sábado, 14 de septiembre de 2013

Carta a los implicados en el caso MOP

Esta vez estoy en un gran dilema: Por reclamo popular esta carta tiene que ser sobre el robo en el MOP bajo el gobierno de Saca, ¿pero a quién mandarla? Tal vez a Jorge Nieto, el hombre que cometió el error de su vida cuando aceptó la solicitud del presidente Saca de hacerse cargo de la misión imposible de ordenar y limpiar la escena del crimen en el MOP, luego de que por presiones públicas tuvieron que sustituir al ministro Gutiérrez. ¿Qué le diría a Jorge Nieto, a quién hoy quieren joder para que el escándalo no salpique a Saca? Le diría: don Jorge, hágase cargo de sus delitos de encubrimiento del robo durante la administración Saca. De todos modos, son menores a la par de los verdaderamente responsables. Destape todo. Tal vez va a la cárcel, o tal vez le dan el beneficio de “testigo criteriado” -- pero tendrá la satisfacción que los culpables paguen sus delitos.
O mejor escribo la carta a Hugo Barrera, otro ex-ministro de Saca, quien tuvo la decencia y los huevos de decir la verdad: “El ministro Gutiérrez me dijo que sacó 40 millones por órdenes de Saca y las entregó al presidente.” ¿Que le diría a don Hugo: Algo tarde habló, pero por lo menos rompió el silencio cuando el golpe iba a caer injustamente al menos culpable, que es Jorge Nieto. Usted paró la pelota y la tiró con fuerza al campo de Saca, donde pertenece. Como para decir: Tiren este vergazo al dueño del circo, no al mago que contrataron para hacer invisible el robo...


Bueno, mejor hubiera sido tener el valor de denunciar esta corrupción cuando el responsable estaba en la cima del poder y usted su ministro. Pero esto, lamentablemente, nadie de ustedes lo hizo. Buen, por lo menos tuvieron la decencia de luego limpiar el partido y darles a Saca y sus hombres la baja deshonrosa...

¿O debería escribir directamente al ex-presidente Saca? ¿Que le diría? No puedo creer que usted pensó que alguien podría abrir esta caja de Pandora y que sólo saliera la parte de la verdad que no le involucra a usted y su candidatura. Una vez abierta la cajita, saldrán todos los demonios -- y esto en la fase más crítica de su campaña cuando tiene que decidir si sigue o mejor se aparta, hoy que en las encuestas comienza a bajar. Piénselo bien, don Elías Antonio...

¿Y si escribo al fiscal general? Tal vez para preguntarle: ¿Y por qué ahora, en medio del debate en Estados Unidos sobre darnos o no el pisto para Fomilenio II – y en la fase decisiva de la campaña presidencial? O para hacerle la otra pregunta de rigor: ¿Por qué enfocar la investigación en Jorge Nieto y no en David Gutiérrez y su jefe? Le felicito por haberse atrevido a tocar el caso MOP que sus predecesores prefirieron engavetarlo. Pero me imagino que usted llegó a la sabia conclusión que no puede enfrentar a todos los poderes de un solo. Así que agarró suavemente una pita, aunque no sea la principal, sabiendo que al jalarla se desenredará todo el nudo de corrupción de todo el quinquenio. Y después le podrá decir a Saca y su protector Funes: Ni modo, saldrá de mi control...

A todos ustedes les digo: Que bueno que la caja de Pandora de la corrupción al fin se haya abierto. Por suerte, al fin siempre sale todo. Así como en la “investigación” que el FMLN mandó a hacer en la Asamblea Legislativa al convenio CEL-GEO-ENEL, con el único propósito de distraer la atención de la verdadera corrupción en la CEL, que se llama INE, Chaparral y ampliación de la presa 5 de noviembre -- todo bajo la guardia de los presidentes Saca y Funes. Al fin saldrá todo. La ciudadanía ya no permite que alguien deje escapar solo el pedazo de la verdad que le conviene para joder a otro, y que luego vuelva a tapar la caja de Pandora, antes de que salga el resto que le puede salpicar a él mismo...

