No muchos jefes tienen la suerte que sus empleados sean artistas y le dediquen una obra. ¡Que dicha la del señor Secretario de Cultura de la Presidencia! Ustedes le dedicaron la obra "Obertura a capella dedicada a Héctor Samour" para protestar contra el despido de dos de sus compañeros.
Lástima que el señor Secretario no tiene ningún sentido de humor, ni tampoco de justicia social. Primero mandó al carajo (perdón, al desempleo) a dos músicos de la orquesta, porque aprovecharon un concierto para demandar que se cumpla la promesa del Presidente de incorporarlos en el escalafón.
Y cuando se dio cuenta el señor Secretario que el jueves pasado toda la orquesta iba a aprovechar un concierto para respaldar a sus compañeros, mandó a cerrar las puertas del Teatro Presidente para que nadie entrara. Ni músicos, ni público.
Igual a ustedes me pregunto: ¿Realmente es aceptable que el Secretario de Cultura de la Presidencia tenga la potestad de despedir músicos y de suspender conciertos? ¿Y la Orquesta Sinfónica ni siquiera tiene la autonomía para que sobre estas cosas decida su director, en vez de un funcionario político?
Por esto yo critiqué la decisión de Mauricio Funes de convertir Concultura en una Secretaría de la Presidencia, en vez de darle más autonomía.
Me encanta que ustedes tuvieran la genial idea de convertir una demanda social en una obra musical. Me indigna la respuesta de los burócratas que deciden sobre cultura. Sigan así, estimados maestros. Les propongo que aprovechen el tiempo que no va a haber conciertos para componer su siguiente obra: “Oda coral con trombos y cachiporras dedicada a la Primera Dama de la República...”
Un abrazo de Paolo Lüers
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