sábado, 11 de julio de 2009

The Careful U.S. Diplomacy on Honduras

Honduran President Manuel Zelaya was ousted by the army in late June 2009 after a months-long power struggle over his plans to seek a referendum to lift presidential term limits. Brookings Fellow Kevin Casas-Zamora, former vice president under Costa Rican President Oscar Arias, says that by putting its diplomatic weight behind a mediation effort by Arias to settle the Honduran crisis, the Obama administration has demonstrated sensitivity to Latin sensibilities. "They're trying to give the message that the inclusion of regional actors is very important and the United States won't go back to the days when it single-handedly intervened with a heavy hand," he says. The willingness of Zelaya to go along with the mediation effort shows that "he's trying to put some distance" between himself and Venezuelan President Hugo Chavez.

After Secretary of State Hillary Clinton met with Honduras' ousted president, Manuel Zelaya, on Tuesday, they announced that President Oscar Arias of Costa Rica will act as a mediator to settle this latest Latin American crisis. Roberto Micheletti, who was appointed president by Honduran lawmakers after Zelaya was forced out of the country ten days ago, will also participate in the mediation talks in Costa Rica. Does this mean that we're on a road to settling this problem?

I certainly hope so. At the very least, the fact that the mediator has been named means there's recognition by all the parties involved that the only way out of this mess is by setting in motion some kind of political dialogue. That in itself is very significant. But it's not just any kind of political dialogue. It's also a dialogue that Secretary Clinton and the U.S. administration have put their weight behind. The fact that they chose President Arias to be the mediator is certainly good news. He's a man that's very well respected across the region. By pure luck and coincidence, he happens to be holding the rotating presidency of the Central American Integration System, which is an integration arrangement between a set of institutions that exist to bind Central American countries. Since he holds the presidency of that, it's only appropriate that he steps into this mediating role. There's really no better person for the task at hand.

(Lea la entrevista completa en el sitio del Councel of Foreign Relations, crf.org)

¿Y con el golpista de Nicaragua qué va a hacer la OEA?

Viendo por la tele la maratónica sesión realizada por los presidentes y cancilleres de América Latina convocada en respuesta al golpe de Estado en Honduras, una no sabía si echarse a reír o a llorar. Toda la solemnidad y seriedad que imponían las circunstancias se fue por un tubo, nomás observar los gestos y oratoria de los dos personajes del día: el depuesto Mel Zelaya y Hugo Chávez. El primero contaba una y otra vez su drama y clamaba por la democracia, la legalidad y la legitimidad, como si alguna vez hubiese estado a favor de ellas. El otro, habló interminablemente como si estuviera en una transmisión de su Aló Presidente.

Era impresionante contemplar como la diatriba de Chávez iba de lo ridículo y anecdótico, a la retórica cuartelaria y al injerencismo: amenazó con declarar la guerra e invadir Honduras, ir a dejar él mismo al “hermano” Mel a Tegucigalpa; hablar contra los golpistas y los “gorilettis”, cuando él mismo es uno, llamar a la insurrección del pueblo hondureño, cuando reprime violentamente a quienes critican su mesiánico autoritarismo.

Viendo las caras de los ahí presentes, una se preguntaba qué estarían pensando realmente de lo que Chávez decía: Había sonrisas sardónicas y discretas del presidente de Costa Rica, la cara impávida del presidente de México, las cejas alzadas entre asombradas y divertidas del secretario general de la OEA, la cara adormilada y resignada del presidente de Bolivia, la cara asustada del presidente de Guatemala y la actitud distante del presidente de Panamá. Daniel miraba bobaliconamente a Chávez, mientras que en la silla de atrás la primera dama de Nicaragua mascaba intensamente un chicle y hablaba por celular. El cuadro estaba abigarrado de gente, banderas, discursos, plantas y flores y hasta en la pantalla daba asfixia.

En el club del Alba, Chávez es quien lleva la voz cantante y todos los demás repiten. Es una voz estentórea, grosera e irrespetuosa, que ofende la inteligencia de quienes no lo siguen. Un poco más y según Chávez, Mel Zelaya era un cruce de Mahatma Ghandi y Mandela. Esta bien rechazar el golpe de Estado y respaldar al socio depuesto, pero desde todo punto de vista la exaltación de la oscura y cuestionada figura de Zelaya fue todo un despropósito, tanto como el de Fidel Castro que ha llegado al colmo de compararlo con Salvador Allende!

