Ya tenemos seis meses de leer en estas páginas de opinión, semana
por semana, un extraño monólogo (ni siquiera en entregas, sino en
repeticiones) del señor Carlos Ponce. Su tema invariable: el peligro en
que está cayendo el país a raíz de la tregua entre las pandillas y la
decisión del Gobierno de facilitar su puesta en marcha y su
consolidación.
Me esforcé una vez, también en estas páginas, para
contestarle y explicarle que esta tregua está abriendo una oportunidad
histórica para el país, que --manejada bien por el Gobierno, los
partidos, los empresarios y la sociedad civil-- puede ponernos en el
camino de resolver el problema endémico de la violencia pandilleril, y
al mismo tiempo sus causas sociales. Pero no puedo contestarle cada
semana. Tampoco hay que usar estas páginas para aburrir. Mi experiencia
me indica que es inútil e imposible convertir un monólogo como el de
Carlos Ponce en un diálogo o en un debate que resulte en aprendizaje o
en alternativas de solución. Así que decidí mejor dejarlo hablar solo.
Me encanta el debate, pero no el diálogo de sordos.
A pesar de
todo lo dicho, la última columna titulada "El candidato de la nueva era
de criminalidad", de Carlos Ponce, publicada el miércoles pasado, sí
requiere de una respuesta clara. De repetir por décima vez que la tregua
es el primer paso de las pandillas en su mutación de organizaciones más
sofisticadas del crimen organizado, y de denunciar como negligente al
Gobierno de permitir esta mutación, Carlos Ponce ahora pasó a la
acusación abierta: Hoy resulta que todos los que están en favor de ir
abriendo espacios para que las pandillas y su entorno social puedan
efectivamente insertarse a la sociedad (a su marco legal y su aparato
productivo, convirtiéndose al final de este proceso en organizaciones no
delictivas), son cómplices y socios en la gestación de una nueva forma
de crimen organizado, donde conspiran y se combinan intereses
políticos-partidarios con intenciones criminales.
La lista de
sospechosos es larga: las pandillas, por supuesto; la Iglesia Católica,
que promueve el diálogo con los pandilleros; el ministro de Seguridad,
que facilita condiciones favorables para el sostenimiento de la tregua;
los periodistas y analistas que tratamos de crear una opinión pública
que comprenda la oportunidad que se abre para superar la exclusión y
reinsertar a los pandilleros; los empresarios, que se atreven a ofrecer
oportunidades productivas a los pandilleros y sus familias, y de paso,
por supuesto, el sospechoso de siempre, el FMLN, que según Ponce
trataría a ganar las elecciones con el apoyo de las maras...
Y a
la cabeza de toda esta conspiración nuestro criminalista Ponce detecta
"el candidato de la nueva era de la criminalidad", David Munguía Payés.
Bueno,
algo de culpa tendrá don David para que alguna mente enferma pudo
llegar a semejante teoría de conspiración. En privado y en público le he
señalado que, si realmente quiere lograr que el proceso que inició con
un acuerdo de tregua entre dos pandillas criminales se convierta en la
construcción de la paz, él tendría que renunciar a cualquier aspiración
electoral. También he señalado en varias ocasiones que nadie debería
tratar de instrumentalizar el tema de la tregua para fines electorales,
partidarios y políticos: ni el presidente, ni el ministro, ni el FMLN,
ni ARENA. Y hasta la fecha, con excepción de algunos discursos del
presidente Funes, nadie lo ha hecho. Pero Munguía Payés, hasta la fecha,
no ha cortado en seco todas las especulaciones sobre eventuales
candidaturas. Tampoco es así, como confabula Ponce que las está
buscando. De todos modos no hay nada que buscar: A la par de Sánchez
Cerén (o de Saca) don David se vería igual de fuera de lugar que yo como
secretario de prensa de Funes.
Carlos Ponce pinta para el 2014
"un escenario en el que los políticos buscarán a las organizaciones
criminales y les prometerán beneficios, protección y concesiones
futuras, a cambio de que ayuden a capturar votos y que, mediante su
particular forma de operar, se aseguren que los simpatizantes de
partidos rivales no emitan el sufragio el día de las elecciones". Lo que
no cuenta Ponce, aunque debe saberlo muy bien, es que esto es
precisamente lo que pasó, lamentablemente, en el pasado. Los pandilleros
tienen amplios testimonios de cómo emisarios prominentes tanto del FMLN
como de la ARENA de Tony Saca los buscaron para ofrecerles este tipo de
trueques: dinero y beneficios carcelarios por votos y grupos de choque
para las campañas. Y el problema de la violencia del país, en estas
negociaciones, nunca se tocó.
Aunque Carlos Ponce nunca lo va a
reconocer: El actual proceso de diálogo, a diferencia de los
acercamientos oportunistas y corruptos en el pasado, es exitoso y
sostenible porque esta vez nadie ha ni prometido ni canjeado nada. Y no
son serán las confabulaciones de un "criminalista científico" frustrado y
resentido que van a hacernos regresar a la escalada de violencia que él
necesita para desplegar su "experticia".
sábado, 6 de octubre de 2012
Carta a al viceministro de Transporte
Estimado viceministro:
Entiendo que todo este bonche con los buseros es muy complicado. Entiendo también que usted no tiene la culpa, porque son problemas heredadas de otros gobiernos que igual que el actual no tuvieron ni la visión ni los huevos para enfrentarse con los transportistas.
Todo esto del subsidio ha llevado a la absurda situación que los empresarios de transporte mantienen mucho más buses que los necesarios solo para cobrar más subsidios. No es la demanda de transporte que define la cantidad de buses por rutas y horarios, sino los subsidios. Esto es el perfecto ejemplo de una política de subsidios que impide que una rama de nuestra economía se vuelva rentable.
En vez de incentivar a los empresarios de poner buses fantasma (que además son chatarra), deberían incentivarlos a reducir la flota, renovarla en vez de ampliarla, para realmente volverse rentable. Si en este contexto se compruebe que los transportistas, ofreciendo un servicio seguro, puntual y eficiente, necesitan un aumento de la tarifa, hay que autorizarlo. Es bien probable que para 20 centavos nadie podrá dar un servicio de alta calidad y que un pasaje debe costar digamos 50 centavos.
El Estado debe invertir en la creación del sistema, en los incentivos para renovar la flota, y posiblemente en financiar pases gratuitos para estudiantes, pensionados y otros sectores necesitados - pero no en subsidios a los transportistas.
Usted me preguntará a qué me refiero con servicio de calidad. Bueno: buses modernos, motoristas bien capacitados, caja única, paradas de buses hechas por el MOP y las alcaldías, estricto respeto de los motoristas a las paradas y otros reglamentos. Para un servicio de este tipo, todos estarían dispuestos a pagar una tarifa que cubra los costos de operación. Dejando al Estado sólo la tarea de pagar los pasajes de los sectores que realmente lo necesitan.
No me diga que esto es imposible. Lo único que necesita es un buen plan, voluntad política y capacidad ejecutiva. Los únicos que se resistirían los buseros, el resto de la población (usuarios, automovilistas, y ciudadanos que pagan impuestos) estaríamos apoyando una solución radical, aunque nos cueste dinero.
Saludos, Paolo Lüers
Entiendo que todo este bonche con los buseros es muy complicado. Entiendo también que usted no tiene la culpa, porque son problemas heredadas de otros gobiernos que igual que el actual no tuvieron ni la visión ni los huevos para enfrentarse con los transportistas.
