Es tiempo para ARENA de poner las cartas sobre la mesa. Todas. Es tiempo que los que quieren hacer política, muestren sus caras y sus ideas y empiecen a trabajar.
Hubo una decisión que tuvo sentido en la crisis después de las elecciones y durante el proceso de divorcio con el ex-presidente Saca: no incorporar a la dirección partidaria a los que tienen ambiciones presidenciales.
Porque había que hacer el trabajo de limpiar la casa - y eso lo tuvo que hacer un grupo transitorio que no buscaba quedarse para las elecciones. Era correcto que Alfredo Cristiani asumiera esta tarea y sus costos políticos, y que las figuras históricas del partido le echaran el hombro.
Pero ahora la mesa está servida para que se sientan los que quieren y pueden dirigir ARENA hacia las elecciones. Ahora todos los que tienen ambiciones, que comiencen a trabajar y mostrar que tienen capacidad de unificar, carisma para convocar a los jóvenes, valor de romper moldes, ganas de pelear.
¿Que esto crearía competencia? Sí, ¿y qué tiene de mala la competencia, una vez que hay reglas claras? Entonces, hay que definir las reglas y empezar a trabajar.
Tienen que entrar a la jugada pública, sin amarres artificiales, los que quieren competir por la dirección del partido y por la presidencia de la República.
Claro que no todos cabrán en el COENA. De todos modos, ARENA necesita una reestructuración de sus órganos de dirección. Necesita construir partido. Porque ARENA nunca ha sido realmente partido político, sino un aparato (por cierto, muy eficiente) para hacer campañas electorales y después asegurar el poder al presidente. Eso no es partido, no es un organismo vivo, ni mucho menos democrático.
No sirve para la oposición y para la renovación.
Una de las cosas que ARENA tiene pendiente, impostergablemente, es crear encima del COENA -que es una especie de gerencia- una dirección política deliberante, plural y representativa.
El COENA seguirá siendo el ejecutivo del partido - pero falta una especie de senado, que discute y decida políticas y estrategias, y en el cual se expresan, miden y concilian las diferentes tendencias, sectores e intereses que existen en un partido una vez que se abre a la democracia interna.
En este órgano de decisión tienen que estar representados los dirigentes representativos, las figuras emblemáticas e históricos; pero sobre todo las figuras con potencial presidencial, los talentos jóvenes y hambrientos, los mejores alcaldes y diputados. Todos los que representan algo en el partido, sea bases, sea legado histórico, sea fuerza innovadora, sea potencial intelectual.
La juventud que está ante las puertas del partido queriendo convertirlo en un instrumento para nuevas ideas y alianzas, tiene que ser muchísimo más agresivo. Los espacios del poder político no se conceden, se conquistan - y hoy es cuando.
Hoy es cuando, porque nadie puede trazar una hoja de ruta para ARENA que pase por la innovación de contenidos y el relevo generacional. Nunca un partido grande como ARENA ha estado tan maduro para que una generación audaz lo agarre, le refunda y lo haga vehículo suyo y de las reformas que necesita el país.
Esto ya no se puede discutir a nivel de quién entra al COENA y quién no. No se trata de definir quién termina siendo el director de actas o el director de transporte.
Se trata de asumir la tarea histórica de construir partido con todo lo que significa: la ruptura audaz con conceptos erróneos del pasado; una definición ideológica clara (que incluye una definición inequívoca de las ideologías adversarias a derrotar); y democracia interna con pluralismo y balances de poder.
Me imagino que todo esto está siendo discutido dentro de ARENA. Pero de nada sirve si no es un proceso transparente, un debate público - los únicos métodos de recuperar la confianza y la credibilidad.
Cuenta no sólo el resultado, también el proceso. Salga lo que salga del proceso interno de ARENA, si es percibido como producto de chanchullos y arreglos detrás del telón, no resuelvo su problema de falta de credibilidad y falta de sex appeal. La receta es: apertura, transparencia, audacia.
Porque había que hacer el trabajo de limpiar la casa - y eso lo tuvo que hacer un grupo transitorio que no buscaba quedarse para las elecciones. Era correcto que Alfredo Cristiani asumiera esta tarea y sus costos políticos, y que las figuras históricas del partido le echaran el hombro.
Pero ahora la mesa está servida para que se sientan los que quieren y pueden dirigir ARENA hacia las elecciones. Ahora todos los que tienen ambiciones, que comiencen a trabajar y mostrar que tienen capacidad de unificar, carisma para convocar a los jóvenes, valor de romper moldes, ganas de pelear.
¿Que esto crearía competencia? Sí, ¿y qué tiene de mala la competencia, una vez que hay reglas claras? Entonces, hay que definir las reglas y empezar a trabajar.
Tienen que entrar a la jugada pública, sin amarres artificiales, los que quieren competir por la dirección del partido y por la presidencia de la República.
Claro que no todos cabrán en el COENA. De todos modos, ARENA necesita una reestructuración de sus órganos de dirección. Necesita construir partido. Porque ARENA nunca ha sido realmente partido político, sino un aparato (por cierto, muy eficiente) para hacer campañas electorales y después asegurar el poder al presidente. Eso no es partido, no es un organismo vivo, ni mucho menos democrático.
No sirve para la oposición y para la renovación.
Una de las cosas que ARENA tiene pendiente, impostergablemente, es crear encima del COENA -que es una especie de gerencia- una dirección política deliberante, plural y representativa.
El COENA seguirá siendo el ejecutivo del partido - pero falta una especie de senado, que discute y decida políticas y estrategias, y en el cual se expresan, miden y concilian las diferentes tendencias, sectores e intereses que existen en un partido una vez que se abre a la democracia interna.
En este órgano de decisión tienen que estar representados los dirigentes representativos, las figuras emblemáticas e históricos; pero sobre todo las figuras con potencial presidencial, los talentos jóvenes y hambrientos, los mejores alcaldes y diputados. Todos los que representan algo en el partido, sea bases, sea legado histórico, sea fuerza innovadora, sea potencial intelectual.
La juventud que está ante las puertas del partido queriendo convertirlo en un instrumento para nuevas ideas y alianzas, tiene que ser muchísimo más agresivo. Los espacios del poder político no se conceden, se conquistan - y hoy es cuando.
Hoy es cuando, porque nadie puede trazar una hoja de ruta para ARENA que pase por la innovación de contenidos y el relevo generacional. Nunca un partido grande como ARENA ha estado tan maduro para que una generación audaz lo agarre, le refunda y lo haga vehículo suyo y de las reformas que necesita el país.
Esto ya no se puede discutir a nivel de quién entra al COENA y quién no. No se trata de definir quién termina siendo el director de actas o el director de transporte.
Se trata de asumir la tarea histórica de construir partido con todo lo que significa: la ruptura audaz con conceptos erróneos del pasado; una definición ideológica clara (que incluye una definición inequívoca de las ideologías adversarias a derrotar); y democracia interna con pluralismo y balances de poder.
Me imagino que todo esto está siendo discutido dentro de ARENA. Pero de nada sirve si no es un proceso transparente, un debate público - los únicos métodos de recuperar la confianza y la credibilidad.
Cuenta no sólo el resultado, también el proceso. Salga lo que salga del proceso interno de ARENA, si es percibido como producto de chanchullos y arreglos detrás del telón, no resuelvo su problema de falta de credibilidad y falta de sex appeal. La receta es: apertura, transparencia, audacia.
(El Diario de Hoy)