Como sea, para los nicaragüenses vale la pena aplicar al gobierno de Daniel Ortega la declaración de los miembros del Alba destinada a los golpistas de Honduras, que le cae como anillo al dedo a propósito de sus constantes violaciones a la Constitución y a las leyes, así como el golpe perpetrado contra el pueblo de Nicaragua con el fraude electoral. El artículo de la Cn. Hondureña que los presidentes del Alba hacen suya dice textualmente: “Nadie debe obediencia a un gobierno usurpador, ni a quienes asuman funciones o empleos públicos por la fuerza de las armas o usando medios o procedimientos que quebranten o desconozcan lo que la Constitución y las leyes establecen. Los actos verificados por tales autoridades son nulos. El pueblo tiene derecho a recurrir a la insurrección en defensa del orden constitucional”. Nunca mejor dicho.

Es justa y necesaria la invocación que tanto Ortega como Chávez han hecho de la Carta Democrática Interamericana para enfrentar la crisis en Honduras y el golpismo, aunque solo unas semanas antes se deshacían en improperios contra la OEA y sus instrumentos.

Sin embargo, algo de lo que deben tomar nota los nicaragüenses, la propia OEA y la comunidad internacional, es que no debe haber un doble standard para tratar a los golpistas. Daniel Ortega no tiene en contra aquí a los otros poderes del Estado como en Honduras, porque dio el “golpe” del pacto desde el año 2000 que lo ha llevado al poder sobre la base de componendas y violaciones a la Constitución. Aún no está claro si efectivamente ganó las elecciones del 2006, pues al día de hoy el Consejo Supremo Electoral no rinde cuentas de un 8% de los votos, mismos que pudieran hacer toda la diferencia y que lo convertiría en un usurpador. Por si faltara más, ahí están todas las denuncias y pruebas de todos los atropellos al orden democrático institucional y del fraude electoral mejor documentado de América Latina.

Así las cosas, lo que es bueno para Honduras, es también bueno para Nicaragua: la OEA debe activar el artículo 21 y 22 de la Carta Democrática Interamericana para ambos países y matar dos pájaros de un tiro:
El artículo 20 de la misma, de manera textual señala: “En caso de que en un Estado Miembro se produzca una alteración del orden constitucional que afecte gravemente su orden democrático, cualquier Estado Miembro o el Secretario General podrá solicitar la convocatoria inmediata del Consejo Permanente para realizar una apreciación colectiva de la situación y adoptar las decisiones que estime conveniente.

Por su parte, el artículo 21 de la norma dice que: “cuando la Asamblea General, convocada a un período extraordinario de sesiones, constate que se ha producido la ruptura del orden democrático en un Estado Miembro y que las gestiones diplomáticas han sido infructuosas, conforme a la Carta de la OEA tomará la decisión de suspender a dicho Estado Miembro del ejercicio de su derecho de participación en la OEA con el voto afirmativo de los dos tercios de los Estados Miembros. La suspensión entrará en vigor de inmediato.

Se supone que una vez que la OEA toma la decisión de suspender a un gobierno, debe mantener sus gestiones hasta el restablecimiento de la democracia en el Estado miembro afectado. Esta es una necesidad no sólo para Honduras sino también para Nicaragua. Así, la OEA puede respaldar los derechos de los ciudadanos y no sólo de presidentes electos, que no gozan de legitimidad.

Ni la OEA ni el resto de la comunidad internacional pueden mandar el mensaje de que sólo están para respaldar a autoridades civiles versus militares golpistas, sino también para defender a los ciudadanos de violaciones al orden democrático tanto por los unos como por los otros. De lo contrario, habrá que tomarle la palabra a la Declaración del Alba, que ha llamado a los ciudadanos de Honduras (y a lo cual se siente convocado todo mundo en Nicaragua) a insurreccionarse contra los usurpadores, mientras la OEA se habrá quedado defendiendo la legalidad sin legitimidad.

(Confidencial, Nicaragua)

Carta a Michael Jackson

Jacko:

como dicen que sos de los muertos que nunca mueren, tal vez leas esta carta. Me encantó el show de despedida que te armaron en el Staples de Los Angeles: un concierto como dios manda para una estrella de pop - y discursos como si hubiera muerto el hermano de la madre Teresa...

No entiendo cómo, pero vos conectaste con toda una generación. Soy demasiado viejo para entenderlo.

La única vez que yo lloré por la muerte de un cantante fue en 1980, cuando un loco le pegó un tiro a John Lennon. La muerte de Lennon la sentimos como pérdida insufrible, porque este tipo, cuando tocaba y cantaba, habló por toda nuestra generación. La bala que mató a Lennon, hirió nuestra identidad, nuestra rebelión, nuestra revolución...

Lo mismo pasó a mis hermanos mayores cuando murió James Dean en 1955. Con él murió el hombre que simbolizaba su tristeza, su rebelión contra las mentiras de la generación de sus padres...

