Ustedes siempre dicen que ya no les hablemos de la guerra, que esto
era problema nuestro, o sea de los viejos, y que ustedes están viendo el
futuro. Okay, tienen razón, pero les hago un llamado: vayan a ver el
documental que ahora está en todos los cines: "Archivos perdidos de la
guerra, parte II" y luego hablemos.
Les juro que cualquiera de
ustedes que vea esta película saldrá impactado. Aunque esta guerra no
fue obra suya, tienen que entenderla para poder enfrentar el presente y
el futuro. Y esta película les ayudará entender lo que pasó en este país
en los años 80, cuando sus padres tenían la edad que ahora tienen
ustedes.
Van a ver imágenes feas, muy feas, de la masacre que el
ejército cometió en El Mozote en Morazán, en diciembre del 1981. Pero
también van a ver otro momento dramático, cuando ex guerrilleros
describen otra masacre, también de unos 1,000 campesinos: en la pantalla
aparece la foto del comandante guerrillero a quien señalan como
responsable intelectual. Todos en la sala se dan cuenta que están viendo
a nuestro actual Presidente de la República. En este momento se produce
un silencio de estos que se da cuando todos dejan de respirar…
Les
advierto: ninguna película, y tampoco esta que les estoy recomendando,
nos da la verdad definitiva sobre la guerra que el país vivió en la
generación de sus padres. No existe tal verdad. Pero esta película,
producida por gente de la derecha, da una versión de la guerra que
demuestra que sus autores están comenzando a entender lo que en el
momento de los hechos no entendieron: que aquí no hubo un bando malo y
otro bueno; que la verdad y la razón no estaban en un solo bando; que
hubo sacrificio y heroísmo de los dos lados, pero también crueldad y
crímenes. Ya quisiera que desde la izquierda hubiera un intento similar
de revisar la historia. Ojalá que el proyecto "Cortando el Puente", una
serie de ficción que están planificando unos cineastas mexicanos con
otros salvadoreños sobre la guerra salvadoreña, se realice y tenga el
coraje de revisar la propia historia, esta vez desde el punto de vista
de la izquierda. En este caso, viendo ambas películas, tal vez surja
algo cerca de la verdad. Esta serie la va a dirigir Epigmenio Ibarra.
Conociéndolo de cerca, luego de todo lo que anduvimos juntos durante la
guerra tratando de documentarla, estoy seguro que no quiere hacer una
historia de blanco y negro, sino reconstruir el drama humano que movía a
todos los protagonistas dentro del esquema de la guerra, empujándoles a
hacer grandes faenas de heroísmo, así como horrendos crímenes.
Mientras
tanto, "Los archivos perdidos de la guerra" es un curso intensivo de
historia reciente. Yo digo, indispensable para cualquiera, no sólo para
ustedes que no vivieron la guerra. Muchos que la vivimos, salimos de la
sala de cine impactados, porque todos tenemos memoria selectiva y
corremos peligro de olvidarnos de la parte incómoda de la historia. En
esta película, y esto habla muy bien de ella, personajes de izquierda
como de la derecha, testigos y protagonistas, se topan con algo que
estaban al punto de obviar. En esta película, todos nos topamos con
hechos incómodos que nos obligan a revisar nuestra propia versión de
nuestra historia.
Vayan al cine y luego me cuentan. Paolo Lüers
miércoles, 4 de febrero de 2015
Columna transversal: Claro que un musulmán puede ser alcalde o presidente
No me gusta cómo se están discutiendo los
asuntos de religión en medio de campañas electorales. Soy fiel defensor
del principio del Estado laico y, por tanto, también de la política
laica.
No me gusta que el tema de la beatificación de monseñor Romero invada los discursos electorales.
No me gusta que algunos quieran convertir las elecciones en un plebiscito sobre el aborto, o sea sobre un asunto de fe y ética personal.
Y me incomoda cómo el hecho que uno de los candidatos a la alcaldía capitalina, Nayib Bukele, sea hijo del líder de la comunidad musulmana de El Salvador, Armando Bukele, está siendo aprovechado para provocar sentimientos y profundizar prejuicios contra esta religión. Frente a esta tendencia hay que defender el principio de la tolerancia, así como de manera ejemplar lo hace el papa Francisco, pero sobre todo el principio republicano del carácter laico de Estado.