Que bueno que así sea. Paolo Lüers
(Más!/EDH)

jueves, 12 de septiembre de 2013

Tiro por la banda

En el billar hay una técnica que se llama ‘jugar por la banda’. O cuando es aun más sofisticado: ‘jugar por doble banda’. Esta técnica también se practica cuando se junta, en un sólo juego, el periodismo y la política, en el campo que tienen común: la opinión pública.
Veamos: Unos periodistas, quienes a la vez figuran como investigadores y analistas, comienzan a correr en Estados Unidos ciertas informaciones y las subsiguientes tesis. Por ejemplo: Que el narcotráfico y sus carteles internacionales están teniendo “cada día más presencia en El Salvador”. Que están detrás de la tregua. Que han infiltrado “altas estructuras” del gobierno y sus aparto de seguridad...

En Estados Unidos, donde existe la mala costumbre de ver a los países de Centro América principalmente como países de tránsito de la droga del Sur al Norte, caen en tierra fértil estos análisis y reportes. Sobre todo cuando sus autores, como Douglas Farah y Héctor Silva Ávalos, tienen años de cultivar buenas relaciones con ciertas oficinas de congresistas, senadores, tanques de pensamiento y agencias relacionadas a la guerra contra las drogas. El último, durante dos años, cultivó estas relaciones desde su cargo en la embajada salvadoreña en Washington.

El influyente senador Patrick Leahy, uno de los líderes demócratas siempre pendientes de El Salvador y miembro influyente del comité que aprueba o rechaza proyectos de cooperación con El Salvador (incluyendo los fondos de Fomilenio), comienza a preocuparse. Demasiado consistente han sido las advertencias de Silva, Farah y otros, no sólo en sus reportes publicados, sino también en pláticas directas con la gente de sus staff. Al senador, quien en estos días tiene que evaluar la solicitud de Fomilenio II para El Salvador, le entran dudas. Le han dicho nada menos que David Munguía Payes, el hombre que como ministro de seguridad creo las condiciones para que se gestionara la tregua entre pandillas, podría tener relaciones con el crimen organizado...

El senador no ha dado ninguna declaración pública sobre el tema, pero de “fuentes cercanas a su oficina” se filtra que existen tres razones que lo tienen al punto de vetar el Fomilenio II: el senador siente que el gobierno salvadoreño no está combatiendo debidamente al crimen organizado relacionado con drogas; el senador exige la remoción de David Munguía Payes, ahora ministro de Defensa; y el peligro existente para la independencia de la Corte Suprema. Sólo sabemos de esta nueva posición del senador Leahy, porque Héctor Silva Ávalos, quien dice disponer de información confidencial de la oficina de Leahy, lo afirmó en su nota publicada en La Prensa Gráfica el día 10 de septiembre.

Vean la belleza de este tiro a banda: La oficina de Leahy usa a Silva como una de sus fuentes para “informar” al senador sobre un presunto auge del crimen organizado en El Salvador, sobre el posible involucramiento de Munguía Payes, y sobre la tregua como producto de la decisión de las pandillas a apostar al narcotráfico -- y luego este mismo periodista se convierte en el canal para filtrar la “información” que el poderoso senador está al punto de vetar el Fomilenio II, y que la permanencia de David Munguía Payes en Defensa es una de las objeciones que tiene...

Pongo “información” entre comillas, porque es supuesta información, si no desinformación. No existe ningún indicio, mucho menos prueba, que en El Salvador esté creciendo el narcotráfico, ni tampoco que en el país se hayan atrincherado y incrustado en el Estado organizaciones del crimen organizado multinacional. Esto ha sido la tesis de los anteriores responsables de seguridad, tanto de ARENA como del FMLN, para distraer la atención de su aparatoso fracaso frente al fenómeno delincuencial mucho más importante del país: el accionar de las pandillas, y la violencia que genera.

Se sabe que más del 90% de la droga que transita del Sur al Norte, pasa por la ruta del Caribe y sólo una mínima parte por El Salvador.