Todo esto del subsidio ha llevado a la absurda situación que los empresarios de transporte mantienen mucho más buses que los necesarios solo para cobrar más subsidios. No es la demanda de transporte que define la cantidad de buses por rutas y horarios, sino los subsidios. Esto es el perfecto ejemplo de una política de subsidios que impide que una rama de nuestra economía se vuelva rentable.
En vez de incentivar a los empresarios de poner buses fantasma (que además son chatarra), deberían incentivarlos a reducir la flota, renovarla en vez de ampliarla, para realmente volverse rentable. Si en este contexto se compruebe que los transportistas, ofreciendo un servicio seguro, puntual y eficiente, necesitan un aumento de la tarifa, hay que autorizarlo. Es bien probable que para 20 centavos nadie podrá dar un servicio de alta calidad y que un pasaje debe costar digamos 50 centavos.
El Estado debe invertir en la creación del sistema, en los incentivos para renovar la flota, y posiblemente en financiar pases gratuitos para estudiantes, pensionados y otros sectores necesitados - pero no en subsidios a los transportistas.
Usted me preguntará a qué me refiero con servicio de calidad. Bueno: buses modernos, motoristas bien capacitados, caja única, paradas de buses hechas por el MOP y las alcaldías, estricto respeto de los motoristas a las paradas y otros reglamentos. Para un servicio de este tipo, todos estarían dispuestos a pagar una tarifa que cubra los costos de operación. Dejando al Estado sólo la tarea de pagar los pasajes de los sectores que realmente lo necesitan.
No me diga que esto es imposible. Lo único que necesita es un buen plan, voluntad política y capacidad ejecutiva. Los únicos que se resistirían los buseros, el resto de la población (usuarios, automovilistas, y ciudadanos que pagan impuestos) estaríamos apoyando una solución radical, aunque nos cueste dinero.
Saludos, Paolo Lüers
(Más!/EDH)
jueves, 4 de octubre de 2012
Cómo sacar adelante un país sin dinero
Recientemente escuchaba a José Luis Valle [director del documental
“el milagro del papa”] comentando sobre un curso de cine que dio en el país
titulado: cómo hacer una película sin dinero. Relataba que la gran mayoría de
asistentes al curso se imaginaban que daría las claves de cómo hacer películas
al estilo Hollywood sin contar con presupuesto, al oír esta historia imaginaba
a este joven peludo vestido con una camiseta y pantalones al estilo cargo hablándoles
a los distinguidos (por bien vestidos) diputados de El Salvador de cómo sacar
adelante al país sin dinero.
Con gran lucidez
José Luis desilusiona a sus asistentes con una obviedad que algunos -que no
quiero nombrar pero que habitan la Asamblea Legislativa- no dan cuenta. NO HAY
RECETA MÁGICA (lo pongo todo en mayúscula con la esperanza que al leerlo así por
fin lo entiendan), sin fondos no se puede hacer una película como Avatar
(película con un presupuesto de alrededor de US$500 millones de dólares contando
los gastos en promoción). Es obvio, NO se puede gastar lo que NO se tiene, pero
al parecer en El Salvador ese tema es un poco difuso ya que como país tenemos
un grave deterioro de las finanzas, derivado de un mayor gasto frente a los
ingresos.
Ahora bien, sí
se puede hacer cine con bajo presupuesto, y la pregunta del millón ¿cómo? Cambiando
los esquemas mentales, es decir, darse cuenta que cine no es sólo lo que
produce Hollywood, que hay un gran abanico de formas de hacer visual una idea.
Escuchando esto me preguntaba; será ese el misterio de porqué pese a buenas
reformas no se ha dado el crecimiento esperado, pero claro y cómo esperamos
crecer si los diputados tienen un esquema mental que no contribuye al país, siguen
pensando en gastar millones de dólares en construir un edificio nuevo para la
Asamblea Legislativa. ¿Cómo vamos a sacar adelante al país con un nuevo
edificio? ¿De qué carajos nos sirve que la Asamblea Legislativa tenga un canal
de televisión? De por si los 30 segundos que hablan en los telediarios
nacionales son insufribles, no digamos estar escuchando toda una plenaria.
Otro esquema
mental que se debe cambiar es el siguiente: se hace cine con los recursos que
se tiene, en mi caso por ejemplo sería tonto pensar que voy a filmar una
película de guerra, si armas ni de juguete tengo. Esto quiere decir que para
emprender un proyecto lo primero a considerar son los recursos que se tienen y en base a los mismos planificar. Pero nuevamente,
tenemos diputados que cosas tan obvias se vuelven tan diáfanas que se dan
contra ellas, como cuando un niño corre al jardín y no da cuenta de la puerta
de vidrio que lo separa, pero con el agravante que estos –los diputados- nos
llevan en su barco y no sólo vamos a romper una puerta sino que vamos a quebrar
el país.
Cada día
entiendo más la novela “Ensayo sobre la ceguera” del escritor portugués José
Saramago, pareciera que sentó en la parte alta de la Asamblea a plasmar,
criticar y desenmascarar un congreso podrido y desencajado. Pero, en la novela
hay un personaje que no pierde la visión y sirve de guía para los ciegos de la
obra, así, en El Salvador hay muchos personajes que ven la luz en ese micro
mundo de ciegos y que desde hace ratos dan luces de por donde está el camino a
seguir, aunque claro hay que recordar que en el mundo de los ciegos el tuerto
es el rey, pero eso es para otra columna.
Carta a Hugo Chávez
Teniente coronel:
Estoy claro que a usted, el presidente de Venezuela, le importa un bledo la humilde opinión de un periodista de un diario insignificante en un país tan poco poderoso como El Salvador. O a saber... porque por algo su gobierno se habrá tomado la molestia de negarme la visa para evitar que cubra las elecciones del 7 de octubre, en las cuales se definirá su futuro.
Usted me va a decir lo mismo que le dijo al candidato opositor que le está retando: El león no va a discutir con una mosca. Con este argumento usted se negó a enfrentarse a su contrincante Henrique Capriles en un debate de ideas. Prefirió seguir hablando solo en las innumerables cadenas nacionales. Bueno, teniente coronel: Resulta que la mosca puede ganarle las elecciones. Por lo menos le está legando bien cerca. Tan cerca que usted ya sacó a sus milicias bolivarianas a la calle, para asustar. Tan cerca que usted en todos sus discursos grita que cuando la mosca le ganara al león, habrá guerra civil... No sé cómo piensa a hacer una guerra civil con un solo bando armado, que es el suyo. A menos que usted tema que el día que usted cometa un fraude electoral o no reconozca su derrota electoral, su propia Fuerza Armada se divida y que una parte defienda el voto popular...
Este miedo sí es real. En mis últimos viajes muchos de sus militares me han dicho que son obedientes su presidente, pero no apoyarán ninguna locura como un fraude o un golpe de estado. Aunque es inútil, le doy un consejo: Si gana las elecciones, sea prudente y generoso; reconozca que la oposición existe, y que por lo menos la mitad de los venezolanos no quiere más socialismo, más estado, más confiscaciones de empresas. No cumpla sus amenazas de radicalizar su revolución.
Y si pierde, reconózcalo y entregue el poder. Usted no querrá quedar en la historia como un militar que se robó las elecciones, sino como un revolucionario que respetó la voluntad popular. En ambos casos, si usted actúa con prudencia en la derrota o con generosidad en la victoria, su movimiento bolivariano tendrá futuro. Si no, si actúa prepotente en la victoria o tramposo en la derrota, su proyecto político se hundirá con usted.
El mundo lo está observando...
