Todos deberían leer la columna titulada “No
nos van a callar”, publicada por Erika Saldaña el lunes 25 de marzo en El
Diario de Hoy. De su propia experiencia explica el fenómeno de las “turbas
digitales” que en las redes sociales atacan a cualquiera que se atreve a
expresar crítica pública al líder de Nuevas Ideas y presiente electo Nayib
Bukele.
Yo recibo este tipo de ataques
diariamente: insultos, mentiras, amenazas. Amenazas de expatriarme, amenazas de
muerte, amenazas a mi familia. Siempre he preferido no tomar en serio estos
ataques. Siempre he dicho: Para mucha gente frustrada, las redes sociales son
una válvula de escape para deshacerse de sus agresiones reprimidas. La gente
que nos insulta o amenaza en Twitter, ya no nos va a tirar piedras o balas…
Sigo convencido que para mucha gente, la violencia digital funciona como terapia. Pero solo funciona para individuos. Si la violencia digital es organizada, colectiva y dirigida, ya no sirve como válvula de escape para prevenir violencia real. Por esto es correcto el término que Erika Saldaña usó en su columna: “Turbas digitales”. Ella no fue victima de la agresión de unos locos, sino de un ataque organizado y dirigido. Y así como lo vimos en la violencia en la manifestación contra la Ley de Agua, en estos casos la violencia digital la violencia digital va a la calle, la verbal se hace real. Cuando estamos ante “turbas”, la violencia digital promueve, convoca y prepara la violencia callejera y real contra personas o propiedades.
El fenómeno de las “turbas” se hizo famoso en Centroamérica mucho antes de que existieran las redes sociales: las “turbas divinas”, que los sandinistas echaron encima a sus adversarios en Nicaragua para controlar sindicatos, universidades, barrios. Hoy estas “turbas” sandinistas las vemos en televisión: grupos civiles armados hasta los dientes, convertidos en escuadrones de la muerte, protegidos por la policía, reprimiendo a estudiantes. En la Venezuela de Maduro se llaman “colectivos” y con total impunidad atacan y asesinan a opositores.
Aquí en El Salvador tuvimos la “Brigada
Limón”, encabezada por Mario Belloso, que operaba como grupo de choque del FMLN
y sus alcaldías, sobre todo para reprimir protestas de sindicatos municipales.
Cuando Mario Belloso, aprovechando una manifestación en frente de la UES, sacó
un fusil para matar a sangre fría a dos agentes policiales, la conmoción social
fue tan grande en todo el país y en todos los sectores que el FMLN tuvo que
desarticular, de una vez por todo, esta su propia versión de las “turbas”.
Fue una muestra que la violencia política
no ha tenido espacio en El Salvador desde los Acuerdos de Paz. Y no hay que
permitir que esto cambie.
Siempre hemos tenido violencia verbal en
las redes. Los partidos y gobiernos han tratado de montarse encima de este
fenómeno y dirigirlo contra sus críticos y adversarios. Pero antes de la
entrada en escena de Nuevas Ideas, esto había sido un fenómeno marginal, sin
mucho impacto. Pero ellos sí han logrado armar
en serio y en grande sus “turbas digitales”, y dirigirlos eficientemente – que
es la parte más complicada en este tipo de campañas. A veces parecen todos
sincronizadas, siguiendo señales y mensajes de algunas cuentas claves, como las
de Ernesto Sanabria (@-Brozo) y Walter
Araujo – otras veces operan de forma descentralizada, como “guerrilla
cibernética”, como células, por iniciativa propia.
USTED ya cierre su trompa, estamos hartos como pueblo de sus intromisiones políticas. Defensora de privatizadores y arenazis. ¡Metida! Mejor póngase a trabajar.— Walter Rene Araujo (@waraujo64) 20 de marzo de 2019
Una vez que la violencia digital tiene
este grado de organización, ya no se trata de individuos frustrados
deshaciéndose de sus agresiones. Se trata de operaciones intencionales y
planificadas de dar muerte civil, intimidar y destruir a adversarios o
críticos. Y ya no hay ninguna garantía que la violencia se quede limitada al
espacio cibernético. Por lo contrario, en cualquier momento puede traspasarse a
la calle, a la realidad, y volverse criminal – sea por ordenes superiores, sea
por la inercia propia de una “guerrilla cibernética” o “turba digital”.
Todavía
podemos parar las “turbas digitales”, así como entre todos logramos parar a la
“Brigada Limón”. Saludos,
(MAS! y EL DIARIO DE HOY)