Los ganadores, sobre todo ARENA, con esta nueva correlación de fuerzas y faltando solo 10 meses para las elecciones presidenciales, podrían tener la tentación de darle el tiro de gracias al FMLN, aplicándole la matemática legislativa, marginándolo de las decisiones importantes en la Asamblea, e incluso impidiéndole a gobernar durante su último año. Sería un grave error.
A menos que ocurra un milagro o algún terremoto político, está claro que el FMLN no volverá a gobernar luego de sus dos gobiernos fallidos. Lo que es bueno para el país. Sin embargo, lo que de ninguna manera sería bueno para el país es que el FMLN termine desmoronado. El vacío que dejaría sería un gran hoy negro con peligros incalculables para la incipiente democracia que estamos todavía construyendo —una democracia con institucionalidad y alternabilidad en el poder.
Las grandes decisiones que la nueva Asamblea, con su nueva correlación de fuerzas, tendrá que tomar durante el año entre las dos elecciones, tienen que enmarcarse en el contexto de la transición del gobierno actual, del FMLN, y el siguiente, de ARENA.
Esto es evidente en las decisiones fiscales: El presupuesto para el 2019 será importante para que el FMLN pueda concluir su gobierno – y para ARENA, para arrancar bien con el suyo en junio del 2019. Esto incluye los préstamos para cubrir fechas de pago de deudas, algunas todavía en el período del gobierno actual, otras al solo asumir el siguiente.
Es obvio que préstamos y presupuesto tienen que ser negociados entre ARENA y el FMLN. Sería un error fatal que ARENA (y sus posibles aliados PCN y PDC) marginen al FMLN y busquen completar la mayoría legislativa necesaria con GANA —por la razón ya expuesta de la transición ordenada entre gobiernos. Pero hay otra razón: El interés del FMLN de poder concluir ordenadamente su último año de gobierno es legítimo y coincide con el interés nacional. Así se evita que el próximo gobierno asuma en medio de una crisis. En cambio, si ARENA margina al FMLN y pacta con GANA, se hace sujeto del chantaje de los intereses mafiosos de este partido.
ARENA, PCN y PDC no pueden tener un interés estratégico de fortalecer a GANA. Todo lo contrario: Tendrán un interés estratégico de recuperar en 2021, en las siguientes elecciones legislativas, los espacios perdidos a esta fuerza de chantaje y extorsión política. No así con el FMLN. ARENA, sobre todo su futuro gobierno, no puede tener ningún interés de que un FMLN, ya debilitado por la pérdida del ejecutivo, en las elecciones legislativas del 2021 sea demolido y sustituido por Nuevas Ideas y Bukele. En comparación con este movimiento-partido populista, que se está gestando aprovechando la crisis del partido gobernante, el FMLN es una fuerza de estabilidad. El FMLN, igual que ARENA (y también el PCN y el PDC), es parte del consenso nacional creado por los Acuerdos de Paz. En cambio, el movimiento lanzado por Bukele y Dagoberto Gutiérrez no se siente comprometido con la República refundada en 1992, por lo contrario: Habla de la necesidad de una nueva refundación, con otras reglas e instituciones.
Que en el FMLN también hay tendencias de este tipo, es cierto. Pero en dos períodos en el ejecutivo no se han materializado. El FMLN, a pesar de sus discursos en foros internacionales de la izquierda latinoamericana, ha jugado y seguirá jugando bajo las reglas establecidas en los Acuerdos de Paz. Tal vez a regañadientes y por presión de la opinión pública, pero de hecho ha respetado la institucionalidad. No actuará así Nuevas Ideas, que es una fuerza antipolítica y antisistema. Bukele ya amenazó a remover los obstáculos institucionales para obtener gobernabilidad, en caso que ganara la presidencia en 2019. El FMLN actúa con racionalidad, aunque uno puede no compartirla. Mientras tanto, Nuevas Ideas introduce la pura irracionalidad a la política.
Si es cierto para las grandes decisiones fiscales que hay que negociarlas con el FMLN en el contexto de la transición entre gobiernos, también aplica a las elecciones de magistrados y fiscal. La mayoría calificada de 56 diputados debería negociarse con el FMLN, no pactando con GANA. Es más: La derecha, si es sabia, debe ayudar al FMLN a consolidarse y transformarse en su camino del gobierno a la oposición.
Es cierto (y bueno) que el FMLN perdió su poder de veto, pero no su derecho y capacidad de negociar. Tratar de quitárselos sería un error fatal.
(El Diario de Hoy)