No así con Elvis. Cuando Elvis murió en 1977, ya había muerto varias veces. El icono del rock ya no existía, había cometido suicidio durante años. Si Elvis hubiera muerto en 1958, hubiera provocado una depresión colectiva, tal vez una ola de suicidios.

No quiere ni pensar que vos representaste a toda tu generación. Tan jodido no está el mundo. John Lennon, Elvis Presley y James Dean cambiaron el mundo. Vos cambiaste la manera de bailar...

Durante años has sido un muerto que seguía deambulando. Un fantasma asustando niños. Tal vez a esto se refieren cuando dicen que sos inmortal...

Mejor descanse en paz.

Paolo Lüers

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jueves, 9 de julio de 2009

Brigadas de Comunicadores Sociales venezolanos se dirigirán a Honduras



También se activará la Artillería del Pensamiento, es decir, jornadas de comunicadores en luchas, foros, talleres y debates que tendrán como eje de discusión el tema: "Socialismo o Barbarie".

Para romper el cerco mediático de Honduras, brigadas de comunicadoras y comunicadores sociales venezolanos partirán hacia Honduras. Así lo anuncio en rueda de prensa, Modaira Rubio, integrante del Consejo Nacional de Comunicadores Socialistas.

Asimismo, indicó que también partirán brigadas internacionales de solidaridad con 36 médicos y médicas. Aseveró que con esto se apoya los esfuerzos de la diplomacia de los pueblos, que se propone desde los movimientos sociales.

Modaira Rubio indicó que también se activará la Artillería del Pensamiento, es decir, jornadas de comunicadores en luchas, foros, talleres y debates que tendrán como eje de discusión el tema: "Socialismo o Barbarie".

Señaló que se discutirá el Alba como alternativa precisamente a esa barbarie. "Porque el ataque no es contra Honduras, sino contra el Alba y contra el liderazgo continental del presidente Chávez".

Informó que el Consejo Nacional de Comunicadores Socialistas, tiene una reunión de emergencia, para organizar la logística de las brigadas.

Destacó que desde que se inició el fascismo en Honduras, el Consejo se ha activado y emitido tres comunicados, uno de repudio al golpe, otro de respaldo a telesur y el último condenando el asesinato del periodista víctima de la violencia en Honduras.


Ministra Eeckhou: El golpe de Honduras es contra el ALBA

La titular del MinCI rechazó y condenó las acciones violentas suscitadas en Honduras y manifestó su apoyo irrestricto al presidente constitucional Manuel Zelaya.

“El pueblo venezolano liderizado por el presidente Hugo Chávez condena y rechaza el golpe de Estado perpetrado por la oligarquía y la fuerza armada que ha violado la democracia y la libertad de expresión de los hondureños”.

Así lo afirmó la ministra del Poder Popular para la Comunicación y la Información (MinCI), Blanca Eekhout, este martes, durante una rueda de prensa que ofreció desde su despacho.

Eeckhout, sostuvo que el atentado a la nación centroamericana es una amenaza contra “la Alternativa Bolivariana de los Pueblo de Nuestra América (ALBA) y del comandante Hugo Chávez como líder continental, que tiene como propósito la unión de los países y la consolidación de la igualdad, equidad y de la felicidad del soberano”.

Por otra parte, aseguró que el imperio norteamericano ha adoptado una conducta hipócrita por su doble discurso, puesto que tienen bases militares en ese país, desde las cuales se han planificados diversos ataques en contra de quienes están en pro del socialismo.

En este sentido, la Titular del MinCI, expresó que “la falta de estrategia del imperio, generó su orden de mantener la violencia, a pesar del pronunciamiento de condena al golpe de Estado por parte de los países del mundo (…) Sólo con la organización, la integración de los pueblos se puede combatir la violencia de quienes se resisten al progreso de los países del Sur”.

Eeckhout manifestó que el único delito del presidente Manuel Zelaya fue dignificar el sueldo mínimo de su país e implementar programas de alfabetización, educación y alimentación, iniciativas adoptadas por los países miembros del ALBA, quienes tienen como finalidad garantizar los derechos de sus pueblos para lograr dignificar su calidad de vida.

Medios de comunicación clave del golpe de Estado

Los canales de televisión y radios del Estado hondureño fueron militarizadas para evitar el acceso del pueblo a la información, mientras que “los medios de comunicación internacionales como CNN se encargaron de armar una orquesta de mentiras, acerca de la realidad de lo que está sucediendo entorno al pronunciamiento del soberano que respaldó a Zelaya y además se han dedicado a satanizar la imagen de Venezuela internacionalmente y a nuestro Presidente”, afirmó la ministra Eeckhout.

De igual manera, destacó que el ataque persistente de las organizaciones comunicacionales y sectores adversos a un modelo político como el socialismo, y la Revolución Bolivariana, “se debe a que los países de la región ha tratado de aplicar la propuesta constituyente para romper con la oligarquía y el imperio (…) Los medios se han convertido en instrumentos para agredir y fomentar la guerra entre los pueblos”.