Saludos desde San Salvador, Paolo Lüers
Estoy claro que a usted, el presidente de Venezuela, le importa un bledo la humilde opinión de un periodista de un diario insignificante en un país tan poco poderoso como El Salvador. O a saber... porque por algo su gobierno se habrá tomado la molestia de negarme la visa para evitar que cubra las elecciones del 7 de octubre, en las cuales se definirá su futuro.
Usted me va a decir lo mismo que le dijo al candidato opositor que le está retando: El león no va a discutir con una mosca. Con este argumento usted se negó a enfrentarse a su contrincante Henrique Capriles en un debate de ideas. Prefirió seguir hablando solo en las innumerables cadenas nacionales. Bueno, teniente coronel: Resulta que la mosca puede ganarle las elecciones. Por lo menos le está legando bien cerca. Tan cerca que usted ya sacó a sus milicias bolivarianas a la calle, para asustar. Tan cerca que usted en todos sus discursos grita que cuando la mosca le ganara al león, habrá guerra civil... No sé cómo piensa a hacer una guerra civil con un solo bando armado, que es el suyo. A menos que usted tema que el día que usted cometa un fraude electoral o no reconozca su derrota electoral, su propia Fuerza Armada se divida y que una parte defienda el voto popular...
Este miedo sí es real. En mis últimos viajes muchos de sus militares me han dicho que son obedientes su presidente, pero no apoyarán ninguna locura como un fraude o un golpe de estado. Aunque es inútil, le doy un consejo: Si gana las elecciones, sea prudente y generoso; reconozca que la oposición existe, y que por lo menos la mitad de los venezolanos no quiere más socialismo, más estado, más confiscaciones de empresas. No cumpla sus amenazas de radicalizar su revolución.
Y si pierde, reconózcalo y entregue el poder. Usted no querrá quedar en la historia como un militar que se robó las elecciones, sino como un revolucionario que respetó la voluntad popular. En ambos casos, si usted actúa con prudencia en la derrota o con generosidad en la victoria, su movimiento bolivariano tendrá futuro. Si no, si actúa prepotente en la victoria o tramposo en la derrota, su proyecto político se hundirá con usted.
El mundo lo está observando...
Saludos desde San Salvador, Paolo Lüers
(Más!/EDH)
miércoles, 3 de octubre de 2012
Habla un preso político desde Venezuela
Policía de carrera y exsecretario de Seguridad Pública del
Distrito Metropolitano de Caracas cumple condena de 30 años de cárcel por ser un
acérrimo crítico del gobierno chavista en materia de seguridad
Cuando los venezolanos van a las urnas el próximo domingo tendrán múltiples razones para terminar con el gobierno de Hugo Chávez. Una de ellas es la inexistencia de una justicia independiente. Chávez ha sometido a la Fiscalía y al órgano de justicia en instrumentos de su revolución bolivariana.
Testigos de esto son los presos políticos. Según el gobierno, no existen. Sólo existen "políticos presos por delitos comunes".
Esta semana iba a entrevistar, dentro de su celda, en las oficinas centrales de la policía política SEBIN a Iván Simonovis, un policía de carrera y ex-Secretario de Seguridad Pública del Distrito Metropolitano de Caracas. Esta visita se frustró porque el gobierno venezolano decidió no dejarme entrar al país como corresponsal de prensa. Sin embargo, logramos hacer la entrevista por escrito, gracias a Bony Simonovis, su esposa y abogada.
El caso Simonovis (y de los otros comisarios) es uno de los más escandalosos de injusticia en Venezuela. Es un caso de venganza política del presidente y de su intento de reescribir la historia de los dramáticos días de abril 2002.
El 11 de abril murieron 19 manifestantes opositores en el Puente Llaguno, atacados por grupos de choque chavistas. El régimen, para construir su versión de los hechos, necesitaba a culpables que no fueran partidarios chavistas. Los encontraron en un grupo de integrantes de la Policía Metropolitana que aquel día 11 de abril hicieron lo posible para proteger a los manifestantes civiles. Iván Simonovis nos cuenta su historia.
Iván, te declaras preso político. ¿Por qué?
Todos los gobiernos niegan categóricamente la existencia de presos políticos. Este gobierno se separó de los apostolados jurídicos. Es un gobierno con arquitectura democrática, pero en la práctica todo el poder del Estado está en el puño de hierro del presidente Chávez. Prueba de ello son las recientes confesiones de un exmagistrado del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) sobre cómo manipuló casos de interés político a favor de los intereses del gobierno.
El juez Eladio Aponte Aponte, expresidente de la Sala Penal del TSJ, no dijo nada que no supiéramos o sospecháramos. Sin embargo, la sangre se hiela al escuchar sus confesiones. Básicamente dijo: 1) Que recibió órdenes del presidente Chávez de cómo se decidirían casos incómodos para el gobierno. 2) Que nuestro juicio, y una veintena más, estuvieron marcados por una sistemática violación de principios y de todo fundamento legal. 3) Que en nuestro caso en particular quedaron perfectamente claras las órdenes explícitas de retardar el juicio, se ordenó hacernos pasar todas las "penurias posibles" —palabras textuales— en los traslados al Tribunal y obviamente condenarnos a la máxima pena.
Tengo 93 meses preso, ahora aparece el jefe de todos los jueces penales del país y confiesa que nos condenó sin pruebas. Con esa confesión, en cualquier país medianamente democrático ya deberían habernos liberado, pero la bizarra justicia venezolana lo interpreta de otra manera.
¿Qué sientes cuando estas cosas se dan y la justicia no se mueve?
Indignación, rabia, frustración y mucho dolor.
Iván, ¿de dónde proviene este grado de odio y agresión de Chávez contra tu persona?
Soy prisionero político de Hugo Chávez. Mi pecado: aún estando aquí encarcelado, siempre fui, soy y seré un crítico de las políticas de este régimen, específicamente en el área de seguridad pública.
En este país, con Chávez, eso es un delito; te conviertes en su enemigo por pensar distinto. Desde esta cárcel sigo ejerciendo mi vocación, elaborando sobre la situación de inseguridad del país.
Cuando Chávez llegó al gobierno había un promedio de 18 asesinatos por cada 1000 habitantes. Hoy día son 67. El año pasado fueron 19,340 homicidios a nivel nacional.
¿Cuál ha sido tu carrera profesional?
Durante más de 23 años laboré en la policía de investigación criminal, antiguamente denominada Policía Técnica Judicial. Cursé estudios en el Instituto Universitario de Policía Científica, de donde me gradué como investigador criminal, y alcancé las más altas jerarquías policiales. Fui jefe de la Unidad de Operaciones Especiales. He sido articulista en distintas revistas y periódicos locales e internacionales y tengo más de 1,500 horas de conferencias dictadas a nivel nacional e internacional sobre la criminalidad en Venezuela y Latinoamérica.
En 2000 fui nombrado Secretario de Seguridad del Distrito Metropolitano de Caracas. Durante mi gestión concentré mis labores a diseñar políticas de seguridad pública. Mis funciones estaban basadas en coordinar las actividades de los diferentes organismos de seguridad y prevención: la policía uniformada, los bomberos, la defensa civil.
¿Cuál es para Chávez y su gente el significado tan importante de los acontecimientos del Puente Llaguno y de tener como culpables a unos comisarios de la Policía Metropolitana que era un cuerpo de seguridad no bajo control del gobierno, sino del alcalde mayor que había roto con Chávez y se negó a reprimir las manifestaciones? ¿Me lo puedes poner en el contexto histórico?
