ya entendimos todos que no les gusta, por nada, la Sala de lo Constitucional y la manera cómo ejercen su rol de guardián de la Constitución.
Por más que ahora ustedes atacan a esta Sala de “derechistas, que defienden los intereses de la oligarquía”, lo que realmente los tiene locos de furia es precisamente lo contrario: esta es la Sala más progresista que hemos tenido.
Parece absurdo, pero es la triste realidad: Ustedes, que prometieron “el cambio”, se ven retados por unos magistrados que realmente producen los cambios democráticos. A mi no me extraña, por nada. Porque sé que para la izquierda autoritaria no hay peor espanto que gente progresista que piensa y actúa con independencia. Por esto ustedes odian tanto a las magistrados Sidney Blanco y Florentín Menéndez: representan la izquierda incómoda, crítica, independiente que se niega a someterse a dictados del partido.
Esta Sala de lo Constitucional les ha quitado a ustedes la bandera de “el cambio”, este es gran pecado. A la par de ellos, ustedes de repente se ven como lo que son: los más conservadores de este país, los obstáculos para el cambio.
Esto no es una crisis constitucional, como ustedes lloriquean - a menos que ustedes la provoquen con sus berrinches. Es cierto: La Sala, por su carácter progresista e independiente, produjo una seria crisis. Pero no de la institucionalidad del país, sino una crisis de la izquierda. De repente se vuelve visible que el FMLN, en plena contradicción con sus orígenes, ya no está del lado de los ideales de democracia y libertad, por los cuales miles luchamos y muchos se murieron – sino del lado de la reacción. Y de las expresiones partidarias más corruptas del conservadurismo salvadoreño: Concertación Nacional y GANA.
Sólo hay una salida de esta crisis en la cual ustedes se metieron: Regresar a la los principios que han hecho fuerte a la izquierda, al pensamiento crítico, a la defensa de las libertades democráticas. En cambio, seguir con los berrinches contra la Sala y contra la voluntad expresa de la sociedad civil sólo va a agravar la crisis de identidad de una izquierda que se está despegando de su razón de ser.
Saludos, Paolo Lüers
(Más!/EDH)