Estimados amigos:
Otra vez todo el mundo habla de ustedes. Grita el coro
nacional: ¡Qué bárbaro que tuvieron que amenazar, a medio torneo
internacional, con huelga para que les paguen los viáticos! Pero yo
diría: ¡Qué descaro que les paguen $15 al día, como si les hubieran
contratado para cortar la grama o para lavar los vehículos a la FESFUT!
Ustedes de por sí son un fenómeno: de la nada, o más bien de las
playas más abandonadas del país, surgió un equipo deportivo de calidad
mundial. Sólo esto daría materia para estudios de la gente más experta
en deporte que yo
Es sorprendente (¡y sumamente motivante!) que en un siglo donde los
grandes éxitos deportivos son resultado de complejas operaciones
científicas y financieras, siguen surgiendo, de vez en cuando, leyendas
deportivas directamente del barrio, de la calle…
o en su caso, de las playas populares. Así siguen naciendo muchas de
las grandes leyendas del boxeo: en los guetos de inmigrantes de
afroamericanos de Chicago y Nueva York. Así nació la leyenda del futbol
brasileño: en los barrios de Sao Paulo y Rio de Janeiro. Así nació la
leyenda del fútbol alemán: en los barrios obreros de las ciudades
mineras como Dortmund y Schalke. Algunos clubes, como el BVB Dortmund o
el Leicester City FC todavía preservan algo de esta leyenda, a pesar de
que también están convirtiéndose en corporaciones millonarias, que son
dueños de equipos sintéticos con jugadores comprados en el mercado
global…
Pero detrás de este fenómeno deportivo que son ustedes, nacido de un
fenómeno social, se esconde otro fenómeno que tiene que ver con la
sicología colectiva de todo un país. Con la frustración de todo un
pueblo que ama su tierra, pero no encuentra razones de enorgullece de su
país. La economía estancada, la corrupción galopante, la violencia
imparable, no hay liderazgo ni político ni moral en que confiar. En
estas situaciones, los pueblos tienden a proyectar todo en su equipo
nacional de fútbol. Los argentinos, metidos en la más profunda crisis
política, moral y económica, encontraron en el fútbol el orgullo
nacional perdido y elevaron a Maradona a Dios.
Aquí la gente vibra, canta, sufre, celebra con la Selecta, pierda o
gane. Hasta que todo se cae con los escándalos de los amaños, de la
FESFUT y de la mera FIFA. Y en este gran vacío, cuando ya no había nada
que celebrar y nadie que apoyar, surgen ustedes, los “guerreros de la
playa”, como rápidamente los tildan. Unos futbolistas tan humildes que
van abajo del radar de la corrupción. La antítesis a los funcionarios y
jugadores estrellas corruptos… Nace la leyenda.
¡Qué peso que tienen encima ustedes! Todas las frustraciones sobre la
falta de oportunidades, el auge de violencia, la corrupción –y encima
de esto los fracasos de la Selecta- encuentran una nueva válvula de
escape: el amor a la Selecta de Playa, a los deportistas del pueblo, los
incorruptibles, los que nos permiten sentirnos orgullosos.
Y vienen todos los buitres para explotar este fenómeno. Los buscan
los partidos para hacerse foto con candidatos. Sale un alcalde
regalándoles motores de lancha.
Y nadie de estos buitres mueve un dedo para garantizar que este nuevo
deporte nacional tenga condiciones dignas para desarrollarse. Nadie de
estos buitres entiende que la lección que ustedes dan es que hay que
apoyar al deporte desde abajo, no desde arriba.
No se dejen impresionar de tanta gente hipócrita y oportunista que
los festejan como ‘guerreros’ o ‘héroes’ – mejor aprovechen el poder que
ahora tienen para cambiar las reglas del juego en las políticas de
deporte. Hagan sus huelgas, no sólo para que les paguen viáticos dignos,
sino para erradicar la corrupción que tiene en crisis al deporte
nacional. El apoyo ya se lo ganaron con creces…
Saludos,