Muy estimada amiga:
“Todos queremos lo mejor para
este pueblo. Eso es lo que necesita el país: un sentido de unidad, un sentido
de inclusión, un respeto por nuestras instituciones, nuestro modo de vida, el
estado de derecho y el respeto mutuo”. Estas fueron las palabras que
citaste del expresidente de los Estados Unidos de América, Barack Obama,
después de la elección de Donald Trump en 2016. Fue un llamado bien
intencionado que honra al expresidente Obama, pero lastimosamente no fue
realista.
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Porque resulta que Trump no quiere lo
mejor para su pueblo, sino que busca promover las causas de la xenofobia, el
racismo – y que su lema ‘Make America Great Again’ se traduce a ‘Make White
America Great Again’. Resulta que Trump no promueve ‘un sentido de unidad e
inclusión’, sino la división y exclusión. Resulta que Trump no entiende lo que significan la palabra
respeto…
Hoy, en el tercer año de la presidencia
de Trump, Obama ya no diría lo mismo. Tuvo que reconocer que ante un gobierno
de este tipo resulta ilusorio apelar a la unidad, al respeto a las
instituciones y a cualquier tipo de respeto. Lo que hay que hacer es fortalecer
la institucionalidad y los contrapesos, incluyendo la oposición, para evitar
que pueda avanzar su agenda antidemocrática – y para asegurar que en las
próximas elecciones se produzca un cambio.
Entonces, la noble frase de Obama sobre
‘el sentido de unidad’ no nos sirve de punto de partida para una reflexión
sobre la situación actual de nuestro país – y sobre cómo relacionarse con el
gobierno de Bukele los que no somos parte de su proyecto de poder. Vale la pena
estudiar Estados Unidos y Trump, pero para aprender cómo hacer oposición y
contención a un presidente que ha logrado movilizar una porción tal vez no
mayoritaria, pero sí grande y sólida de la población alrededor de consignas
simplistas, populistas y divisionistas.
¿Cómo atreverse a ejercer crítica,
oposición y contención a un gobierno que tiene ventaja de popularidad, porque
no tiene ningún asco a lo simple, lo falso y lo demagógico – mientras que la
oposición no sabe cómo comunicar verdades más complejas y mensajes contra la
corriente?
¿Cómo lograr esto cuando todos los
instrumentos necesarios para hacerlo se encuentran en crisis de identidad y
liderazgo: los partidos políticos, la academia, los organizaciones de la
sociedad civil, el parlamento, los medios de comunicación? Todos. Y cuando
muchos de estos instrumentos de contrapeso son tan fáciles de extorsionar por
la presión popular que el recién electo presidente sabe movilizar contra
cualquier intento de someter su poder a reglas institucionales y legales.
Sólo cuando estos instrumentos se hayan
logrado liberar de su actual parálisis y recuperen su capacidad de jugar su
papel en el sistema de pesos y contrapesos, puede convertirse en oposición
propositiva y constructiva. Para ser oposición constructiva, primero hay que
establecerse como oposición. Esto es válido para partidos como para
intelectuales o líderes de la sociedad civil. Si no, veremos más del espectáculo
embarazoso
que ya comienza a presentarse diariamente: que cada uno por separado y debajo
de la mesa, desde su debilidad y su miedo de perder importancia, busca arreglarse
con el nuevo poder.
Concertación
digna sólo será posible desde posiciones de fuerza y unidad. Es
imposible
imaginarse una unidad nacional sin antes haber llegado a una claridad de
criterios, prioridades y propósitos, tanto en el campo gubernamental
como en el
campo opositor. Sólo entonces se podrá concertar a favor del país. Sin
dar este paso, sin transparencia sobre los propósitos de los
diferentes actores (gubernamentales, opositores, ciudadanas y gremiales)
no
puede haber concertación, solo pactos oscuros y sumisiones.
Entiendo
tu interés manifiesto de que el país avance. Está bien decir: ‘Unamos esfuerzos
por el país’ – pero antes de unir esfuerzos hay que tener fuerza. No es un gobierno
ni un presidente que nos van a unir. Vamos a unirnos para tener la fuerza de
concertar con el gobierno por el bien del país. Y para ejercer oposición donde
no hay intento de imposición y chantaje.
Saludos,
(MAS! y EL DIARIO DE HOY)