viernes, 7 de agosto de 2009
miércoles, 5 de agosto de 2009
El dilema de Honduras
El golpe de Estado contra el presidente hondureño Manuel Zelaya y su deportación a Costa Rica, el domingo 28 de junio, es un episodio revelador de los límites del sistema interamericano. Todos los Gobiernos del hemisferio reprobaron la deposición violenta del mandatario y demandaron su restitución, pero no todos lo hicieron por las mismas razones.
Bajo el aparente consenso se escondió la paradoja de una inversión de roles: los tradicionales defensores de las soberanías (Cuba, Venezuela, Nicaragua, Bolivia, Ecuador) demandaron la "insubordinación", la "resistencia", el "derrocamiento" y las "sanciones", mientras que los tradicionales defensores de las democracias (Estados Unidos, México, Colombia, Chile, Costa Rica) propusieron una solución multilateral, basada en el diálogo con un Gobierno ilegítimo.
La crisis hondureña tiene el interés de colocar las posiciones de esos Gobiernos fuera de sus enclaves simbólicos tradicionales y de localizar las tensiones regionales, no en la ideología, sino en la geopolítica. La verdadera polarización interamericana sale a la luz en este conflicto: de un lado, los países "bolivarianos", interesados en concertar alianzas que permitan continuar la guerra contra el "imperio" por otros medios; del otro, los países "interamericanos", que no entienden la integración latinoamericana como un arma contra Estados Unidos sino como parte del proceso global de creación de pactos regionales. Los primeros buscan en Honduras el restablecimiento de un gobierno aliado y su perpetuación en el poder; los segundos, más que en Zelaya, piensan en una solución que restablezca el orden constitucional en ese país.
Desde la mañana del 28 de junio las dos estrategias comenzaron a chocar: Cuba, Venezuela y Nicaragua intentaron convertir la crisis hondureña en un problema exclusivo del ALBA, mientras que Costa Rica, México y Colombia privilegiaron otras instancias como el Sistema de Integración Centroamericana (SICA), el Grupo de Río, la OEA y la ONU.
(lea el articulo completo en EL PAIS. Rafael Rojas es historiador cubano exiliado en México. )
lunes, 3 de agosto de 2009
Moving Ahead in Honduras
NEWSWEEK | From the magazine issue dated Aug 17, 2009
More than a month has passed since the coup that removed Honduran President Manuel Zelaya from office, and still today no one can predict how and when, let alone if, the crisis will be resolved. While there are some promising developments underway—the Honduran armed forces have backed Costa Rican President Oscar Arias's mediation effort, and the de facto president, Roberto Micheletti, has suggested he might agree to Zelaya's return—there are still many imponderables. How far are Zelaya and his Venezuelan, Nicaraguan, and Cuban sponsors willing to go to restore him to power? How long can Micheletti resist tacit international sanctions?
An opportunity to break new ground in Honduras and Latin America comes on Aug. 9 when Mexican President Felipe Calderón, U.S. President Barack Obama, and Canadian Prime Minister Stephen Harper gather at the annual trilateral North American summit. They can begin to address the Honduran coup by correcting a misstep committed more than a month ago at the meetings of the Organization of American States and the Rio Group. At those meetings, the leaders essentially aligned themselves with Venezuela's Hugo Chávez and his left-wing allies—Nicaragua's Daniel Ortega, Rafael Correa from Ecuador, and Evo Morales from Bolivia—in their condemnation of the coup. Now they ought to rectify that error by reaffirming their condemnation of the events but go on to point out that the coup did not take place in a vacuum. It occurred because of the polarization of Honduran society wrought by Zelaya's alignment with Chávez, the Nicaraguans, and the Cubans, and by his obvious attempt to keep himself in office with the same kinds of undemocratic strategies that have already been used by Chávez, Correa, and Morales, and that are now being planned by Ortega. The causes and consequences of the coup matter.
