser blandos con el delito y tampoco de exonerar a culpables de homicidios y abusos. Los culpables deben enfrentar las consecuencias de sus decisiones. De lo que se trata es de poner fin al ciclo vengativo que nos ha llevado a matarnos unos a otros. Se trata de evitar otros 23,000 asesinados para el presente quinquenio.
Si las medidas de fuerza ya se probaron abusivamente por dos décadas con los resultados que conocemos ¿no es tiempo ya de dar pasos audaces e innovadores? De manera directa o indirecta ya casi no quedamos salvadoreños que no hayamos sido alcanzados por la muerte de alguien muy querido. Pero si somos capaces de sobreponernos a la venganza y buscar salidas alternas, podremos escapar de la esclavitud de pagar crueldad con crueldad, inhumanidad con inhumanidad. De ese afán nadie saldrá ganador. Todos terminaremos perdiendo y siendo iguales a lo que más aborrecemos. Si Dios quiere vivir en el hombre y ser amado y servido en el hermano, sobre todo, en el hermano pobre, es ya tiempo que honremos nuestro cristianismo y actuemos en consecuencia.
Pastor General de la Misión Cristiana Elim