Nadie más, en la oposición, tiene el poder de convocatoria que posee la Mesa Democrática. Por eso esta experiencia debe ser cuidada. Ser exigente con la Mesa no significa estarle tirando piedras todo el tiempo, venga o no a cuento, y las más de las veces, de modo injusto y arbitrario.
El país está cruzado de problemas y el mayor de ellos es Chacumbele y su ya legendaria incompetencia y corrupción y, ciertamente, la Mesa debe atender las consecuencias de esta calamidad pública, pero su principal responsabilidad, hoy, lo que el país opositor le exige, es alcanzar ese Acuerdo Perfecto, esas listas y candidaturas únicas y unitarias que permitan derrotar a Chacumbele, con todo y las trampas del CNE.
Nadie mejor que él sabe que va palo abajo.
Las encuestas más recientes registran números devastadores para el régimen. La tendencia que ya se marcó a partir del referéndum de 2007, de incremento del voto opositor y descenso del voto oficialista, se ha acentuado a lo largo de 2009.
Chacumbele es minoría hoy. Y él lo sabe. Tiene semanas desvariando sobre el tema de que le convoquen un revocatorio. Nadie le para bola, pero él sigue con el tema, que ni siquiera alcanza el rango de provocación. ¿Creerá que los demás son tan tarados como algunos de sus colaboradores? A nadie se le escapa que es pura y simplemente una idiotez a la cual, con razón, hay que prestarle oídos sordos. Por ahora, el próximo paso es derrotarlo en septiembre.
Ya llegará la hora de revocarlo en diciembre de 2012. La encuesta del IVAD (Seijas) que terminó el 20 de diciembre pasado, antes de la devaluación y del estallido brutal de la crisis eléctrica, registra que más del 66% de los venezolanos no quiere que el presidente siga más allá de 2012. ¡Tas ponchao, bate quebrao!
(Informe21. El autor es director del diario venezolano TalCual)