La ministra Blanca Eekhout manifestó que para enfrentar la mentira mediática se debe hacer una revisión del espectro radioeléctrico, el cual ha sido utilizado para incitar a la violencia hasta lograr un golpe de Estado.

“Ejemplo del poder de los medios es la masacre de Ruanda en 1994 que dejó 800 víctimas, como consecuencia de la cadena de radio y televisión “Las Mil Colinas”, organización que utilizaba sus espacios para difundir información incitando a la violencia para enfrentar las etnias Hutus y Tutsis”.

Al referirse a la manipulación de los medios de comunicación social, la Ministra aseguró que la campaña emprendida por los medios acerca de la violación propiedad privada y la patria potestad de lo niños, tiene como finalidad fomentar la violencia y la desestabilización social.

“El gobierno Bolivariano tiene como prioridad garantizar la propiedad social y brindar una mejor calidad de vida a los menores que no cuentan con familias, mediante la asignación de un hogar que les permita su desarrollo y crecimiento en armonía”, sentenció Eeckhout.

(Fuente: Minci)

Carta a Oscar Arias, residente de Costa Rica

Estimado don Oscar:

entiendo perfectamente que usted se asustó y encachimbó cuando le despertaron en la madrugada poniéndole en la puerta de su casa a un presidente en pijamas...

Ante las cámaras del mundo dijo lo que tuvo que decir para confortar a su colega Zelaya y para regañar a los golpistas hondureños por despertarlo a hora no cristiana.

Ya el día siguiente, en Managua, mantuvo más bien silencio ante las cátedras de democracia impartidas por los comandantes Raúl Castro, Hugo Chávez y Daniel Ortega.

Déjeme adivinar: Detrás de la cara de chucho triste que puso en Managua, usted estaba pensando: “A este sindicato de presidentes en peligro de que los echen no me uno. Yo ni ejército tengo para hacerme golpe...”

Es exactamente por eso que usted es el más indicado para buscar una solución pacífica para Honduras. Usted es el mediador ideal, porque no tiene velas en este velorio.

Ya que Washington le dio el respaldo para su rol de mediador, usted tiene la llave en sus manos. Si tiene el valor de actuar en contra de la corriente marcada por los comandantes, otros presidentes de la región se van a salir del guión que Hugo Chávez ha escrito para la escalada y regionalización del conflicto en Honduras.

Suerte, don Oscar, ¡por algo es Nobel de paz!

Paolo Lüers

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miércoles, 8 de julio de 2009

China y sus minorías

China, un régimen alérgico a cualquier tipo de disidencia, repite con resultados catastróficos un modelo de trato a sus minorías basado en la represión. Ha pasado en Tíbet y ocurre estos días en la provincia noroccidental de Xinjiang, a más de 3.000 kilómetros de Pekín, donde las protestas de la etnia uigur -musulmanes turcomanos- por el trato que recibe han sido sofocadas con una violencia desconocida en décadas. Los medios estatales hablan de ataques de los uigures a la etnia china han, las turbas de ésta campan sanguinariamente por las calles y las cifras oficiales, sin verificación posible, contabilizan más de 150 muertos y casi 10 veces más heridos. En Urumqi, la capital provincial, se mantiene el toque de queda, la supresión de Internet y el control telefónico. La situación es tan seria como para que el presidente Hu Jintao haya abandonado la cumbre del G-8 en Italia y regresado a su país.

Xinjiang ha sido en los últimos años una olla a presión de tensiones étnicas. Han sido alimentadas por el abismo económico y social que separa a uigures -oriundos de la región, vinculados lingüística y culturalmente con Asia Central- y los ahora mayoritarios han, principal etnia china, privilegiada por Pekín, que fomenta su emigración a zonas conflictivas para alterar en su favor el equilibrio demográfico. El control del Gobierno sobre los uigures, casi la mitad de los 20 millones de habitantes de Xinjiang, da como resultado que se sientan marginados. Como en Tíbet, su resentimiento ha estallado regularmente en violencia; incluyendo antes y durante los Juegos Olímpicos, pero nunca como en esta semana.

En uso de una letanía especialmente querida al Partido Comunista, y típica de los regímenes dictatoriales, Pekín acusa a agentes extranjeros de fomentar los disturbios con fines separatistas, más específicamente a una líder activista exiliada en Washington. Pero la realidad tiene que ver sobre todo con la incapacidad del PCCh para lidiar de forma civilizada con cualquier tipo de discrepancia, incluida la más íntima de las creencias religiosas. La brutalidad gubernamental tiene en el caso de Xinjiang un crítico componente económico, puesto que el vasto territorio -fronterizo entre otros con Rusia, Pakistán, Afganistán e India- alberga grandes reservas petrolíferas y es el mayor productor de gas chino.