En el año 2002 ya se vivía una sociedad polarizada, como consecuencia del discurso sesgado y cargado de odio de Chávez. Para abril del 2002 se habían contabilizado más de 1,200 manifestaciones de los diferentes sectores del país: estudiantiles, trabajadores y ciudadanos comunes. Todos tenían un denominador común: el repudio a la instauración de un sistema autoritario. La sistemática violación de los Derechos Humanos estaba floreciendo y los venezolanos no estaban de acuerdo con esto.
Es por ello que el 11 de abril del 2002 más de un millón de personas se concentraron para manifestarse abiertamente contra de las políticas chavistas. La euforia de los asistentes los llevó de manera espontánea a tomar la decisión de ir al Palacio Presidencial de Miraflores. Hombres, mujeres, jóvenes y niños marcharon convencidos de que la democracia los protegería. Se trataba de una marcha llena de mucha alegría, y por qué no decirlo, de plena inocencia. Cantos, bailes y optimismo alentaban al pueblo a seguir adelante como un cuerpo unificado.
Sin embargo, esta pacífica concentración nunca llegó al Palacio Presidencial. A medida que se acercaban a su objetivo, los cantos comenzaron a callarse. Había dos planos conviviendo al unísono: el de la energía contagiosa que los había llevado hasta allí y el del entendimiento de que algo no marchaba bien.
A unas cuadras del Palacio, grupos milicianos afectos al gobierno interceptaron a los manifestantes. Era una emboscada. Escondidos y usando armas automáticas disparaban contra la masa de manifestantes opositores. Miembros de mi familia marchaban en ella, mi esposa, suegra, cuñadas. Las imágenes eran aterradoras. Parecía una guerra, salvo que sólo una parte contaba con las armas y la rabia necesarias.
¿Y la policía?
Nosotros como Policía Metropolitana tratamos de proteger a los manifestantes. Logramos controlar la situación antes de que hubiera cientos de manifestantes muertos. Algunos de los pistoleros fueron detenidos. Confesaron que ellos disparaban contra la policía, es decir, contra la legítima y uniformada autoridad, así como contra la manifestación. El resultado fue 19 personas muertas y un centenar de heridos.
La Fiscalía General de la República abrió 79 investigaciones penales. Del total de las averiguaciones iniciadas por las autoridades judiciales del país, el 96.20 % de los casos o no ha pasado de la fase inicial de la investigación penal, o simplemente han sido sobreseídos y archivados.
Yo fui detenido mucho después, el 22 de noviembre del 2004, sin que existiera orden alguna de aprehensión. De hecho, días después apareció una orden a destiempo dictada por el juez Maikel Moreno, quien —casualmente— había sido abogado de varios de los pistoleros adeptos al Gobierno chavista, quienes dispararon contra los manifestantes.
Mi
juicio fue radicado en la ciudad de Maracay, la capital de otro Estado,
en el cual no ocurrieron los hechos. Obviamente la intención era
alejarnos de la opinión pública.
Mi juicio se inició el 20 de marzo de 2006 y concluyó el 3 de abril de 2009. Se celebraron 231 audiencias, se analizaron 265 experticias y 72 pruebas documentales, declararon 196 testigos y 45 expertos, se exhibieron más de 5,700 fotos y videos, convirtiéndose así en el juicio oral y público más largo de la historia judicial venezolana. La jueza Marjorie Calderón, responsable del proceso por la parte acusadora, es esposa de un parlamentario regional del partido de gobierno PSUV, mientras que la fiscal del caso, Haiffa El Aissami, es hermana del actual ministro de Justicia, Tarek El Aissami, quien es ministro del Interior del gobierno de Chávez.
El resultado de toda esta componenda que armó el gobierno para liberarse de las responsabilidades del 11 de abril es que consiguieron a quien culpar, mas no a los culpables. Recibí una sentencia que me condena a 30 años de prisión, sin ningún tipo de beneficio.
Paradójicamente todos los pistoleros que ese día dispararon contra los manifestantes y contra la policía que resguardaba al pueblo están en libertad plena. La mayoría de estos asesinos fueron absueltos, los otros beneficiados con una Ley de Amnistía decretado por Chávez en diciembre del 2007.
Esta historia de horror continuó con el inefable Eladio Aponte Aponte, quien simuló leer en siete días continuos las 8,313 páginas del expediente, estudió la sentencia de la Corte de Apelaciones, analizó los alegatos de la defensa contenidos en el recurso; elaboró su ponencia y la sometió a discusión de sus compañeros de Sala. Obviamente ratificaron la posición de los jueces de Maracay.
Esto va más allá de una suposición mía. Eladio Aponte Aponte, quien ejerció desde el Tribunal Supremo de Justicia el cargo más importante del país en materia penal, hace poco confirmó públicamente lo que desde hace años hemos denunciado: que hay presos políticos en Venezuela y yo soy uno de ellos. Basta leer sus palabras textuales: "Sí, hay gente que la orden es no soltarlos, principalmente los comisarios. La orden viene de la Presidencia. La posición de la Sala Penal es convalidar todo lo que venía hecho, en pocas palabras: aceptar que esos señores no podían salir". El máximo representante de la justicia penal en el país admitió haber manipulado la justicia con el propósito de complacer los intereses de Hugo Chávez.
Paolo Luers, 2 de Octubre de 2012, El Diario de Hoy / elsalvador.com
Cuando los venezolanos van a las urnas el próximo domingo tendrán múltiples razones para terminar con el gobierno de Hugo Chávez. Una de ellas es la inexistencia de una justicia independiente. Chávez ha sometido a la Fiscalía y al órgano de justicia en instrumentos de su revolución bolivariana.
Testigos de esto son los presos políticos. Según el gobierno, no existen. Sólo existen "políticos presos por delitos comunes".
Esta semana iba a entrevistar, dentro de su celda, en las oficinas centrales de la policía política SEBIN a Iván Simonovis, un policía de carrera y ex-Secretario de Seguridad Pública del Distrito Metropolitano de Caracas. Esta visita se frustró porque el gobierno venezolano decidió no dejarme entrar al país como corresponsal de prensa. Sin embargo, logramos hacer la entrevista por escrito, gracias a Bony Simonovis, su esposa y abogada.
El caso Simonovis (y de los otros comisarios) es uno de los más escandalosos de injusticia en Venezuela. Es un caso de venganza política del presidente y de su intento de reescribir la historia de los dramáticos días de abril 2002.
El 11 de abril murieron 19 manifestantes opositores en el Puente Llaguno, atacados por grupos de choque chavistas. El régimen, para construir su versión de los hechos, necesitaba a culpables que no fueran partidarios chavistas. Los encontraron en un grupo de integrantes de la Policía Metropolitana que aquel día 11 de abril hicieron lo posible para proteger a los manifestantes civiles. Iván Simonovis nos cuenta su historia.
Iván, te declaras preso político. ¿Por qué?
Todos los gobiernos niegan categóricamente la existencia de presos políticos. Este gobierno se separó de los apostolados jurídicos. Es un gobierno con arquitectura democrática, pero en la práctica todo el poder del Estado está en el puño de hierro del presidente Chávez. Prueba de ello son las recientes confesiones de un exmagistrado del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) sobre cómo manipuló casos de interés político a favor de los intereses del gobierno.
