Lástima que no nos pudimos ver en su reciente visita a El Salvador. Me hubiera encantado dar seguimiento a las conversaciones que tuvimos, primero en el 2012 en el penal de Quezaltepeque, cuando usted asumió frente a unos 40 cabecillas de las pandillas el rol de garante del incipiente proceso de reducción de violencia iniciado por la tregua entre pandillas; y luego cuando en el 2013 nos recibió en la OEA para discutir cómo hacer sostenible este proceso.
Si usted todavía ejerce el papel de garante de este proceso, así como se comprometió en Quezaltepeque, me hubiera gustado escuchar algunas preguntas suyas, tal vez incómodas, al gobierno salvadoreño, para saber porqué ahora se desmarca de la tregua sin revelar con qué otra propuesta concreta piensa reducir la violencia y lograr la reinserción a la sociedad de los docenas de miles de pandilleros y sus familias.
Usted, en vez de dar seguimiento a un compromiso muy concreto adquirido a nombre de la OEA en el 2012, ahora firmó como testigo un acuerdo que no dice más que la intención de iniciar un diálogo para buscar acuerdos. Tal vez esto sea más cómodo para usted, pero ciertamente es un mal canje para El Salvador.
En algún momento, secretario, usted tendrá que informar a todos los actores del proceso de reducción de violencia, del cual usted se declaró garante, si este compromiso se mantiene vigente.
Estimado señor Ban Ki-moon:
¡Bienvenido a El Salvador! Es un gran honor para nosotros tenerlo aquí. Con su presencia, usted expresa el respaldo y reconocimiento de la comunidad internacional para el proceso de paz salvadoreño de 1992. Gracias por este gesto.
Pero usted debe saber que en la recta final de unas elecciones cualquier visita de jefes de Estado o de organismos multinacionales es percibido como respaldo al gobierno de turno. Y así será presentado, vendido y publicitado por el gobierno de Salvador Sánchez Cerén. Independientemente de lo que usted haga o diga, el partido de gobierno tratará de sacar raja electoral de su presencia, igual que en el caso de su colega Insulza, quien estuvo aquí la semana pasada. Y es por esto que el gobierno invitó a ambos en estas fechas.
Así que tenga mucho cuidado de no dejarse manipular. Hemos celebrado 22 aniversarios de los Acuerdos de Paz sin la presencia del Secretario General de Naciones Unidas - y hubiéramos podido esperar dos años más para tenerlo aquí en San Salvador para la gran fiesta de los 25 años de la paz en enero de 2017.
Quiero decir a ambos que siempre serán bienvenidos en El Salvador. Pero también tengo que decirles que no fue la decisión más sabia haber aceptado la invitación del gobierno salvadoreño en medio de una campaña electoral. Nosotros necesitamos de la cooperación y de los buenos oficios que ustedes dos y sus organismos pueden ofrecer para apoyarnos en el camino al desarrollo y la paz duradera e integral. Pero este aporte sólo puede tener éxito si su participación no interviene en los procesos electorales. La relación de ustedes es con el país, no con el gobierno de turno.
Disculpen si esta palabras parecen notas de discordia en medio del coro de júbilo sobre el aniversario de la paz y el honor de tenerles a ustedes como invitados y amigos. No expreso discordia, sólo preocupación - y prefiero hacerlo de manera directa y pública.
Estimados secretarios generales, gracias por su compromiso con El Salvador, Paolo Lüers
(Mas!/El Diario de Hoy)