In trying to mediate, the leaders of the Americas have effectively taken sides in an ideological battle, but there is a way to right the balance. At their meeting, Obama, Harper, and Calderón should reaffirm and expand on their commitment to the Inter-American Democratic Charter, which calls on all members to defend democracy and was signed in 2001 by every government in the hemisphere, except for Cuba. (This writer signed on Mexico's behalf.) Article 19 calls for the suspension of any member state during serious interruptions of the democratic order, including "an unconstitutional alteration of the constitutional regime." It has been invoked only twice—against the 2001 coup against Chávez and against the Honduran coup—but it should be applied everywhere in Latin America, all the time, not selectively when one group of countries is unhappy. It should have applied to the electoral fraud in Nicaragua last year, the eviction of the elected mayor of Caracas this year, and the repression in Bolivia. It should apply to all presidents defenestrated by the military, like Zelaya, but also to those overthrown by the "street," like Fernando de la Rúa in Argentina in 2001, Bolivia's Gonzalo Sánchez de Lozada and Carlos Meza in 2003 and 2005, respectively, and Lucio Gutiérrez in Ecuador in 2005.
The charter is ambiguous in places, because in 2001 the only way to achieve a consensus was by resorting to generalities. If that is a problem in applying the charter more evenhandedly, then the leaders should call for the creation of a working group to revisit the charter and attempt to dot the i's and cross the t's.
Finally, the three leaders should take on the difficult matter of economic sanctions against Honduras. The OAS and the Venezuelans, and ironically even the Cubans, have called for trade sanctions against the Micheletti government, and the Inter-American Development Bank, the European Union, the U.S. Agency for International Development, and the World Bank have all temporarily suspended aid to the region's third-poorest country. While there are good reasons for applying sanctions to Honduras, and they may even work, the three North American leaders should make it clear that they can be permissible only if very clear guidelines are laid down regarding their duration, their applicability to other conceivable cases, and the firm commitment by parties who can make them effective, like the United States, to resort to similar measures in similar situations in the future. If not, the sanctions will be seen as a form of placating Chávez—with Obama, Calderón, Brazil's Luiz Inácio Lula da Silva, Chile's Michelle Bachelet, and other democratic leaders of the hemisphere simply bending over backward to appear opposed to the coup, regardless of its causes, its consequences, and the precedents that sanctions may create.
Castañeda Is A Former Foreign Minister Of Mexico, Global Distinguished Professor At New York University, And A Fellow At The New America Foundation.
Menos periodismo y más corrupción
Una paradoja: no abundan los trabajos reflexivos sobre la naturaleza del oficio periodístico y las consecuencias de su crisis actual en medios de comunicación masivos. O bien porque resultan extensos y cada día existe menos capacidad para publicar debates. O bien porque los editores se encuentran demasiado angustiados con los recortes financieros, la caída de la circulación y la desaparición de la publicidad, como para pensar en lo que deberían estar pensando.
En Letras Libres, raro oasis mexicano en el magma de las revistas latinoamericanas, dirigida por el ingeniero e historiador Enrique Krauze, apareció un artículo de esos que ya rara vez se suelen publicar. Lo firma Paul Starr, profesor de comunicaciones y asuntos públicos en la escuela Woodrow Wilson, de la Universidad de Princeton. Y posee un título sugestivo: "Adiós a la era de los periódicos: bienvenida la nueva era de corrupción".
Especialista en medios y periodismo, autor del libro Freedom's Power (Basic Books, 2007), Starr confirma la siguiente especie: "Entre más baja resulta la circulación de periódicos en un país, más alta es la posición de dicho país en el índice de corrupción".
Esta no es idea que Starr pone en circulación porque le parece ocurrente: es una reflexión central en su interesante y cautivador trabajo que se apoya en un estudio de 2003 realizado por The Journal of Law, Economics, & Organization, por Alicia Adsera, Carles Boix y Mark Payne, en donde rastrean la relación entre corrupción y libre circulación de periódicos.
