miércoles, 24 de julio de 2019

La Doctrina Trump: una mirada al futuro. De Andrés Betancourt

Publicado en EL DIARIO DE HOY, 24 julio 2019


A lo largo de la historia los presidentes estadounidenses han sido reconocidos por sus diversos y creativos enfoques en cuanto a política exterior. El presidente Truman habló de “contener” a la Unión Soviética; Eisenhower, sobre una “nueva mirada”; Kennedy, de una “respuesta flexible”, y Reagan, de la “paz a través de la fuerza”. Con el fin de la Guerra Fría las doctrinas de política exterior estadounidense han perdido sus icónicos calificativos, como los antes mencionados. No obstante, cada líder demuestra patrones únicos y característicos de sus opiniones e intenciones. El presidente Trump no es la excepción y en su arsenal geopolítico incluye un elemento poco ortodoxo y, hasta ahora, poco controversial: el libre comercio.
Durante la campaña, el presidente Trump fue crítico de las políticas comerciales chinas. Se mostró descontento con el déficit comercial de EE. UU. Acusó al país asiático de prácticas poco transparentes y anticompetitivas y le atribuyó el declive de la industria manufacturera estadounidense. La guerra comercial con China fue un paso lógico y esperado. Mas detrás de este conflicto de características económicas existe un elemento de agresividad geopolítica. China, la segunda potencia mundial detrás de EE. UU., representa una amenaza en términos económicos, políticos y militares. Su crecimiento y expansión global sin precedentes, con orígenes en sus reformas de mercado, solo ha sido posible a través de la integración de la economía global y el libre comercio. Para seguir creciendo, China necesita del comercio y es ahí donde entra la doctrina Trump.
La doctrina Trump es disruptiva en el sentido de que identifica áreas de vulnerabilidad y dependencia. Como resultado de la guerra comercial, por ejemplo, China reportó el nivel de crecimiento más bajo en 27 años. De continuarse este patrón, la administración del presidente Trump adquiere ventaja en cualquier escenario de negociación, ya sea económico, político y/o militar. Como buen hombre de negocios, Donald Trump comprende que la supremacía de toda nación nace de una economía en buen estado.
La estrategia anticomercial no es solo aplicable para China. El mes pasado, el presidente Trump anunció que impondría aranceles del 5% a todos los bienes mexicanos ingresando a EE. UU. Una delegación mexicana viajó de inmediato a Washington DC para negociar. El resultado: mayor presencia militar en la frontera sur de México con el objetivo de contener el flujo de migrantes centroamericanos. En cuestión de días, el presidente Trump logró su objetivo sin mayor complicación alguna.
Con la elección presidencial del 2020 en el horizonte, y con sus promesas de campaña en el escrutinio público, el presidente Trump necesita mostrar resultados en el ámbito migratorio. Los cambios restrictivos en el proceso de asilos políticos y el posible acuerdo con Guatemala que convertiría a la vecina nación en un “tercer país seguro”, son solo el comienzo. El Salvador, siendo una de las naciones con más migrantes indocumentados en EE. UU., podría ser el próximo objetivo de la doctrina Trump.
La extensa relación comercial y política entre ambos países no será inmune a dicha doctrina. A diferencia del caso de México y China, El Salvador depende más de EE. UU. en materia comercial de lo que EE. UU. depende de El Salvador. Estados Unidos es el socio comercial mas importante de El Salvador, una relación estimulada por el Tratado de Libre Comercio (TLC) existente. EE. UU. goza, incluso, de un superávit comercial con El Salvador, algo que no ocurre con la nación norteamericana y sus socios comerciales mas importantes. Por ende, en cuanto a la balanza comercial, Estados Unidos posee una ventaja significativa en cualquier negociación que se lleve a cabo en el futuro.
El Gobierno de El Salvador debe estar preparado y jugar sus cartas de manera inteligente, con argumentos claros y directos. A pesar de no tener mucho de dónde elegir, debe enfatizar la relación histórica entre ambos países. Asimismo, debe dejar muy claro que, de alejarse EE.UU. del TLC, El Salvador se verá obligado ha buscar alianzas y tratados con otras potencias mundiales antagónicas a las intenciones estadounidenses