"Los enemigos son grandes según el miedo que nos producen. No tengas miedo a nadie y no tendrás enemigos...", puso en facebook Neto Rivas.
"Dijo Bolívar que si vemos grandes a nuestros enemigos es que estamos de rodillas...", es el comentario que agrega Néstor Martínez.
En abril de este año 2010 se difundió en la Internet y en miles de hojas volantes un texto que por unos días causó impacto en la sociedad salvadoreña. No ha perdido nada de su vigencia:
"Es hora de perder el miedo y retomar nuestras vidas. Estamos hartos de sentirnos impotentes ante la violencia y el chantaje que ha convertido a nuestros barrios, cantones, parques y escuelas en zonas fuera de la ley, sin alegría, sin convivencia armónica.
"Esto no puede seguir así. Nuestro miedo, nuestro silencio, nuestra pasividad son cómplices del régimen de los delincuentes. No podemos esperar que el Estado resuelva lo que nosotros no estamos dispuestos a enfrentar con la frente en alto.
"Por eso, un grupo de ciudadanos hartos de nuestra impotencia hemos decidido romper el silencio y expresar que estamos dispuestos a retomar lo que nos pertenece: los barrios, las comunidades, los cantones, las escuelas y también nuestra voz para ser escuchados.
"El nuestro es un llamado al coraje civil y a la responsabilidad con nuestras comunidades. No se trata de responder a la violencia con más violencia. Se trata de que los salvadoreños recuperemos lo que es nuestro, que la mara vuelva a significar nuestro círculo de amigos, que el respeto vuelva a ser una cosa que se gana con trabajo y decencia, nunca con amenazas y violencia, que 'el barrio' vuelva a ser un lugar de convivencia y alegría y no un territorio en disputa entre pandillas.
"El nuestro es un llamado a superar el miedo. Ya no podemos permitir que el miedo nos paralice. Hay que levantar la voz y mostrar que nosotros, la gente decente, somos más y más fuertes.
"Estamos hartos y dispuestos a tomar responsabilidad por nuestras familias, por nuestras comunidades, por nuestro El Salvador. Seremos fuertes si actuamos juntos. No alimentaremos nosotros mismos la violencia que nos está consumiendo. Todos debemos comprometernos a tomar acción para recuperar lo nuestro: los barrios, las escuelas, las calles".
¿Les parece conocido el mensaje? Era el mensaje de la iniciativa Don Ramón, que logró mucha atención en los medios con sus mantas gigantes en los monumentos que decían: "YO NO ME DEJO RENTEAR".
Era acertado y necesario este mensaje. Fue una iniciativa audaz, creativa y bien hecha. Logró el apoyo de los alcaldes Norman Quijano y Oscar Ortiz y de muchos artistas, intelectuales y sobre todo de miles de jóvenes.
Pero la iniciativa falló. El comunicado de Don Ramón terminaba con una promesa: "Aún cuando las mantas de Don Ramón ya no estén en los puentes y monumentos, el mensaje no desaparecerá. Ya pegó a los salvadoreños en su corazón y consciencia".
Talvez les ha pegado. Pero no les ha movido a salir de la pasividad. El mensaje desapareció con las mantas...
Un grupo de artistas y creativos puede articular las ideas y los mensajes. Si son buenos, lo logran hacer en el momento oportuno y con mucho impacto, como demostró Don Ramón.
Pero también demostró la iniciativa Don Ramón: Esto no es suficiente para que la mayoría pierda el miedo, se articule, una esfuerzos y comience a retomar el control de los barrios.
Una iniciativa tipo Don Ramón pudo romper el silencio, pero no el miedo. Para esto se necesita que tomen acción los liderazgos reales: curas, pastores, profesores, empresarios, alcaldes, sindicalistas, dirigentes comunales...
El mensaje de Don Ramón sigue válido: "Todos debemos comprometernos a tomar acción para recuperar lo nuestro: los barrios, las escuelas, las calles".
Sigue pendiente convertir esto en organización, fuerza, contrapeso, solución. Es cierto que "somos más", pero ahora somos más víctimas. Mientras no nos convirtamos de víctimas en actores que tomamos el destino de nuestras comunidades (y de nuestro país) en nuestras manos, no nos sirve nada que seamos más.
Mientras esto no pase, ni el gobierno, ni la Fuerza Armada, ni Don Ramón nos van a salvar. Como queda demostrado con el paro del transporte.
Pero también queda demostrado: Los ciudadanos no van a movilizarse y tomar acción, mientras no se sientan respaldados por el gobierno y por una política de seguridad clara, consecuente, sin ambigüedades.
El gobierno no puede resolver el problema solo, sin los ciudadanos. Los ciudadanos no sienten confianza en el gobierno. ¿Cómo romper este círculo vicioso? La única llave la tiene en sus manos el presidente...
(El Diario de Hoy)