Como agrega Starr, una prensa financiera comprometida es más susceptible de ser una prensa éticamente comprometida. Ahí es donde está el detalle. Los diarios se encuentran en el mundo entero en crisis. Pocos han superado esa primera conmoción que implica ver disminuidas sus plantas de periodistas, o recortados los sueldos para sobrevivir la hecatombe financiera. Menos aún han logrado entender que si no se adaptan a los desafíos que impone la red, desaparecerán como los dinosaurios.
Existe demasiada rabia en la sociedad contra los medios como para justificar esta crisis con estas palabras: "Lo merecían, dejemos que sean ellos los que sufran ahora". Pero semejante reclamo es lo que llaman alegría de tísico.
Lo que perdemos todos es algo que vale demasiado como para hipotecarlo con un resentimiento pasajero. La investigación que siempre ha desvelado a los corruptos, porque pone en evidencia sus chanchullos con el Estado y con la empresa privada, para engordar sus alforjas con sobreprecios y otros negocios turbios.
Quiérase o no, los medios constituyen una parte esencial de cualquier sociedad.
Han sido los ojos de la comunidad frente a malos desempeños públicos, la posibilidad de controlar a los abusadores, una suerte de sistema cívico de alarma, como lo llama Paul Starr. En Venezuela el tema posee una vigencia alarmante: no sólo porque la crisis económica afecta la calidad del periodismo que podría servir de auditor social. Sino porque el gobierno de Hugo Chávez, con su naturaleza autoritaria, desea arrodillar a la profesión.
RCTV perdió la concesión; Venevisión optó por el nicho de las comiquitas; Globovisión pende de un hilo porque tubearon al Estado informando sobre un sismo; Unión Radio ha sido visitada por funcionarios del Estado con grabaciones puntuales de programas que el Gobierno considera incómodos. Los medios impresos, que marcaban la agenda con grandes investigaciones sobre casos de corrupción o ineficiencias del Gobierno, sufren los embates de la crisis económica y en algunos casos son adquiridos por grupos que desean enfocarse en el negocio (no se sabe de quién).
domingo, 2 de agosto de 2009
Miguel Henrique Otero: El Nacional siempre defenderá la democracia
El presidente editor del diario, que este lunes celebra su 66 aniversario, dijo que "es preocupante lo que está pasando con los medios, porque está expresado en el plan de la nación con aquel término de ‘hegemonía comunicacional', está expresado todo los días en el discurso del presidente Chávez y ahora con los ministros"
Insistió en que el papel de los medios, que es informar "lo bueno y lo malo", está acompañado de otra faceta propia de los mismos, que es defender la democracia. "Al defender la democracia son actores políticos.¿Por qué defienden la democracia? porque hay un régimen que quiere acabar con el periodismo independiente".
Durante una entrevista transmitida este domingo por Televen, Otero dijo que "es preocupante lo que está pasando con los medios, porque está expresado en el plan de la nación con aquel término de ‘hegemonía comunicacional', está expresado todo los días en el discurso del presidente Chávez y ahora con los ministros".
"Ahora quieren montar una ley para todos los contenidos porque a la prensa no la pueden atacar, ya que no es una concesión con una arquitectura legal como la de Conatel. Pero sí pueden criminalizar el periodismo como lo hacen en Cuba" en donde, según explicó Otero, "cualquier periodista que publique una información que el gobierno considere que va en contra de los intereses del Estado es acusado de traidor a la patria y tiene prisión de 20 años y hasta fusilamiento"; sin embargo, aclaró que en Venezuela "no habrá fusilamiento porque no pueden".
Según lo que leyó en el proyecto de la ley especial contra delitos mediáticos, "todo periodista o todo medio que publique una información que va contra el desenvolvimiento del Estado o contra la gestión pública" tiene una pena de dos a cuatro años.
Aseguró que para el gobierno "los medios perjudican porque publican los desastres, las promesas incumplidas, las mentiras" y aseguró que también publican "lo bueno".
Señaló que una de las maneras que usa el Gobierno venezolano para descalificar a los medios de comunicación del país, es diciendo que estos quieren ser partidos políticos. "Nunca van a los argumentos. ¿Qué partidos políticos? ¿Dónde está la casa de partido de El Nacional o de El Universal? No hay casa de partido, no hay casa de gobierno, no hay militancia, no hay nada", subrayó.
