la semana pasada tuvo lugar la “Semana de la Responsabilidad Social”, organizada por la Fundación Empresarial para la Acción Social FUNDEMAS y su incansable y siempre entusiasta presidenta Nena Alfaro.
Confeso que durante años pensaba que era paja cuando hablaban
tanto de la tal RSE (la responsabilidad social de las empresas). Sospechaba que
era solamente un nombre nuevo y sofisticado para hablar de las obras de caridad
que muchos empresarios están haciendo desde siempre. Nada en contra de obras de
caridad: son buenas, son necesarias, expresan solidaridad, ayudan… Pero son
parches, no resuelven de fondo, no construyen una sociedad donde nadie tenga
que depender de la caridad de nadie.
Me di cuenta que el concepto de la RSE va mucho más allá de
los parches, cuando empecé a involucrarme en el proyecto Escalón. Yo tuve la
idea algo vaga e idealista de que los que tenemos negocios, pequeños y grandes,
en La Escalón tuviéramos que emprender acciones para convertir en buenos
vecinos las comunidades que son parte geográfica de nuestra colonia, pero no
son parte de su desarrollo económico. Y tuve la idea que tratar de incluir las comunidades
y sus pobladores no era una cosa de caridad sino una inversión rentable, una
onda de ganar-ganar.
Cuando expuse esta mi idea a Bobby Murray, quien en este
entonces estaba completando su complejo de Word Tarde Center y el Hotel El
Salvador con la construcción la Torre Futura y su plaza con negocios y
restaurantes, me platicó su concepto de RSE y me di cuenta que estábamos
hablando de los mismo: invertir en la creación de entornos amigables para
nuestras empresas. O sea, invertir para que el entorno donde vivimos y
trabajamos sea armónico, sea parte del desarrollo, poblado por ciudadanos que
disponen de educación, salud. Y que de esta manera, todos ganáramos: las
empresas, nuestros empleados, nuestros clientes, la colonia de la cual formamos
parte, las comunidades que nos rodean. ¿Qué ganamos? Seguridad, armonía. Las
comunidades, muchas veces vistos como focos de conflicto, delincuencia y
violencia, se convierten en socios y vecinos.
De estas pláticas nació la Asociación Escalón. Por
iniciativa de Bobby, quien en El Salvador ha sido uno los primeros promotores
del concepto de la responsabilidad social de las empresas, logramos comprometer
a las empresas de la zona con el desarrollo compartido en todo el contorno,
conseguimos fondos de la AID y de fundaciones empresariales, y metimos a
FUNDEMAS para ejecutar nuestra intervención social en las 9 comunidades de La
Escalón. El enfoque: inclusión laboral y productiva.
Hoy La Escalón es más segura porque nadie tiene que verse
excluido del desarrollo que juntos vamos a producir en una colonia más
ordenada, más cuidada, donde residentes, comunidades y empresas conviven sin
desplazarse mutuamente.
Esto es Responsabilidad Social. Va mucha más allá de la
caridad, porque apuesta a que todos ganemos. Lo mismo ya están haciendo en la
San Benito, que tiene empresas suficientemente fuertes y visionarias para
incluir en su desarrollo a sus vecinos de Las Palmas, en vez de hacer más alto
el muro que los separa.
A todos los escépticos que piensan que la RSE es pura paja
para evadir impuestos o para engañar a los pobres, les pido imaginarse qué
podrían hacer, actuando socialmente responsables, en su propio barrio.
Saludos, Paolo Lüers
(Mas1/EDH)