El juez Eladio Aponte Aponte, expresidente de la Sala Penal del TSJ, no dijo nada que no supiéramos o sospecháramos. Sin embargo, la sangre se hiela al escuchar sus confesiones. Básicamente dijo: 1) Que recibió órdenes del presidente Chávez de cómo se decidirían casos incómodos para el gobierno. 2) Que nuestro juicio, y una veintena más, estuvieron marcados por una sistemática violación de principios y de todo fundamento legal. 3) Que en nuestro caso en particular quedaron perfectamente claras las órdenes explícitas de retardar el juicio, se ordenó hacernos pasar todas las "penurias posibles" —palabras textuales— en los traslados al Tribunal y obviamente condenarnos a la máxima pena.
Tengo 93 meses preso, ahora aparece el jefe de todos los jueces penales del país y confiesa que nos condenó sin pruebas. Con esa confesión, en cualquier país medianamente democrático ya deberían habernos liberado, pero la bizarra justicia venezolana lo interpreta de otra manera.
¿Qué sientes cuando estas cosas se dan y la justicia no se mueve?
Indignación, rabia, frustración y mucho dolor.
Iván, ¿de dónde proviene este grado de odio y agresión de Chávez contra tu persona?
Soy prisionero político de Hugo Chávez. Mi pecado: aún estando aquí encarcelado, siempre fui, soy y seré un crítico de las políticas de este régimen, específicamente en el área de seguridad pública.
En este país, con Chávez, eso es un delito; te conviertes en su enemigo por pensar distinto. Desde esta cárcel sigo ejerciendo mi vocación, elaborando sobre la situación de inseguridad del país.
Cuando Chávez llegó al gobierno había un promedio de 18 asesinatos por cada 1000 habitantes. Hoy día son 67. El año pasado fueron 19,340 homicidios a nivel nacional.
¿Cuál ha sido tu carrera profesional?
Durante más de 23 años laboré en la policía de investigación criminal, antiguamente denominada Policía Técnica Judicial. Cursé estudios en el Instituto Universitario de Policía Científica, de donde me gradué como investigador criminal, y alcancé las más altas jerarquías policiales. Fui jefe de la Unidad de Operaciones Especiales. He sido articulista en distintas revistas y periódicos locales e internacionales y tengo más de 1,500 horas de conferencias dictadas a nivel nacional e internacional sobre la criminalidad en Venezuela y Latinoamérica.
En 2000 fui nombrado Secretario de Seguridad del Distrito Metropolitano de Caracas. Durante mi gestión concentré mis labores a diseñar políticas de seguridad pública. Mis funciones estaban basadas en coordinar las actividades de los diferentes organismos de seguridad y prevención: la policía uniformada, los bomberos, la defensa civil.
¿Cuál es para Chávez y su gente el significado tan importante de los acontecimientos del Puente Llaguno y de tener como culpables a unos comisarios de la Policía Metropolitana que era un cuerpo de seguridad no bajo control del gobierno, sino del alcalde mayor que había roto con Chávez y se negó a reprimir las manifestaciones? ¿Me lo puedes poner en el contexto histórico?
En el año 2002 ya se vivía una sociedad polarizada, como consecuencia del discurso sesgado y cargado de odio de Chávez. Para abril del 2002 se habían contabilizado más de 1,200 manifestaciones de los diferentes sectores del país: estudiantiles, trabajadores y ciudadanos comunes. Todos tenían un denominador común: el repudio a la instauración de un sistema autoritario. La sistemática violación de los Derechos Humanos estaba floreciendo y los venezolanos no estaban de acuerdo con esto.
Es por ello que el 11 de abril del 2002 más de un millón de personas se concentraron para manifestarse abiertamente contra de las políticas chavistas. La euforia de los asistentes los llevó de manera espontánea a tomar la decisión de ir al Palacio Presidencial de Miraflores. Hombres, mujeres, jóvenes y niños marcharon convencidos de que la democracia los protegería. Se trataba de una marcha llena de mucha alegría, y por qué no decirlo, de plena inocencia. Cantos, bailes y optimismo alentaban al pueblo a seguir adelante como un cuerpo unificado.
Sin embargo, esta pacífica concentración nunca llegó al Palacio Presidencial. A medida que se acercaban a su objetivo, los cantos comenzaron a callarse. Había dos planos conviviendo al unísono: el de la energía contagiosa que los había llevado hasta allí y el del entendimiento de que algo no marchaba bien.
A unas cuadras del Palacio, grupos milicianos afectos al gobierno interceptaron a los manifestantes. Era una emboscada. Escondidos y usando armas automáticas disparaban contra la masa de manifestantes opositores. Miembros de mi familia marchaban en ella, mi esposa, suegra, cuñadas. Las imágenes eran aterradoras. Parecía una guerra, salvo que sólo una parte contaba con las armas y la rabia necesarias.
Bony Simonis, esposa y abogada del policia encarcelado, en una entrevista en Caracas 2010 |
¿Y la policía?
Nosotros como Policía Metropolitana tratamos de proteger a los manifestantes. Logramos controlar la situación antes de que hubiera cientos de manifestantes muertos. Algunos de los pistoleros fueron detenidos. Confesaron que ellos disparaban contra la policía, es decir, contra la legítima y uniformada autoridad, así como contra la manifestación. El resultado fue 19 personas muertas y un centenar de heridos.
La Fiscalía General de la República abrió 79 investigaciones penales. Del total de las averiguaciones iniciadas por las autoridades judiciales del país, el 96.20 % de los casos o no ha pasado de la fase inicial de la investigación penal, o simplemente han sido sobreseídos y archivados.
Yo fui detenido mucho después, el 22 de noviembre del 2004, sin que existiera orden alguna de aprehensión. De hecho, días después apareció una orden a destiempo dictada por el juez Maikel Moreno, quien —casualmente— había sido abogado de varios de los pistoleros adeptos al Gobierno chavista, quienes dispararon contra los manifestantes.
Bony&Iván |
Mi juicio se inició el 20 de marzo de 2006 y concluyó el 3 de abril de 2009. Se celebraron 231 audiencias, se analizaron 265 experticias y 72 pruebas documentales, declararon 196 testigos y 45 expertos, se exhibieron más de 5,700 fotos y videos, convirtiéndose así en el juicio oral y público más largo de la historia judicial venezolana. La jueza Marjorie Calderón, responsable del proceso por la parte acusadora, es esposa de un parlamentario regional del partido de gobierno PSUV, mientras que la fiscal del caso, Haiffa El Aissami, es hermana del actual ministro de Justicia, Tarek El Aissami, quien es ministro del Interior del gobierno de Chávez.
El resultado de toda esta componenda que armó el gobierno para liberarse de las responsabilidades del 11 de abril es que consiguieron a quien culpar, mas no a los culpables. Recibí una sentencia que me condena a 30 años de prisión, sin ningún tipo de beneficio.
Paradójicamente todos los pistoleros que ese día dispararon contra los manifestantes y contra la policía que resguardaba al pueblo están en libertad plena. La mayoría de estos asesinos fueron absueltos, los otros beneficiados con una Ley de Amnistía decretado por Chávez en diciembre del 2007.
Esta historia de horror continuó con el inefable Eladio Aponte Aponte, quien simuló leer en siete días continuos las 8,313 páginas del expediente, estudió la sentencia de la Corte de Apelaciones, analizó los alegatos de la defensa contenidos en el recurso; elaboró su ponencia y la sometió a discusión de sus compañeros de Sala. Obviamente ratificaron la posición de los jueces de Maracay.
Esto va más allá de una suposición mía. Eladio Aponte Aponte, quien ejerció desde el Tribunal Supremo de Justicia el cargo más importante del país en materia penal, hace poco confirmó públicamente lo que desde hace años hemos denunciado: que hay presos políticos en Venezuela y yo soy uno de ellos. Basta leer sus palabras textuales: "Sí, hay gente que la orden es no soltarlos, principalmente los comisarios. La orden viene de la Presidencia. La posición de la Sala Penal es convalidar todo lo que venía hecho, en pocas palabras: aceptar que esos señores no podían salir". El máximo representante de la justicia penal en el país admitió haber manipulado la justicia con el propósito de complacer los intereses de Hugo Chávez.