(El Nacional, Venezuela)
El dinero perdido de las FARC
(lea el artículo completo en El País)
Con estos finalistas no llegan a nada
Digo error porque sigo pensando que Henry Campos hubiera sido el hombre ideal para la Fiscalía: capaz, valiente e independiente. Obviamente sigue siendo capaz y valiente -incluso más que todos los demás candidatos a la fiscalía-, pero ya no es independiente. Tomó la decisión de formar parte del gobierno del FMLN y Funes. Tomó partido. Se hizo parte en este juego de pesos y contrapesos, donde la Fiscalía tiene un rol, y el ejecutivo otro. ¡Qué lástima!
Ya hace meses escribí que Campos era el mejor candidato para la Fiscalía. La derecha tuvo sus dudas y resistencias con él, igual que las tuvo con Sidney Blanco y Florentín Meléndez para la Corte Suprema. Pero la derecha se vino convenciendo que ser de izquierda no es impedimento para que alguien sea independiente de amarres partidarios y de decisiones apegadas a la ley. Algunos en la derecha incluso se convencieron –y por eso no sólo aceptaron a Sidney Blanco sino promovieron además a Florentín Meléndez- que no hay mejor antídoto contra los peligros de la izquierda ortodoxa y autoritaria que personajes de la izquierda independiente y democrática. En este sentido, el siguiente paso lógico hubiera sido elegir a Henry Campos fiscal.
Por esto es tan lamentable que Henry Campos, en vez de arriesgarse y seguir apostando a la Fiscalía, se fue por el atajo y se hizo parte del gobierno Funes. Adiós independencia, adiós Fiscalía...
Porque exigir a la oposición que acepte como fiscal general a uno de los protagonistas de la política de seguridad del gobierno Funes –política que ella considera errática y peligrosa-, es lo mismo que exigir al FMLN que acepte a Astor Escalante, quien fue artífice de la política de seguridad del gobierno Saca, la cual el FMLN consideró errática y peligrosa. Estamos de regreso al empate y mutuo bloqueo...
Para romper el empate, era correcta y lógica la decisión de la Asamblea de volver a abrir la lista de candidatos a fiscal. No puedo entender cómo la lista de más de 80 aspirantes se haya reducido a una lista de cuatro, de los cuales nada menos tres son ex-viceministros de Seguridad (dos de Saca y uno de Funes), y el cuarto está vinculado históricamente al FMLN. Otra vez empate y bloqueo. De regreso al punto de partida. Al punto muerto.
No me van a decir que entre los 80 aspirantes no hubo nadie que cumpliera los requisitos profesionales que no sea viceministro o ex viceministro de Seguridad. No me van a decir que no haya nadie independiente que quiere ser fiscal general.
A saber con qué criterios los negociadores de los partidos han hecho la reducción de la lista a los cuatro (o dos, como muchos dicen) finalistas. Pero no pueden mantener esta reducción. Tienen que abrir la lista nuevamente, y aplicar un criterio diferente para reducirla a finalistas: eliminar a todos los candidatos que tienen amarres partidarios; luego eliminar a los que son responsables de la política de seguridad del gobierno y los que han sido responsables de la política de seguridad de los últimos gobiernos. Esto no excluye a los cuadros profesionales que han servido o sirven de fiscales. Pero sí a los viceministros...
De los independientes y no comprometidos hay que buscar a los han mostrado más capacidad y valentía.
El fin de todo el proceso es encontrar a un Fiscal General que goce de la confianza de ambos bloques políticos. Sólo así tendrá capacidad de realizar las reformas radicales que necesita la Fiscalía para cumplir su mandato constitucional.
Así que déjense de las pajas de estar proponiendo cada uno a sus hombres de confianza. Aprovechan las vacaciones para reflexionar. Tómense unos tragos bien helados para regresar con cabeza fría. Tengan la audacia de poner la Fiscalía en manos de alguien independiente.
(El Diario de Hoy)