Olvídense de la CICIES. No necesitamos
una comisión internacional que ataque la corrupción por el lado de la
investigación y persecución penal. Ya se ha mostrado que esta parte de
la lucha contra la corrupción funciona en manos de nuestras
instituciones, y con mejores presupuestos y asistencia técnica
internacional lo harán aún mejor.
Pero hay otra parte de la lucha contra
la corrupción que está en pañales: la consecuente e integral reforma
del Estado que erradique la incapacidad e ineficiencia en la
administración pública y la deficiencia de los servicio a la
ciudadanía. Por que es errónea la idea de que la corrupción comienza
donde un funcionario robe al Estado o acepte sobornos. Esta es la parte
de la corrupción que es más fácil erradicar, y de hecho El Salvador y
otros países latinoamericanos lo están haciendo con bastante éxito. La
parte de la corrupción mucho más difícil es la que comienza con la
contratación de un funcionario no capacitado para su cargo, y que
continúa con estructuras burocráticas que en vez de solucionar
problemas los complican.
La “corrupción delictiva”, para llamarla de algún modo que
la distingue de la “corrupción sistémica” que tiene que ver con la forma
ineficiente como se organiza el Estado, es más fácil de detectar y
erradicar porque el Estado tiene instrumentos para hacerlo: instrumentos
institucionales de investigación y de persecución, como la PNC, la
Fiscalía, Corte de Cuentas, tribunales, la Sección de Probidad. Algunas
trabajan bien, otras todavía no, pero será fácil mejorarlas con recursos
adecuados y asistencia internacional, sin necesidad de una Comisión
Internacional que entra en conflicto con el orden constitucional del
país.
Además, la lucha contra la parte delictiva de la corrupción (los
presidentes que usan partidas secretas para robar millones; ministros y
alcaldes que se dejan sobornar) tiene la gran ventaja de tener la
opinión pública no sólo de su lado, sino presionando a las
instituciones, pidiendo resultados.
¿Pero quién denuncia, quién investiga, quién erradica la corrupción
que no se deja definir como delitos perseguibles sino que requiere
transformaciones estructurales en el Estado? Nadie. Leemos en los
periódicos de un presidente y otros funcionarios presos por corrupción,
de otro presidente prófugo por corrupción, de alcaldes procesados por
corrupción, pero nunca leemos de investigaciones que nos explican que
cientos de millones de dólares se pierden por ineficiencia.
Lastimosamente no es cierto aquella consigna del presidente electo que
dice que “el dinero alcanza cuando nadie roba”. Es una visión muy corta
de la corrupción y de las reformas que necesita el Estado para erradicar
la ineficiencia sistémica. Al final del día lo que perdemos por la
corrupción/robo es nada en comparación con la corrupción/ineficiencia…
La crisis permanente de los hospitales públicos y de los medicamentos
no se explica ni por el montón de dinero que robaron los presidentes ni
tampoco por lo poquito que pueden estar robando directores o
administradores del área salud. Se explican por fallas en el aparato
gubernamental que impiden que los recursos existentes sean bien
aprovechados y se reflejen en beneficios de los usuarios.
Lo mismo en el sistema escolar, en la manera como se administran la
PNC, el agua, la política energética. Podemos armar el mejor sistema de
investigación policial, la mejor fiscalía, el mejor sistema judicial, la
mejor CICIG y posiblemente agarrar y meter presos a todos los ladrones
metidos en salud, Educación y Seguridad, en ANDA y CEL, y con esto se
aun no van a mejorar los servicios públicos que dan estas instituciones,
porque siguen sin tocar las fallas sistémicas de esta administraciones
públicas que evitan que trabajen con eficiencia.
Y para esta tarea no tenemos instrumentos. Así que, si queremos
institucionalizar la disposición internacional de ayudarnos en la lucha
contra la corrupción, no pensemos en una CICIG que duplique el trabajo
de la Fiscalía General. Pensemos en una comisión que nos ayude a
reformar el Estado y a hacer más eficiente el servicio público y las
instituciones que brindan servicios a la ciudadanía. Para esto se
necesitan leyes adecuadas, como por ejemplo la permanentemente
engavetada Ley de Servicio Público; se necesita reforma profunda de la
burocracia; tecnología adecuada para hacer el aparato estatal a la vez
más eficiente y más transparente; sistema de evaluación de funcionarios y
de incentivos…
En esta reforma del Estado se tendrá que enfrentar a resistencias muy
fuertes de grupos de interés incrustados en el aparato del Estado;
funcionarios privilegiados igual que sindicatos. Para esto hay que hacer
investigaciones, elaborar propuestas, movilizar la opinión pública.
Invito al futuro presidente de establecer y dotar de total autonomía una
Comisión Internacional de Reforma del Estado –y a comprometerse a poner
en práctica sus recomendaciones. CIRES en vez de CICIES. Simplemente
insistir y tratar de imponer una CICIES a la guatemalteca sería
demagogia.