Al igual que en un juicio kafkiano, es una pesadilla que no termina. La
violación de derechos humanos en mi contra es una saga: En mayo de 2009
se me solicitó traslado a un centro hospitalario con el objeto de
practicarme exámenes relativos a una dolencia de columna que padezco
hace años. Pues bien, luego de dos años y medio de espera, en septiembre
de 2011, finalmente fui trasladado a un centro asistencial. El estudio
de densitometría ósea en mi columna vertebral determinó, además de la
localización de un fractura cervical, que tengo riesgo de fractura a
nivel de la columna lumbar, así como a nivel del fémur izquierdo,
motivado a que mi densidad mineral ósea está por debajo de los valores
normales para un paciente de mi edad, esto como consecuencia de las
condiciones de reclusión en las que me encuentro y la falta de
exposición a la luz solar, ya que en siete años y siete meses preso solo
he tenido acceso a 13 días de aire y sol.
Con este examen en mano, mi esposa y abogada acudió en diciembre del 2011 al Tribunal Primero de Ejecución de Aragua y presentó una solicitud de libertad condicional por razones humanitarias, a objeto de recibir el tratamiento médico adecuado a mis múltiples patologías. La jueza jamás se pronunció al respecto y la solicitud desapareció del expediente.
El 4 de junio pasado, mis abogados acudieron nuevamente al Tribunal Primero de Ejecución del Estado Aragua, ahora a cargo de una flamante boliburguesa, la abogada Valenciana Ada Marina Armas Díaz. Nuevamente se hizo la solicitud de libertad condicional por razones humanitarias, pero además también se solicitó una medida alternativa de cumplimiento de la pena, dado que al haber cumplido un cuarto de la pena me correspondería el Destacamento de Trabajo.
La decisión no sorprendió a nadie: todo fue negado. La medida humanitaria fue negada por cuanto el medico forense, que la jueza envió, no pudo constatar lo que indicaban los informes médicos. Resulta que el medico forense que enviaron era ginecólogo y no trajo ni un estetoscopio. Además la medida alternativa del cumplimiento de la pena fue negada por cuanto el resultado del examen psicosocial no había sido "favorable". Pero el meollo del problema radica que ante la pregunta si me arrepentía de lo que había hecho el 11 de abril respondí: "No, porque sencillamente ese día yo cumplí mi deber de salvar vidas".
¿Todos los jueces actúan así?
Eladio Aponte Aponte dijo textualmente: "La justicia no vale..., la justicia es una plastilina, porque se puede modelar, a favor o en contra…" Más del 70 % de los jueces no goza de estabilidad en el cargo. Así pueden ser removidos con facilidad cuando adopten decisiones que puedan afectar los intereses del régimen. Pero cada una de sus decisiones están siendo documentadas. Tarde o temprano deberán responder ante la Justicia que me han negado.
Con este examen en mano, mi esposa y abogada acudió en diciembre del 2011 al Tribunal Primero de Ejecución de Aragua y presentó una solicitud de libertad condicional por razones humanitarias, a objeto de recibir el tratamiento médico adecuado a mis múltiples patologías. La jueza jamás se pronunció al respecto y la solicitud desapareció del expediente.
El 4 de junio pasado, mis abogados acudieron nuevamente al Tribunal Primero de Ejecución del Estado Aragua, ahora a cargo de una flamante boliburguesa, la abogada Valenciana Ada Marina Armas Díaz. Nuevamente se hizo la solicitud de libertad condicional por razones humanitarias, pero además también se solicitó una medida alternativa de cumplimiento de la pena, dado que al haber cumplido un cuarto de la pena me correspondería el Destacamento de Trabajo.
La decisión no sorprendió a nadie: todo fue negado. La medida humanitaria fue negada por cuanto el medico forense, que la jueza envió, no pudo constatar lo que indicaban los informes médicos. Resulta que el medico forense que enviaron era ginecólogo y no trajo ni un estetoscopio. Además la medida alternativa del cumplimiento de la pena fue negada por cuanto el resultado del examen psicosocial no había sido "favorable". Pero el meollo del problema radica que ante la pregunta si me arrepentía de lo que había hecho el 11 de abril respondí: "No, porque sencillamente ese día yo cumplí mi deber de salvar vidas".
¿Todos los jueces actúan así?
Eladio Aponte Aponte dijo textualmente: "La justicia no vale..., la justicia es una plastilina, porque se puede modelar, a favor o en contra…" Más del 70 % de los jueces no goza de estabilidad en el cargo. Así pueden ser removidos con facilidad cuando adopten decisiones que puedan afectar los intereses del régimen. Pero cada una de sus decisiones están siendo documentadas. Tarde o temprano deberán responder ante la Justicia que me han negado.
(El Diario de Hoy)
martes, 2 de octubre de 2012
La boda y su marcha nupcial
Quisiera aclarar desde el principio: me considero un fiel
creyente de la importancia del rol de la iniciativa privada y de la libertad de
contratación y de la autonomía de la voluntad de las partes en la vida de un
país y por lo tanto de toda la actividad económica que se desprenda del sector
privado. Por lo tanto quisiera evitar dar la impresión de tener
un doble discurso al reflexionar en este artículo sobre un acto que es por
excelencia la unión patrimonial más importante y que da vida a la persona jurídica
que más empeño se requiere para que perdure; me refiero por supuesto, al
matrimonio.
El matrimonio de acuerdo a la RAE es la “unión de hombre y mujer
concertada mediante determinados ritos o formalidades legales”, a este acto
concreto de contraer el matrimonio se le conoce como “Boda” o “casamiento”.
Muchos de los lectores pensarán antes que nada en la boda religiosa y quizá en
uno de sus rituales más comunes: la marcha nupcial. Permitanme comentarles
que la marcha nupcial fue escrita por Felix Mendelssonhn en 1826, y que la
tradición de tocar esta obra musical en las bodas surge con la boda de la
princesa de Alemania Victoria de Sajonia Coburgo Gotha con el príncipe Federico
III. Como puede verse, la actual costumbre popular tiene en realidad un origen
muy aristocrático.
Pareciese que la mentalidad actual, so pena de parecer machista,
en particular en algunos colectivos femeninos, es sostener que la
boda debe ser un momento único y maravilloso, completamente idealizado y
sobre todo que debe ser un reflejo patente del estilo de vida que ambos
desean, aspiran y al cual tienen o tendrán acceso en su vida futura. Toda
esto se debe transmitir mediante el ritual de la celebración y así entre
más grande dicho ritual, mejor.
Aunque parezca contrario a nuestra sensibilidad considerar el
matrimonio como un bien o servicio que adquieren dos personas por mutuo
acuerdo, la boda es en muchos casos el consumo de un bien más, el cual tendrá
un vínculo directo con la capacidad adquisitiva y de endeudamiento de la recién
pareja de esposos, por lo tanto habrán bodas en las cuales muchas veces no
alcanzará, ya sea por lejanía de la tecnología o las tendencias de la moda, ni
para la famosa marcha nupcial, así como existirán bodas que además de tener una
celebración civil previa, tendrán una boda religiosa de esas que
encienden la imaginación del colectivo con su fastuosa celebración.