Pekín fomenta la dominación han en todo el país a la vez que restringe las oportunidades para las minorías que no comulgan con los principios básicos del régimen. Su aparato propagandístico inciensa sin cesar los logros del sistema y fomenta un nacionalismo obcecado y violento que el Gobierno utiliza regularmente para plantar cara a cualquier crítica exterior. Los acontecimientos sangrientos de Xinjiang seguirán repitiéndose en China mientras los dirigentes del gigante asiático exijan ciudadanos mudos y permanezcan ajenos al más elemental control democrático de sus actos.

(Editorial de El País, Madrid)

Ayatolá, lindísimo ayatolá

No es la primera vez que un Gobierno autoritario ignora la voluntad de los electores y confirma su propia permanencia en el poder.

No es la primera vez que un Gobierno autoritario sale a reprimir a la oposición y la acusa de ser manipulada desde el extranjero.

No es la primera vez que un Gobierno autoritario ignora los cambios sociales que han ocurrido, precisamente, bajo el Gobierno autoritario y a pesar de él.

No es la primera vez que un Gobierno autoritario disfraza con la retórica de la unidad sus propias divisiones internas.

No es la primera vez. En diversos grados, los eventos de 1968 ilustraron estos supuestos. El Gobierno de Francia no calculó el alcance del movimiento de Mayo. Sólo André Malraux se dio cuenta de que se trataba de "un cambio de civilización". Quizás no la mejor de las civilizaciones. El Mayo parisino reveló la dinámica de una nueva clase media liberada de filiaciones partidistas y más asociada al consumo y a la libertad de costumbres que a la militancia en los partidos. El Comunista, partido alternativo del poder, perdió el que tenía cerrándole las puertas al movimiento "pequeño-burgués" de los estudiantes. Al cabo, éstos ganaron, el Partido Comunista perdió y con él perdieron todas las tradicionales filiaciones de Francia, que hoy es un Estado sin partidos, dependiente de la capacidad de cooptación del presidente de la República pero con amplísimo margen de libertades individuales.

Caso mucho más grave fue la represión soviética, en agosto del 68, del movimiento hacia un socialismo democrático en Checoslovaquia. Los tanques del Pacto de Varsovia aplastaron la apuesta de un socialismo con libertades. Los dirigentes checos fueron humillados por el Kremlin. Hoy, la República Checa es un país de democracia pluripartidista y Moscú un poder lejano y ni siquiera tutelar, presa de sus propias desatadas contradicciones entre la tradición autoritaria y el impulso democrático.

México, en fin, fue el caso más severo de perpetuación autoritaria. Ni ayer ni hoy es imaginable la ceguera del poder ante las transformaciones auspiciadas por el propio poder durante su largo periodo (1920- 1964) de legitimación revolucionaria. Gustavo Díaz Ordaz representa la ceguera del sistema ante el sistema mismo, necesitado de una reforma que esta vez encabezó la juventud masacrada en Tlatelolco en octubre del 68. Intentando salvar al poder, Díaz Ordaz lo sacrificó para siempre. De Echeverría a Salinas, el poder ya no fue lo que era. De concesión en concesión, de reforma en reforma, llegó el día en que Zedillo entendió que sin plena libertad democrática, el poder se quedaría sin poder.Es obvio que el Gobierno iraní desconoce (o desea desconocer) estas lecciones históricas. Con absoluta falta de proporción, ha otorgado al Gobierno en el poder, el de Mahmud Ahmadinejad, sin tiempo para contar los votos, una victoria increíble (el 63% de la votación) contra una oposición surgida, al cabo, del propio poder: Mir Husein Musavi ha sido primer ministro y lo apoyan clérigos históricos como los ayatolás Akbar Hashemi Rafsanjani, ex-presidente; Mahoma Jatami, también antiguo presidente, y Ali Montazeri. En cambio, el actual presidente Ahmadinejad cuenta con el respaldo absoluto del número uno, el guía supremo Ali Jamenei.

A primera vista, ésta sería una guerra de facciones internas al propio régimen, como sucedió, digamos, en México entre Carranza y Obregón o entre Obregón y De la Huerta, o en Argentina entre facciones peronistas.

No es así porque en las manifestaciones de Teherán han participado cientos de miles de ciudadanos, en su mayoría gente joven que ha crecido bajo el régimen que sucedió al Sha en 1979, gente que es partidaria del régimen y sólo le pide -¡sólo!- libertades mayores, libertades ciudadanas de estudio, asociación, incluso vestuario -y en consecuencia, de liberación femenina-. Éste ha sido uno de los rasgos definitorios del movimiento: la abundancia de mujeres que hacen sentir su presencia en la naciente sociedad iraní.

