¿A qué se debe este fenómeno? No es que estos votantes hayan dejado de sentirse identificados con la izquierda. Pero se sienten frustrados con el partido que representa a la izquierda.
Hablando con ex militantes de FMLN que ahora apuestan a Bukele, uno recibe una respuesta simple: “Bukele y Nuevas Ideas representan la ‘nueva izquierda’, que va a corregir los errores del Frente. Se trata de ‘refundar’ la izquierda.” Ellos no tienen ninguna afinidad con GANA, más bien detestan la cultura de corrupción y chanchullos que representa este partido. El pacto de Bukele con GANA no lo ven como traición, sino como movida táctica, que se va a corregir luego de las elecciones. Tienen fe que Bukele y Nuevas Ideas son la solución a la crisis de la izquierda, la cual muchos de ellos viven como crisis personal.
Entiendo la frustración con el FMLN y sus actitudes conservadoras y oportunistas.
¿Pero en qué se transforma esta frustración? Lo lógico sería luchar por la renovación del Frente, o por construir una nueva izquierda: moderna, democrática, abierta al debate.
Pero pensar que un demagogo con actitudes de playboy hijo de papi puede salvar la izquierda y convertirse en el heredero de tanta lucha y tantos sacrificios, es absurdo y ofensivo. Este hombre nunca ha sido de izquierda, se metió al Frente por oportunismo, y así salió. Obviamente tiene la habilidad de apropiarse de consignas y banderas históricas de la izquierda, pero esto no lo convierte en luchador social. También un militar golpista y corrupto como Hugo Chávez tuvo esta habilidad – y ya sabemos que el régimen que estableció no tiene nada de izquierda.
El primer requisito para alguien que proclama querer renovar la izquierda, es vocación democrática. La segunda: tener una estrategia para empoderar a la sociedad, sobre todo los sectores marginados. Cosa que es excluyente con empoderase como líder que representa a las masas y las convierte en instrumento para preservar su poder. Bukele no cumple ninguno de estos dos requisitos. Construye un partido a la medida de su líder. Se vanagloria que este partido es un movimiento sin cúpulas. Este ha sido siempre el truco de los movimientos autoritarios, incluyendo los fascistas al estilo de Mussolini, Perón y, otra vez, Hugo Chávez: No quieren gobernar con instituciones, sino mediante la conexión directa entre líder y movimiento. Terminan con un déspota que no rinde cuentas a ninguna instancia, ni del partido ni de Estado, sino directamente “al pueblo”, o sea a todos y a nadie.
Esto es lo contrario a izquierda, porque es contrario a los principios de libertad, democracia y emancipación. Por esto no solo el Frente se distanció (a fin) de Bukele, sino también se desmarcan de él figuras históricas de la izquierda democrática como Rubén Zamora, Salvador Samayoa, Roberto Rubio. Les da pena, igual que a mi, que un oportunista y ególatra pueda tener éxito navegando con banderas usurpadas de izquierda. Les inspira desconfianza, igual que a mi, que Bukele y Ulloa despotrican contra el sistema pluralista construido por los Acuerdos de Paz y hablan de una Constituyente para construir una “Segunda República”. El país necesita estabilidad institucional, no experimentos de anti-política que encubre nuevos autoritarismos.
Compañeros, pónganse serios. Si quieren preservar la izquierda como fuerza relevante, no abandonen al Frente en el momento que al fin comienza a renovarse. Si ya no creen en esta renovación, voten por Calleja para que medio levante el país y dedíquense a construir una nueva izquierda. Si ambas opciones les parecen imposibles, registren su protesta votando por Josué Alvarado, quien es un hombre correcto con gran compromiso social. Pero no caigan en la trampa del nuevo populismo.
Saludos, Paolo Luers
(MAS! y EL DIARIO DE HOY)