Lo que algunos medios y algunos funcionarios llaman los carteles salvadoreños (los Perrones y el grupo de Texis) no son más que redes de contrabando y contratistas de transporte, que ciertamente merecen ser desmanteladas, pero de ninguna manera son responsables de la violencia endémica que tiene paralizado el crecimiento económico del país.

Tampoco existe ningún indicio que en los 18 meses de haber puesto en marcha la tregua y los acuerdos locales de crear “Municipios libres de Violencia”, las pandillas MS13 y Barrio 18 se hayan transformado en socios del narcotráfico internacional. Ni siquiera una tendencia en esta dirección es visible. Muchos hablan de esto, incluyendo el nuevo ministro de Seguridad -- pero nadie ha mostrado ni la sombra de una prueba.

Mucho menos existe un sólo indicio que el general David Munguía P. podría estar vinculado con actividades ilegales. Es un invento que como insinuación ha ventilado Douglas Farah en reuniones privadas, y que ha sido repetido de manera irresponsable, infame e intransparente -- hasta que al fin llegara a oídos del senador Leahy. Y este señor, sin molestarse a exigir pruebas, lo toma como base para amenazar con objetar un proyecto de la importancia de Fomilenio II.

La única fuente pública que filtra los interiores de la oficina del senador Leahy (el periodista salvadoreño y ex-funcionario de la embajada en Washington Héctor Silva Ávalos) reiteradamente ha exagerado los peligros del narcotráfico para la institucionalidad de El Salvador. Ojala que ahora nada más sea nuevamente Silva exagerando, esta vez el peligro de un veto contra Fomilenio II. Pero, ¿con qué intención? No creo que su interés sea la suspensión de Fomilenio II. Más bien me parece el intento de desacreditar a David Munguía Payes -- y a través de él a todo el proceso de reducción de violencia iniciado con la tregua. Me provoca la pregunta: Y este proceso, ¿a los intereses de quiénes está haciendo tanto estorbo este proceso? Esa es la pregunta del millón...

Que en este juego hayan logrado enrolar al senador Leahy, un tradicional crítico al aparato de seguridad nacional y sus estrategias, es la parte irónica de esta triste historia.
(El Diario de Hoy)

Carta a los periodistas y los medios

Estimados colegas:
Me da pena ajena: El gremio entero de valientes periodistas y poderosos medios dejándose restringir su trabajo informativo por el gobierno – ¡y ni siquiera exigen o protestan!
El nuevo ministro de Justicia y Seguridad decretó hace dos meses que bajo su mando ningún medio tendrá permiso a entrar en las cárceles. ¿Y la transparencia? ¿Y la lucha incansable de los medios por la transparencia? Nadie pega el grito al cielo. Desde que Perdomo asumió el ministerio, hemos perdido el derecho de examinar y transparentar la situación crítica en los centro penales. Hemos perdido el derecho de entrevistar a los dirigentes de las pandillas recluidos en los penales. Puede estar dentro de las facultados del ministro prohibir que los reos convoquen conferencias de prensa en los penales o que salgan a participar en espectáculos o actos públicos fuera de las cárceles. Pero otra cosa diferente es que un ministro decrete un total embargo informativo que imposibilita saber qué piensan sobre la tregua sus principales protagonistas - y esto en el momento en que el país trata de entender si la tregua colapsó o si sigue funcionando.

Desde que se gestionó la tregua, hace año y medio, ustedes han criticado incansablemente la falta de transparencia alrededor de este proceso. En algunos casos con razón, en otros casos ustedes han escondido detrás de esta queja la propia indiferencia: en vez de visitar a los penales y las comunidades y topar a los pandilleros con sus preguntas, dudas y críticas, se quejaron de la falta de transparencia de los mediadores y del gobierne...

Como periodista que ha cubierto diferentes tipos de conflictos bélicos y políticos, aprendí varias lecciones. Una de las básicas: Donde el gobierno te niega acceso, hay historias interesantes...

