No uso estas cartas públicas para resolver problemas personales. Sin embargo, mis problemas con Claro no son personales, los comparten millones de salvadoreños.
Además, realmente no me queda otra opción. He hablado cantidad de veces por teléfono al “Servicio al Cliente”, y jamás me han comunicado con un supervisor. He visitado su central en Olímpica para que alguien me recibiera y resolviera mi reclamo. Sólo para darme cuenta que no existe ninguna ventanilla para recibir quejas de clientes. Tuvo que esperar 84 minutos en la fila de clientes que piden “modificaciones”. Al final me atendió una señora muy amable y me dijo que no había ningún problema en resolver mi problema. Ella lo iba a resolver en este momento. En dos horas se reestablecería mi servicio. Casi le doy besos. Sólo que era paja. Dos horas más tarde, en vez de recibir nota que ya estaba reestablecido mi servicio, recibí nota que tenía que pagar 204 dólares de adelanto a la próxima factura.
Tengo días sin servicio, porque, según Claro, he “sobrepasado el límite de consumo”. Tengo un contrato post pago. Me niego a pagar por adelantado una factura ni siquiera emitida, sin saber en qué consiste el alto consumo.
Me dicen que lo hacen para protegerme. Que galán. Cortándome el servicio de celular cuando estoy en carretera, realmente me protege...
Ya no voy a hacer llamadas inútiles y visitas a un “servicio al cliente” que no atiende al cliente. Que le miente. Que lo deje sin solución. No voy a seguir con una compañía que, en vez de premiar al cliente por alto consumo, la castiga.
Quiero suspender el contrato, porque Claro no lo cumple. Resuélvanme por lo menos esto.
Y pensando que yo los he defendido en público, cuando la Asamblea quería interferir sus tarifas. Esto le pasa a uno cuando defiende principios...
Paolo Lüers
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