Carta que Ivana Simonovis, de 13 años, entregó el 30 de enero en el despacho del vicepresidente Nicolás Maduro, pidiendo que interceda en el caso de su padre, preso político desde hace 8 años. Su madre, la abogada Bony Pertinez, ya hizo trámites parecidos en el pasado que nunca fueron atendidos, y afirma que esta es una iniciativa propia en independiente de su hija.
Señores del Estado Venezolano:
Esta es la segunda vez que les escribo. No me da pena insistirles. El
dolor puede más que la pena. Les juro que ya no puedo más. Ya me cansé
de llorar. Estoy agotada. Quiero pedirles de nuevo un poco de clemencia.
Ya mi papá, Iván Simonovis, y todos nosotros, su familia, hemos sufrido
demasiado. Sufrir cansa. Llorar cansa. Extrañar al padre de uno cansa.
Siento que soy demasiado joven para estar tan cansada. Me parece injusto
que la política me arruine la vida. Todos los días me asomo con susto
en el espejo, porque siento que tengo canas en mi cabello. No las veo,
pero las siento. Y tengo 15 años. Es muy rara esta sensación.
Ya mi sonrisa no es la que sale en las fotos de los álbumes de la
familia. Mi sonrisa se quiebra a cada rato, como una galleta. Porque así
están los huesos de mi papá. Se han vuelto una galleta por tanto
encierro, por tanto no moverse, por tanta sombra. Por favor, les pido,
devuélvanle el sol. Devuélvanle un poquito de vida. Ya bastante ha
pagado lo que Uds. consideraron que debía pagar. Su salud esta tan
deteriorada que tengo miedo -mucho miedo- de que mi papá termine
paralítico, en una silla de ruedas. Y más así. Solo. Sin su gente, sin
los únicos brazos que lo pueden abrazar.
Mi papá no está nada bien. Su columna está demasiado frágil. Se puede
romper sola, sin que nadie la toque. Sus huesos, dice el médico, tienen
la edad de un anciano. Sus huesos ya pagaron el doble del tiempo de su
condena. Su ánimo también. Y su familia. Sea justa o no su prisión, creo
que ya todo es demasiado. Ya todo se ha vuelto inhumano, cruel,
excesivo. Señores del Estado Venezolano, una medida humanitaria como la
que les pido sería un gesto noble, necesario, hermoso. Un gesto
importante en estos tiempos tan duros. Estoy tan agotada del odio de
parte y parte. Creo que muchos estamos así. Un gesto de nobleza no les
va a hacer perder nada de lo que tienen y, en cambio, los hará más
humanos. Quiero volver a tener 15 años y un padre a quién abrazar.
No tengo más argumentos. Solo un exceso de dolor.
Gracias.
Ivana Simonovis
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