¿Puede esta complejidad social y sus evidentes ambiciones, puede, sin más, un número tan abrumador de ciudadanos, ser manipulado desde el extranjero, por Gran Bretaña o por Estados Unidos?

No desdeño el pasado. Inglaterra se condujo como potencia imperial en Irán hasta 1919, y el propio Barack Obama ha admitido que EE UU manipuló la caída del líder reformista Mahoma Mosadeg en 1953. Sólo que hoy, el movimiento de la sociedad iraní es tan vasto que no lo puede dirigir ninguna potencia exterior. Es tan grande que no lo puede domar el propio poder oficial iraní.

La fuerza pública, los grupos represivos del régimen, el gas, las bazukas, los jóvenes muertos, han disipado el movimiento. Refugiados en las azoteas al grito simultáneo de "Alá es grande", burlándose de la censura absoluta con los nuevos instrumentos del Twitter y el You-Tube, y sobre todo el más discriminante blog. La anacronía del poder y sus métodos represivos de la información quedó revelada por la veloz novedad del Internet.

Atrincherado, el poder conjunto del líder supremo Jamenei y del presidente Ahmadinejad será, al cabo, derrotado por la disensión interna al régimen, por el abuso de la fuerza y, sobre todo, por la permanencia, vitalidad y deseo de una población que, en un 70%, son jóvenes y quieren un país más libre.

El tema pendiente es el del desarrollo de la capacidad nuclear de Irán y la flexibilidad negociadora tanto de Teherán como de Washington. Barack Obama ha condenado la represión iraní pero no ha cerrado (hasta ahora) la puerta a la negociación. Ésta sería más razonable con un régimen iraní más democrático. Barack Obama, como es su costumbre, no cierra ninguna puerta y le recuerda a sus críticos: "Sólo hay un presidente de EE UU y soy yo". Excluyéndose del debate de la comentocracia, Obama reafirma su capacidad oficial para juzgar y proceder. Una cosa sería condenar la brutalidad del régimen y otra negociar con el régimen el asunto nuclear. ¿Se legitima el Gobierno iraní si Washington negocia con él el problema nuclear? ¿O es capaz Obama de mantener censura y negociación? ¿Y es capaz Teherán de separar una censura que le resta legitimidad de una negociación que se la condiciona a un solo tema de trascendencia internacional?

Tal parece ser el dilema. Lo rodea el despertar de toda la sociedad iraní.


(El País. Madrid)

Golpes a la Carta Democrática Interamericana

En septiembre de 2001 la Organización de Estados Americanos (OEA) aprobó un documento que bautizó como Carta Democrática Interamericana, reafirmándose en algunos principios que prácticamente todas las naciones del hemisferio reivindicaron entonces como propios. La Carta pretendió ser la columna vertebral que garantizase un sistema político de carácter universal, aceptado por todos los miembros de la OEA para evitar la repetición de traumáticas experiencias del pasado. Un andamiaje -esto es lo importante- basado en el sistema republicano: democracia representativa, independencia y coordinación de poderes, sufragio universal libre y transparente, vigencia plena de los derechos humanos y funcionamiento de la sociedad con base en el Estado de derecho.

Estas ideas que en 2001 parecían fuera de discusión, hoy están en entredicho. La situación en Honduras no ha hecho otra cosa que plantear las preguntas fundamentales: ¿todos los miembros de la OEA entienden del mismo modo el sentido profundamente republicano de la Carta? ¿Todos interpretan lo mismo cuando se habla de democracia? ¿Todos aplican las condiciones sine qua non de ésta para pertenecer a la organización? Entendámonos; la cuestión es si comulgamos con esos valores y estamos dispuestos a aplicarlos y a someternos a la opinión y sanción de la comunidad internacional cuando esos principios son quebrados; sea por el poder ejecutivo, el legislativo, el judicial, o sea por el poder armado.

No se trata ahora de discutir lo obvio. Si en Honduras se produjo o no un golpe de Estado. Por supuesto que se produjo. La pregunta es ¿por qué?

La primera constatación es que la película del siglo XX no es la misma que la del XXI. No estamos enfrentando la doctrina anticomunista de seguridad nacional promovida por Estados Unidos. No estamos frente a golpes militares "nacionalistas y cristianos", ni frente a los terribles actos de genocidio y/o guerras civiles que vivieron varias naciones latinoamericanas en la segunda mitad del siglo XX. No estamos en los días tenebrosos en que se inventó el inhumano término de desaparecidos. No estamos en suma, frente a dictaduras abiertas de izquierda o de derecha.