En el mismo sentido, quizá valga la pena mencionar lo que nos
dice Thorstein Veblen, sociólogo estadounidense del siglo pasado en su famosa
obra “Teoría de la clase ociosa”: “La riqueza o el poder deben ser exhibidos,
pues la estima sólo se concede a cosas que se ven. La demostración de riqueza,
no sólo sirve para que los demás se den cuenta de nuestra importancia y
mantengan viva y despierta esta impresión, sino que sirve también para edificar
y preservar la propia autocomplacencia”. Considero que este párrafo nos permite
comprender la aparente necesidad y a la vez lo superfluo de lo que se define
como un lujo: “Demasía en el adorno, en la pompa y en el regalo”.
Como ejemplo de los contrastes, el 9 de septiembre del presente
año, 17 parejas contrajeron matrimonio en el despacho de un alcalde de AMSS,
341 en lo que va del año y 1,431 desde el 2009. Esto ha sucedido en tan solo una
de las 262 alcaldías del país. Como puede verse, son miles las parejas que no
tienen el privilegio de hacer su entrada con la marcha nupcial y debido a sus
limitantes económicas no pueden acceder a una boda (producto o bien económico)
más…suntuosa, porque evidentemente lo digno no tiene nada que ver directamente
con el poder adquisitivo.
Reiterando la advertencia inicial de que mi intención
no es juzgar moralmente el uso del dinero de los privados, me gustaría plantear
mi propuesta en términos estrictamente prácticos y económicos: 1. El país
necesita mas ingresos de cualquier vía legal para invertir en mas obras
sociales (acá se asume que cualquier nueva recaudación será administrada de
manera eficiente y transparente); 2. Estamos de acuerdo que quien tiene más
pague más y las bodas desde nuestro punto de vista no deberían ser la excepción
de clasificarlas como un bien más, y dado el caso como bienes lujosos 3.
Por lo tanto podría trabajarse en la definición e identificación del
momento económico de la boda (pagos a un hotel o cualquier establecimiento por
reservaciones para bodas, reservaciones a empresas organización de bodas, etc.)
para así aplicar un impuesto similar al mecanismo del impuesto sobre la
renta.
Al fin al cabo el deseo y la tradición por casarse
seguirá teniendo una demanda bastante inelástica (cambio en el precio no afecta
o afecta poco la cantidad demandada), y por ende los que pueden y
quieren pagar bastante por una boda siempre lo seguirán haciendo, aún si
pagan un poco más.
Carta a Norman Quijano
Estimado Norman:
Te proclamaron oficialmente candidato presidencial. Bueno, oficial por tu partido. Para que te puedas inscribir falta un año. No sé si felicitarte o consolarte, porque la verdad es que te metiste en un gran huevo: Ser primero en salir y tomar la delantera, en carreras de larga distancia, nunca es la estrategia de los ganadores.
Te diste cuenta que nuestros detractores comunes me están acusando de ser escribano a sueldo tuyo. Espero que no te molestés conmigo por el “hecho” que, según las mismas fuentes, también estoy en la planilla del ministro de Seguridad, ya que escribo a favor de darle una oportunidad a la tregua de las pandillas...
Disculpe, alcalde, que hasta ahora no he hecho ni escrito nada para ganarme mi sueldo ficticio. Ya me siento algo culpable, sobre todo porque me he tomado la libertad de criticar el proceso interno que llevó a tu prematura candidatura. Ojala que no me borrés por esto de tu planilla...
Vaya, voy a hacer algo para ganarme el salario ficticio, dándote un par de buenos consejos, hoy que estás diseñando tu estrategia para el 2014.
Primero, tienes que deshacerte de la caravana con la cual te mueven por todos lados. No tratés de emular a Funes en su afán de mostrar poder exhibiendo arrogancia. ¿Qué pasó con el alcalde en bici?
Segundo, donde sí te conviene piratear una receta exitosa de Funes es en el uso (más bien: no uso) de colores de partido. Así como lo hiciste en tu campaña de reelección de alcalde. No dejés que te disfracen, vos sos candidato a convertirte en ciudadano presidente, no en jefe de un ejército de pinta y pega.
Tercero: Ciudadito con la selección del vice y de tu equipo. O mostrás que vas a trabajar de la mano con los jóvenes que quieren innovar a tu partido y al país, o vas para ningún lado. Presentá un futuro equipo de gobierno de gente con criterio independiente. Dejá afuera a los “yes men” y los oportunistas, que nunca te van a contradecir, aunque estés al punto de cometer errores.
Bueno, Norman, como hasta ahora no he visto ningún cheque, no te puedo soltar más consejos. Sólo estos tres, que más bien son de sentido común que te puede dar cualquiera en la calle. Y no te enojés cuando me veas dando consejos a tus contrincantes...
Saludos, Paolo
Te proclamaron oficialmente candidato presidencial. Bueno, oficial por tu partido. Para que te puedas inscribir falta un año. No sé si felicitarte o consolarte, porque la verdad es que te metiste en un gran huevo: Ser primero en salir y tomar la delantera, en carreras de larga distancia, nunca es la estrategia de los ganadores.
Te diste cuenta que nuestros detractores comunes me están acusando de ser escribano a sueldo tuyo. Espero que no te molestés conmigo por el “hecho” que, según las mismas fuentes, también estoy en la planilla del ministro de Seguridad, ya que escribo a favor de darle una oportunidad a la tregua de las pandillas...
Disculpe, alcalde, que hasta ahora no he hecho ni escrito nada para ganarme mi sueldo ficticio. Ya me siento algo culpable, sobre todo porque me he tomado la libertad de criticar el proceso interno que llevó a tu prematura candidatura. Ojala que no me borrés por esto de tu planilla...
Vaya, voy a hacer algo para ganarme el salario ficticio, dándote un par de buenos consejos, hoy que estás diseñando tu estrategia para el 2014.
Primero, tienes que deshacerte de la caravana con la cual te mueven por todos lados. No tratés de emular a Funes en su afán de mostrar poder exhibiendo arrogancia. ¿Qué pasó con el alcalde en bici?
Segundo, donde sí te conviene piratear una receta exitosa de Funes es en el uso (más bien: no uso) de colores de partido. Así como lo hiciste en tu campaña de reelección de alcalde. No dejés que te disfracen, vos sos candidato a convertirte en ciudadano presidente, no en jefe de un ejército de pinta y pega.
Tercero: Ciudadito con la selección del vice y de tu equipo. O mostrás que vas a trabajar de la mano con los jóvenes que quieren innovar a tu partido y al país, o vas para ningún lado. Presentá un futuro equipo de gobierno de gente con criterio independiente. Dejá afuera a los “yes men” y los oportunistas, que nunca te van a contradecir, aunque estés al punto de cometer errores.
Bueno, Norman, como hasta ahora no he visto ningún cheque, no te puedo soltar más consejos. Sólo estos tres, que más bien son de sentido común que te puede dar cualquiera en la calle. Y no te enojés cuando me veas dando consejos a tus contrincantes...
Saludos, Paolo
(Más!/EDH)
lunes, 1 de octubre de 2012
Observador político: Llegó “El Flaco” a Caracas - para quedarse
Viendo en Globovisión la transmisión en
vivo del cierre de campaña de Henrique Capriles, me cuesta imaginar que el
próximo domingo no gane al comandante Hugo Chávez. A la par de ‘El Flaco con la
cachucha’, como los venezolanos llaman al candidato opositor, Chávez –más allá
del desgaste por su enfermedad, por 14 años de gobernar y por su discurso
siempre confrontativo- parece el candidato conservador. Y Capriles, mas allá de
su condición de joven dinámico, parece un innovador con fuertes componentes
socialdemócratas.