Los eventos de julio y agosto de este año, con focos de violencia que nuevamente rebrotan en varios municipios, con un nuevo ministro de seguridad hablando de “privilegios” que ya no está dispuesto a dar a los pandilleros en las cárceles, ¿cómo todo esto no despierta la curiosidad de la prensa a ver qué pasa en las cárceles? Realmente, estimados colegas, ¿no quieren saber qué dicen los dirigentes pandilleros que lanzaron la tregua sobre los problemas que su implementación obviamente enfrenta en las comunidades?

Los entrevistadores de televisión que el año pasado se pelearon por ir a los penales y entrevistar a los pandilleros, ¿realmente han perdido el interés, precisamente ahora que está en juego la tregua en medio de la campaña electoral y de la ausencia de una posición clara del gobierno? No puede ser.

Tampoco los he visto a investigar qué asa en los municipios donde los alcaldes han firmado acuerdos locales con las pandillas y las comunidades para reducir la violencia. Ustedes escriben sobre el pleito sobre el uso que los alcaldes hacen de los fondos PATI  para implementar estos planes de pacificación, pero no veo los reportajes sobre los proyectos de reinserción que están en juego con este pleito.

Mientras no vea estas investigaciones y reportajes, y mientras no veo a ningún medio peleando con Ricardo Perdomo sobre su embargo informativo, no me hablen de transparencia.

Saludos, Paolo Lüers
(Más!/EDH)

martes, 10 de septiembre de 2013

Carta a Mario Valiente

Estimado diputado:
Se hizo el valiente, señor Valiente. Dijo que si a Norman Quijano lo sacan de la carrera “por razones turbias, vamos a tener otra guerra y yo seré el primero en agarrar el fusil.”
Luego, cuando todo el mundo le reclamó esta bravuconería, trató de explicarse y a la vez a suavizar su posición: Sólo quería llamar la atención al peligro que surja la misma situación que nos llevó a la guerra...

Bueno, don Mario, tiene toda la razón: Cuando en los años 1979, 1980 y 1981 en El Salvador se cerraron todos los espacios democráticos y la gente perdió la esperanza de poder cambiar las cosas haciendo uso del voto, miles de gente agarraron un fusil – ¡y comenzó la guerra! Pero no fue usted, don Mario. Los que hicieron uso del derecho a la insurrección porque no encontraban otra vía de expresarse políticamente no fueron ustedes que luego fundaron ARENA. Los que agarramos los fusiles para conquistar las libertades de expresión y de organización fuimos otros.

Usted, don Mario, no sé si en algún momento agarró un fusil. Si lo hizo, mejor no hable mucho de esto, porque habrá sido en circunstancias poco confesables.

Cada uno hizo en la guerra lo que estuvo convencido que tenía que hacer para evitar que el adversario ganara y estableciera un régimen antidemocrático. Hasta que todos llegamos a la conclusión que la único solución era conversar y negociar un acuerdo que garantizara la democracia. Esto es lo que hicimos, y sobre esta base todos juntos reconstruimos el país y construimos la institucionalidad democrática.


Que no es perfecta. Todos lo sabemos. Pero que ofrece vías legales y caminos jurídicos y políticos de defender la democracia. Hablar de fusiles, en este contexto, es una locura. Y en su caso, es la peor defensa que puede hacer de su candidato.

Le recomiendo, don Mario, que no siga enredándose en este asunto. Hay una salida muy sencilla, que cuesta coraje civil, pero puede ser hasta popular: Decir que metió la pata en el calor del debate político. Arrepentirse. Reconocer la cagada. Pocos políticos hacen esto.

Si con algo no hay que jugar es la paz. Tenemos cualquier tipo de violencia, pero hemos lograda erradicar de este país la violencia política. La sociedad no la permite. Y si alguien en broma, con los tragos, o al calor de un debate sobrepasa esta raya y toca este punto neurálgico, le toca pedir perdón y reafirmar su compromiso con la paz. Le ha tocado al FMLN, cuando un par de sus militantes agarraron un fusil y mataron a dos policías. Y lo ha hecho. Ahora le toca a usted.

Saludos, Paolo Lüers
(Más!/EDH)