Todas las religiones, así como todas las tendencias ideológicas, tienen sus fundamentalistas que pueden incluir actitudes hasta terroristas. El Cristianismo no es la excepción y, ciertamente el Islam no tiene el monopolio en esta tendencia al fundamentalismo, radicalismo y terrorismo.
Voy a explicar con un ejemplo porque me preocupa cómo este tema invade la campaña electoral. Ayer salió en un matutino una columna de Ivo Príamo Alvarenga con el extraño título "Cristo fue crucificado, resucitó, es único Dios, ¿cierto, Nayib?". Si no fuera por este titular monstruoso, no hubiera leído esta columna. Resulta que es el perfecto ejemplo para lo que no hay que hacer. O sea, don Ivo tiene el derecho de expresarse libremente, pero yo siento la obligación de contradecirle.
Ante la falacia fundamentalista e intolerante de Ivo Príamo, de argumentar que sería un peligro para nuestra cultura y democracia que la alcaldía capitalina o la presidencia de la República caiga en manos de un hombre que no es cristiano, sino musulmán, me siento obligado a decir lo contrario: El hecho que un musulmán (o un ateo, o un mormón o un judío) puede ser alcalde o presidente de nuestra República, debería llenarnos de orgullo, porque es muestra de que de verdad somos una sociedad tolerante, con absoluta libertad de culto, donde funciona la estricta separación entre Iglesia y Estado.
Claro, para que podamos asumir esto de esta manera, con orgullo republicano, el asunto tendría que ser absolutamente transparente. Hasta ahora sólo sabemos que el hijo del líder del Islam en El Salvador tiene tres años de ser alcalde de un municipio y que esto no ha creado absolutamente ningún problema. O sea, entre todos los problemas que muchos hemos señalado a la gestión de Nayib Bukele en Nuevo Cuscatlán, no figura un problema religioso.
Y si no sólo su padre sino también el mismo alcalde Bukele se identificara como musulmán, yo diría exactamente lo mismo: No es un problema, es positivo que un musulmán puede aspirar a cualquier cargo político.
El problema tal vez reside en que no existe claridad sobre la religión de Nayib Bukele. Habla de su abuela que nació en Belén, manda mensajes navideños, pero no habla claro. Pero esto no es un problema de religión, es un problema que tiene que ver con el carácter de este hombre y con su problemática relación con la verdad. Y nuevamente, su tendencia de faltar a la verdad en el caso de su religión es el menor de sus pecados contra la transparencia. Hay otros, mucho más importantes y preocupantes, que tienen que ver con su gestión municipal y con los pactos oscuros entre ALBA y Saca que están detrás de su candidatura.
Bukele podría fácilmente dejar caer al vacío todos estos ridículos ataques que apelan a la intolerancia religiosa y al miedo al fundamentalismo y terrorismo, si dijera con franqueza cuál es o no es su religión.
Miremos a Francia. Toda la sociedad francesa, con la sola excepción de la ultraderecha racista de Le Pen, reaccionó a los atentados contra Charlie Hebdo y la comunidad judía, perpetrados por terroristas islamistas, con dos mensajes íntimamente vinculados: Rechazo unánime y fuerte al fundamentalismo y terrorismo islamista; y defensa estricta de la convivencia pacífica con la comunidad musulmana en Francia. Fue tan grande este consenso que los mensajes racistas y anti-islam de la ultraderecha quedaron excluidas de la unidad nacional forjada en rechazo al terrorismo y en defensa de la tolerancia. Aprendamos esta lección y dejemos la religión fuera de los asuntos de Estado y las campañas electorales.
No me gusta que el tema de la beatificación de monseñor Romero invada los discursos electorales.
No me gusta que algunos quieran convertir las elecciones en un plebiscito sobre el aborto, o sea sobre un asunto de fe y ética personal.