La juventud de Capriles (de apenas 40
años) tuvo su reflejo fiel en la multitud de más de 1 millón de caraqueños que
lo recibieron en la capital: Las cámaras mostraron una mayoría de jóvenes. Con
esta generación, que ha pasado la mayor parte de su vida en una Venezuela
gobernada por Chávez y el Socialismo del Siglo 21, y con este candidato
opositor, difícilmente pega la permanente alerta del actual presidente contra
“los burgueses que quieren que Venezuela regrese al antiguo régimen corrupto”
de los años 70 y 80, derrotado por la ‘Revolución Bolivariana’.
Al subir al escenario al estilo más de un
rock star como de un político tradicional, vestido como siempre de ropa
deportiva y con su gorra de baseball, Capriles puso el dedo en la llaga y
comenzó su discurso haciendo suyo el “espíritu de cambio y esperanza del 1998”,
que derrumbó la llamada ‘Cuarta República’ y llevó al poder a un joven y rebelde
militar llamado Hugo Chávez: “Cuando el otro candidato fue electo presidente,
yo fui electo el más joven presidente de la Asamblea de nuestra historia. Y todavía
estoy en este proceso de cambio, igual de flaco, mientras que el otro candidato
se enfermó del poder y no lo quiere soltar.”
Y de ahí Capriles le fue cobrando a
Chávez, punto por punto, todas las promesas incumplidas de esta gran ilusión de
cambio del 1998: Hoy Venezuela no tiene paz, sino violencia; no tiene empleo,
sino destrucción de la producción nacional; tiene peores escuelas,
universidades, cárceles y hospitales...
Henrique Capriles Radonski no es un gran
orador, como indudablemente lo es Chávez. Esto, en un país de tan enorme pasión
por la retórica, parece un problema serio para un candidato. ‘El Flaco’ lo sabe
y nunca trata de competir con su contrincante en este deporte nacional de
desbordante oratoria demagógica. En el discurso de Capriles se notaban sus
nervios, su voz se quebró frecuentemente, perdió varias veces el hilo... Pero esto
no afectó su conexión con la multitud. Le da hasta ventaja, le ayuda ganar
simpatía: Los venezolanos están cansados de oratoria y sedientos de soluciones;
cansados de ideología y curiosos de ideas. Y esto es lo fuerte del ex-alcalde
de Baruta y gobernador de Miranda: ideas y soluciones prácticas; llevar la
política del campo de ideología al campo de la administración pública
eficiente.
Si uno compara la campaña opositora con
la campaña chavista, las diferencias son evidentes – y parecen trabajar en favor
de ‘El Flaco’. En las concentraciones de Chávez un mar de rojo: banderas,
camisas, cachuchas, pancartas de un sólo color. Las concentraciones de la
oposición son multicolores, porque Capriles representa un abanico de 25
partidos, unos de trayectoria de izquierda, otros de trayectoria de derecha, la
gran mayoría de carácter reformista: socialdemócratas, socialcristianos,
verdes, humanistas... Pero la mayoría de los asistentes al gran meeting en
Caracas son civiles, vestidos de civil. La diferencia visual refleja la
diferencia política: uniformidad versus pluralidad. Revolución versus reforma.
Militancia contra ciudadanía...
Otra diferencia entre las dos campañas:
Bombardeo aéreo de Chávez y su gobierno versus un recorrido maratónico casa por
casa de ‘El Flaco’. Lo hizo en la campaña de las elecciones primarias y lo
repitió ahora: primero casa por casa, luego barrio por barrio, después ciudad
por ciudad, para culminar en concentraciones gigantescas en cada estado. Claro,
‘El Flaco’ en la vida real es maratonista, y Chávez, en la vida real, es
paciente de cáncer. El presidente se concentra en la televisión, disponiendo de
un imperio de medios y en la cadena nacional obligatoria: Ha utilizado más de
80 horas de cadena nacional. 80 horas en todos los canales y radios del país,
hablando solo. Se negó a debatir. Su opositor no tiene acceso a cadena
nacional, pero además sabe que no dispone de este don del carisma mediático.
Hizo lo correcto: convertir la desventaja en virtud, ir a la calle full time,
en todo el país. Y de repente él mismo y la gente descubrieron algo insólito:
Este hombre tiene un enorme carisma a corta distancia, en el contacto directo
con la población. Tuve la oportunidad de acompañarlo, en su trabajo de
gobernador, a pueblos remotos, y observé como la percepción de la gente cambió
radicalmente una vez que lo tenían de frente. Este hombre pintado de
‘ricachón’, de elitista, de ‘oligarca’, cuando la gente lo tiene cerca, resulta
humilde, abierto, simpático y divertido. Resulta que escucha.
Entonces, cada uno de los candidatos
escogió su campaña: Chávez, como su salud no le permite una campaña terrestre,
escoge la super-mediática, con discurso violento y confrontativo, tildando a su
adversario de cualquier cosa; Capriles, que no tiene ni los recursos ni el don
para campaña mediática, escoge el contacto directo: Vean, aquí estoy, así soy,
un flaco con cachucha y buenas ideas. Y casi no habla de su contrincante.
Y así va ‘El Flaco’, desmontando el
monstruo ‘ultra-derechista’ que el oficialismo ha pintado de él; desmontando
sistemáticamente la retórica revolucionaria, confrontándola con los hechos, con
los números de desempleo, homicidios, falta de vivienda, deficiencias de salud
y educación. Y con propuestas prácticas.
Nadie hubiera pensado que de esta manera
Capriles pudiera acumular y acumular hasta llegar, justo para el cierre, a la
culminación: movilizar a millones de gente en las ciudades principales; armar
espectáculos al estilo de concierto de rock; conectar con multitudes de jóvenes
y mujeres. Como buen corredor de maratón que es, supo medir y administrar sus
tiempos y sus fuerzas.
“Esta batalla no es entre partidos ni
entre ideologías, es entre dos estilos de vida”, dijo Capriles a los
caraqueños. Y acto seguido habló de que en la nueva Venezuela cabrán todos, sin
distinciones ideológicas, sin revanchas, sin exclusiones, sin perdedores. Un
contraste muy fuerte al discurso de Chávez que siempre pinta divisiones,
confrontaciones, diferencias entre las dos Venezuelas incompatibles que él ve:
la Venezuela revolucionaria, y la Venezuela de los ‘vendepatrias’.
Hay otras diferencias entre las dos
campañas, y también parecen trabajar a favor de Capriles. Chávez habla del
pasado, Capriles habla del futuro. Chávez habla de defender el status quo,
aunque tenga el apellido ‘Revolución’; Capriles habla de reformas, cambios,
soluciones, inversiones, sacrificios compartidos.
Pude observar hace como dos años el
inicio de un importante cambio en la percepción de la gente. Durante 10 años la
oposición no pudo ganar, porque la gente la asociaba con inestabilidad e
incertidumbre. Esto empezó a cambiar cuando líderes jóvenes como Leopoldo
López, Pablo Pérez (el gobernador de Zulia) y Henrique Capriles se pusieron a
la cabeza de la oposición. En un año de campaña, dirigida por estos líderes y
muchos otros de la misma generación, este cambio de percepción se hizo
irreversible. Hoy la violencia, el peligro de inestabilidad e incluso de
confrontaciones que rompan la paz son asociados con Chávez y con su intento de
retener el poder, no con la oposición que muestra pluralidad, tolerancia,
reformismo y voluntad de reconciliación.
(El Diario de Hoy)