Ese tiempo terminó. Éste es otro tiempo para el que quizás los custodios de la Carta Democrática no están preparados. Empecemos por decir que la idea del republicanismo se ha puesto en cuestión en sus bases. Es el caso de la nueva Constitución boliviana que ha creado el "Estado Plurinacional de Bolivia", que nos recuerda inevitablemente nacionalismos europeos de la primera mitad del XX, con un ingrediente aún más complejo y riesgoso, el de la categorización étnica diferenciada dentro de ese Estado que niega a la República. En otras naciones signatarias de la Carta, algunas con nuevas constituciones y bajo la delgada tela de la democracia republicana, lo que se vive es el avasallamiento inequívoco de dos poderes del Estado que son controlados, absorbidos o aniquilados por el Ejecutivo. El tema de su transparencia electoral ha sido puesto en entredicho. El respeto a los derechos humanos, sumado a la aplicación del Estado de derecho, está en cuestión. Con variantes, ésta es la situación que se experimenta en media docena de países, en la propia Honduras hasta hace unos días.

Pero a esta realidad tan peculiar, debemos sumar dos ingredientes que plantean la complejidad del problema. El primero: en el periodo 2001-2009 varios presidentes tuvieron que dejar el cargo forzados por acciones de lo que algunos definen como "movimientos populares" o "democracia de las calles", más de una vez con trágico derramamiento de sangre. Otros lo resignaron mediante mecanismos en los que -precariamente- los poderes legítimamente constituidos lograron darle una forma razonablemente legal a crisis que amenazaban todo el andamiaje democrático de sus países (yo mismo renuncié de forma voluntaria al cargo presidencial -aunque en un contexto social muy difícil- antes de concluir mi mandato constitucional). El segundo: gobernantes que hace ya tiempo han destruido el Estado de derecho, dominado los poderes legislativo y judicial, violado derechos y garantías ciudadanas y que por añadidura buscan su perpetuación en el poder por la vía de reelecciones sucesivas, gozan de un importante respaldo electoral. Aun sin fraude ganarían con claridad las elecciones a las que se presentaran, como ganaron las que los hicieron presidentes. No juzgaré las razones que explican este encantamiento de las masas, pero sí subrayo su gran importancia para comprender la paradoja planteada.

Por eso, es muy difícil aceptar la autoridad moral de unos para juzgar a otros en medio de una realidad que cada vez tiene menos que ver con los ideales de la Carta Democrática Interamericana. Es indispensable repensar el futuro, recuperar el espíritu democrático de la Carta, que deberíamos suscribir sin pestañear. Pero sobre todo, es urgente quitar la máscara de más de un poderoso en el continente. Quizás la política no sea el arte de la ética, pero no demos por bueno que sea la cueva de los cínicos. Es cruel el cacareo cargado de retórica democrática de quienes hace ya tiempo que le dieron la espalda a sus valores. América Latina no salvará su espíritu republicano y sus instituciones, conducida y manipulada por los mesías del autoritarismo.

(El País, madrid. El autor es ex presidente de Bolivia.)

El conflicto ya llegó a El Salvador


“Se ha dicho, con verdad, que el golpe de Estado hondureño es contra todo lo que se encarna en estas cuatro letras: ALBA. La Alianza Bolivariana no sólo es una urgencia histórica sino la vía inexorable para hacerle frente a la crisis estructural del capitalismo y, por eso mismo, el instrumento unitario de mayor voluntad política a la hora de actuar en función de la impostergable unidad de Nuestra América. De allí que buscaran golpearla, así lo he dicho, por su flanco más débil,” escribe Hugo Chávez, en ‘Las Líneas de Chávez: El ALBA y la hora de los hornos,’ el 4 de julio de 2009.

Tiene razón el teniente coronel: El golpe de Honduras es contra la aplicación del modelo ALBA –‘revolución bolivariana’, ‘socialismo del Siglo 21’, ‘democracia popular’, como quieran llamarlo- en un país cuya población no ha optado por este ‘cambio’.

Golpe contra el ALBA – esto explica la respuesta militante y beligerante de los gobernantes del ALBA y sus aliados, como los Kirchner, el padre Lugo... y el FMLN. “Nosotros estamos dispuestos a apoyar la insurrección del pueblo hondureño,” gritó un uniformado Hugo Chávez el 29 de junio en Managua, sentado a la par de Raúl Castro, Manuel Zelaya y Daniel Ortega, y agregó: “Haré todo lo posible para derrocar ese gobierno.”

Pero si el conflicto en Honduras es entre los seguidores y los detractores del modelo ALBA, como lo describe el mismo teniente coronel Hugo Chávez, ¿porqué la OEA toma partido por el ALBA? ¿Por qué los gobiernos democráticos -de izquierda y derecha- de Latinoamérica no forman un bloque que propone la búsqueda de una solución negociada, en vez de adoptar la posición de una de las partes en disputa por el poder? ¿Por qué nadie le agarra la pelota a Oscar Arias quien se ofrece como mediador?