Y me incomoda cómo el hecho que uno de los candidatos a la alcaldía capitalina, Nayib Bukele, sea hijo del líder de la comunidad musulmana de El Salvador, Armando Bukele, está siendo aprovechado para provocar sentimientos y profundizar prejuicios contra esta religión. Frente a esta tendencia hay que defender el principio de la tolerancia, así como de manera ejemplar lo hace el papa Francisco, pero sobre todo el principio republicano del carácter laico de Estado.
Todas las religiones, así como todas las tendencias ideológicas, tienen sus fundamentalistas que pueden incluir actitudes hasta terroristas. El Cristianismo no es la excepción y, ciertamente el Islam no tiene el monopolio en esta tendencia al fundamentalismo, radicalismo y terrorismo.
Voy a explicar con un ejemplo porque me preocupa cómo este tema invade la campaña electoral. Ayer salió en un matutino una columna de Ivo Príamo Alvarenga con el extraño título "Cristo fue crucificado, resucitó, es único Dios, ¿cierto, Nayib?". Si no fuera por este titular monstruoso, no hubiera leído esta columna. Resulta que es el perfecto ejemplo para lo que no hay que hacer. O sea, don Ivo tiene el derecho de expresarse libremente, pero yo siento la obligación de contradecirle.
Ante la falacia fundamentalista e intolerante de Ivo Príamo, de argumentar que sería un peligro para nuestra cultura y democracia que la alcaldía capitalina o la presidencia de la República caiga en manos de un hombre que no es cristiano, sino musulmán, me siento obligado a decir lo contrario: El hecho que un musulmán (o un ateo, o un mormón o un judío) puede ser alcalde o presidente de nuestra República, debería llenarnos de orgullo, porque es muestra de que de verdad somos una sociedad tolerante, con absoluta libertad de culto, donde funciona la estricta separación entre Iglesia y Estado.
Claro, para que podamos asumir esto de esta manera, con orgullo republicano, el asunto tendría que ser absolutamente transparente. Hasta ahora sólo sabemos que el hijo del líder del Islam en El Salvador tiene tres años de ser alcalde de un municipio y que esto no ha creado absolutamente ningún problema. O sea, entre todos los problemas que muchos hemos señalado a la gestión de Nayib Bukele en Nuevo Cuscatlán, no figura un problema religioso.
Y si no sólo su padre sino también el mismo alcalde Bukele se identificara como musulmán, yo diría exactamente lo mismo: No es un problema, es positivo que un musulmán puede aspirar a cualquier cargo político.
El problema tal vez reside en que no existe claridad sobre la religión de Nayib Bukele. Habla de su abuela que nació en Belén, manda mensajes navideños, pero no habla claro. Pero esto no es un problema de religión, es un problema que tiene que ver con el carácter de este hombre y con su problemática relación con la verdad. Y nuevamente, su tendencia de faltar a la verdad en el caso de su religión es el menor de sus pecados contra la transparencia. Hay otros, mucho más importantes y preocupantes, que tienen que ver con su gestión municipal y con los pactos oscuros entre ALBA y Saca que están detrás de su candidatura.
Bukele podría fácilmente dejar caer al vacío todos estos ridículos ataques que apelan a la intolerancia religiosa y al miedo al fundamentalismo y terrorismo, si dijera con franqueza cuál es o no es su religión.
Miremos a Francia. Toda la sociedad francesa, con la sola excepción de la ultraderecha racista de Le Pen, reaccionó a los atentados contra Charlie Hebdo y la comunidad judía, perpetrados por terroristas islamistas, con dos mensajes íntimamente vinculados: Rechazo unánime y fuerte al fundamentalismo y terrorismo islamista; y defensa estricta de la convivencia pacífica con la comunidad musulmana en Francia. Fue tan grande este consenso que los mensajes racistas y anti-islam de la ultraderecha quedaron excluidas de la unidad nacional forjada en rechazo al terrorismo y en defensa de la tolerancia. Aprendamos esta lección y dejemos la religión fuera de los asuntos de Estado y las campañas electorales.
