Contento de verlo sano y salvo luego del desmadre del 29 de septiembre. Lo que menos necesitábamos en América Latina, luego del la opereta cómica de Manuel Zelaya, era un presidente ‘revolucionario’ andando por el continente haciendo el papel de víctima.
Usted dice que se escapó del intento de un golpe de Estado. No, señor, si esto fue un golpe de Estado, esta palabra ya no tiene sentido. Esto fue una rebelión de unos policías, resultado de la arrogancia de su gobierno. Esta fue una crisis mal manejada por un gobernante prepotente que, en medio de un discurso se da cuenta que le estaban chiflando la vieja, se arranca la corbata y grita: “Si quieren matar al presidente, ¡mátenme!”
Lo curioso: Nadie lo quería matar. Nadie quería hacer un golpe de Estado. Era simplemente un acto más en la telenovela llamada ‘Revolución’ producida por Alba Productions. En este acto el presidente de Ecuador, frustrado que nadie lo tome en cuenta para hacerle golpe de Estado, también quería ser héroe: “¿Cómo es posible que hasta al imbécil de Zelaya le hicieron golpe, y a mi nadie me para bola?”
Bueno, presidente, si usted sigue así de arrogante y temperamental, tal vez un día alguien le hace caso y lo desbanque. Ojala que no pase, porque jugar con el fuego es más peligroso de lo que usted piensa... Y seguramente mucho más peligroso que lo que le pasó anoche, cuando de repente un presidente tuvo que aguantar lo que normalmente recetan al pueblo: gas lacrimógeno.
Cuidado con este su temperamento, presidente Correa, y cuidado con lo que desea. ¿Y si se hace verdad?
Saludos, Paolo Lüers