Le felicito. No tanto por su toma de posesión como presidente, el día sábado 1 de diciembre - porque esta fiesta estaba aguada por todas las dudas sobre la manera como usted llegó al poder: la campaña, el rol de Televisa en ella, las acusaciones de fraude y compra de votos...
Lo felicito por lo que logró el primer día de su presidencia: firmar con los tres partidos mayoritarios un Pacto por México, que compromete a gobierno y partidos a realizar juntos las reformas políticas y económicas que necesita el país.
Lograr que las principales fuerzas del país y sus liderazgos, en vez de seguir mirando hacia los problemas del pasado, acuerden mirar las soluciones futuras, es un buen arranque para un gobernante. Sobre todo cuando su partido (el PRI que gobernó durante 70 años, estableciendo lo que Álvaro Vargas Llosa llamó la 'dictadura perfecta'), es tan cuestionado y despierta tanta desconfianza. Pero especialmente es un buen arranque para un presidente cuyo partido no dispone de las mayorías legislativas necesarias para cualquiera de las reformas que necesita México para recuperar su paz y asegurar su crecimiento económico. Mucho menos para consolidar su frágil institucionalidad democrática. Lo que tal vez ni siquiera está dentro de sus prioridades, pero sería uno de los resultados del Pacto...
A pesar de todas las deficiencias señaladas del proceso electoral (e independientemente si estas denuncias son ciertas o no), los electores mexicanos han decidido devolver la presidencia al PRI, castigando la corrupción y las políticas de seguridad erróneas del PAN y la radicalidad retórica que mostró la izquierda antes de que al fin se desmarcara de su líder López Obrador. Se desmarcó hasta después de las elecciones presidenciales, en las cuales López Obrador fue candidato. Y por esto perdió contra usted, la cara nueva del PRI.
Hasta qué punto usted representa un PRI renovado y democrático, no tengo forma de saber. Pero sí es visible que usted representa un PRI que ante el hecho de no poder gobernar y legislar sólo decidió concertar y no meter a su país a una estéril confrontación y parálisis. La gran figura fuera del pacto por México, Andrés López Obrador, nuevamente es el gran perdedor. Primero en las elecciones, cuando el pueblo no apoya su radicalismo. Y ahora, cuando la izquierda mexicana se niega a acompañarlo nuevamente en su berrinche contra lo que llama "un presidente ilegítimo".
Nuevamente, don Enrique, felicitaciones por el pragmatismo y la apertura en el primer paso de su gobierno. Me tomo la libertad de publicar esta carta en El Salvador, porque aquí nos urge que los políticos (de todos los colores y historiales) lleguen a entender que las nuevas generaciones de ciudadanos les exigen soluciones, no bloqueo de soluciones a nombre de fidelidad ideológica y pureza partidaria.
Saludos, Paolo Luers
PS: Disculpe que tanto el presidente de nuestro país como su vice han sido demasiado ocupados para poder asistir a su toma de poder. Uno lidiando con los problemas de las caravanas de la familia presidencial; el otro estudiando la elecciones sobre el 'Buen Vivir' que le encomendó Rafael Correa para desmarcarse del lenguaje ofensivo de Hugo Chávez....
(Más!/EDH)