(El Diario de Hoy)
lunes, 2 de febrero de 2015
Carta al talento creativo y al espíritu rebelde en nuestro país
En El Salvador existe un potencial
poderoso de creatividad, inteligencia crítica y rebeldía. A veces se expresa, a
veces queda silencioso. Este potencial se despertó cuando Paco Flores quiso
privatizar el sistema de salud. Luego se desarticuló y quedó dormido, y se
volvió a manifestar nuevamente, pero con vehemencia, cuando Funes y el FMLN intentaron
a domar el órgano judicial, en especial la primera Sala de los Constitucional
realmente independiente.
El potencial rebelde, crítico y jodión se
durmió en las elecciones presidenciales de enero 2014, y sólo se despertó
cuando el resultado de la primera vuelta pintaba el peligro de una victoria
arrolladora del FMLN. Hizo maravilla en la segunda ronda, la famosa
“remontada”, y casi hizo ganar a ARENA…
Hoy hace falta que se despierte
nuevamente, y voy a explicar porqué.
Estamos inundados de vallas y mupis del
nuevo color aqua-celeste del FMLN que dicen ‘nuevas ideas”, sin exponer ni una
sola idea. Es el caso extremo de un fenómeno que observamos ya desde tiempos en
la propaganda de Saca y Funes: publicistas desplazando a los políticos;
mercadotécnica. Ya no son consideraciones políticas ni técnicos que generan el
discurso de estos “nuevos líderes”, sino exclusivamente consideraciones de
mercadeo político. Este proceso llega al extremo de poner, de una sola vez,
como candidato a un publicista: Nayib Bukele. Lo que vemos ahora es el ensayo
para las elecciones presidenciales del 2019. Tiene preocupado a propios y
extraños. Tal vez incluso más a los propios, los militantes del FMLN, que aun
creen en el carácter político de su movimiento y ven con sospecha el pacto
entre su dirigencia, el consorcio ALBA y el grupo empresarial de Saca-Bukele y
Cia., cuya expresión actualizada es la candidatura de Nayib Bukele.
Estamos presenciando el intento de
desnaturalizar la política, irónicamente con el discurso de innovarla. Es la
operación de engaño de empaque más grande de nuestra historia, sólo comparable
con la que operó Napoleón Duarte, por quien en 1984 la gente votó pensando que
aun representaba el movimiento legítimo de reforma de los 70, cuando ya se había
vendido a la cúpula militar, los norteamericanos y la corrupción.
Hay una línea de sucesión que va de
Duarte a Tony Saca y Mauricio Funes - y termina por el momento en Bukele. Es la
línea del engaño de empaque, del populismo, y de los pactos oscuros e
inconfesables. Duarte con los militares; Saca con el FMLN y ALBA; Funes con
Saca y GANA; y Nayib como figura visible de un pacto consolidado
FMLN/ALBA-Saca/Bukele.
¿Por qué les cuento todo esto a ustedes, los
creativos, los libres pensadores, los rebeldes, los independientes, los
artistas, los navegadores del Internet, los intelectuales? Porque ustedes fácilmente
pueden desmantelar este engaño. Hago el llamado a todos ustedes, que
representan el potencial de creatividad y rebeldía del país, a usar su talento,
su ironía, su capacidad creativa, gráfica, humorística y literaria para
desarmar la maniobra de mercadotecnia política, que se esconde detrás de las
miles de vallas que dicen “nuevas ideas”, y detrás de la cara sonriente de un
candidato que dice representar la juventud.
Cualquiera de ustedes, haciendo uso del
humor, del sarcasmo y de la irreverencia puede pinchar este inmenso globo de
fantasía y mostrar que aparte de aire caliente es totalmente vacío. Juntos,
cada uno por su lado, desde su computadora, podemos desenmascarar este mito -
mucho mejor que un partido político o un candidato.
Lo que está diseñado para engañarnos
tiene que ser desenmascarado por nosotros mismos, haciendo uso de nuestra
creatividad y rebeldía.
Es uno de los momentos donde hay que
tomar muy en serio la frase que la política es demasiado importante para
dejársela a los políticos. Y yo agrego: mucho menos a los publicistas y
mercadólogos.
Espero
su lluvia de ideas, su descarga humorística. Paolo Lüers
(Mas!/El Diario de Hoy)