Estimados colegas:
¡No sean tan sangrones, por favor! Ustedes tratan al pobre presidente como si fuera un ciudadano. Además, ya lo conocen. Ya todos sabemos que se pone de mal humor cuando le hacen preguntas sobre las intimidades de sus amores y desamores con el Frente.
Por ejemplo, el pasado 15 de noviembre. Después del discurso en Plaza Libertad, ¿no se dieron cuenta que el pobre presidente estaba sudando a chorros, y ustedes interrogándolo sobre el viaje a Cuba, sus declaraciones sobre el socialismo del siglo 21, las declaraciones de Frente.
No jodan. No es culpa del presidente que siempre llega tarde y entonces a todos les agarra el sol de mediodía. Tengan más consideraciones. Tiene derecho de evadir preguntas como cualquier otro, así que no lo estén jodiendo con más preguntas y repreguntas.
Tampoco es culpa del señor presidente que don Medardo haya ido a Cuba y ahora anda jode que jode que ya arregló con Fidel...
No se dan cuenta que sólo pensar en el viaje a Cuba le causa dolor de... estómago al presidente. Tiene muchas cosas que pesan sobre él: ¿Me llevo a empresarios a un país donde no hay empresarios, o mejor no? ¿Llevo a la oposición a un país donde no permiten oposición, o mejor no? ¿Me reúno con Fidel y aguanto que me esté sermoneando sobre la guerra nuclear, cuando nosotros estamos en una guerra contra pandilleros armados de cuchillos y pistolas?
El hecho que el hombre haya sido colega nuestro no es razón para pensar que él entienda cómo funciona el juego entre el poder y los medios. No es razón para tratarlo como si fuera cualquiera que no tiene el peso de ‘el cambio’ encima.
¡No sean así, colegas!
Paolo Lüers