Es por la ilegalidad del golpe, dicen los fariseos. El problema es que los dos bandos que en Honduras reclaman el poder legítimo, padecen de ilegalidades. Zelaya perdió el poder, porque violó la constitución tratando de gobernar desconociendo los demás poderes del estado. Micheletti llegó al poder luego de la expatriación ilegal de Zelaya. En estos casos, la comunidad internacional normalmente se rige por un criterio muy pragmático: reconoce al gobierno que de hecho ejerce control del territorio. Y hace gestiones para asegurar el imperio del estado de derecho.

Por eso nadie en su sano juicio reconocería a un gobierno cubano o chino o norcoreano o iraní en el exilio. Por eso todo el mundo respeta y admira al Dalai Lama, pero nadie reconoce su gobierno en el exilio.

¿Vamos a dejar que los presidentes del ALBA nos obligan a seguir reconociendo a un presidente exilado de Honduras, que deambula en aviones venezolanos entre Managua, San Salvador y Washington, y a desconocer al gobierno en Tegucigalpa que administra al país?

El presidente destituido José Manuel Zelaya, si es tan convencido que ‘su gente’ lo están esperando para restituirlo en el poder, debería regresar a Honduras. Tiene razón. Pero no pidiendo permiso en el aeropuerto y acompañado de celebridades, sino por las veredas del pueblo, acompañado de sus valientes ex-ministros... Si logra controlar territorio, si logra que la población se deje gobernar por él, hablemos de reconocimiento internacional. Si no, no.

Pero mientras tanto, necesitamos que los gobiernos que no han caído enfermos de calenturas bolivarianas asumen su responsabilidad en la búsqueda de una solución política, pacífica y negociada. Para eso, la primer cosa que tienen que hacer es hablar con la Corte Suprema, con el Congreso, con el fiscal general, con el comisionado de Derechos Humanos, con los obispos, con los empresarios de Honduras. Y con el gobierno que ejerce la administración del país.

¿Qué posición va a tomar el gobierno salvadoreño? Esa es la gran incógnita. Las primeras declaraciones del presidente mantuvieron una sana distancia a las posiciones extremas y beligerantes del FMLN y de los gobiernos del ALBA. Luego daba la impresión que el presidente empezó a ceder a las presiones del FMLN y sus aliados. Tampoco puso una cara muy feliz cuando Zelaya y sus amigos le cayeron a Comalapa el día del frustrado show del retorno.

Es obvio que el FMLN quiere arrastrar a El Salvador hacia la posición del apoyo incondicional a Zelaya. De esta manera el FMLN traslada el conflicto hondureño –o más bien el conflicto entre seguidores y detractores del ALBA- a nuestro país. Ya lo trasladó. Igual que en Honduras, aquí existe y se moviliza una minoría muy activa en favor del modelo bolivariano. Basta escuchar las declaraciones de Dagoberto Gutiérrez, de los líderes del ‘movimiento social’ y de los voceros del FMLN...

No hay que tenerle miedo a este conflicto. Igual que en Honduras, en El Salvador tampoco hay mayoría para el modelo ALBA. Y el presidente Funes tiene que decidir de qué lado está en esta batalla política.

(El Diario de Hoy, Observador)

martes, 7 de julio de 2009

Solo en la muerte recuperamos nuestro nombre

Coscomatepec de Bravo
060709

En la distancia me alcanzó la noticia. Dura, cruda, un amigo está muerto. Entre picos de montaña nevados y la soledad se puede transmitir la tragedia.

No hay palabras para los amigos y la familia que sienten bien, a pesar de que digamos que era un buen compañero, un magnifico deportista o simplemente un buen ser humano.

Qué difícil pensar que trece personas mueren al día, que trece familias al día pasan por esto, que trece grupos de amigos lamentan una muerte.

13, vemos el número y leemos la noticia, historias que hasta la prensa se cansó de contar y ahora con un pacto decidieron silenciar. Son meses ya que los crímenes no se ven. En esta ocasión esta cifra tenia nombre, Lino, con nuestra muerte recuperamos nuestro nombre, mientras los que quedamos seguimos anónimos, rodeados de cifras, 13, sin que pronunciemos con firmeza ¡Basta ya!

No queremos más nombres, dan igual los colores políticos o las buenas intenciones lo que queremos es el fin de la violencia, lo que queremos es vivir en paz, sin miedo a caminar por una acera, sin miedo de sentarnos en el parque, sin temor de poder entrar a nuestras casas y sin el absurdo de no poder trabajar y ganarnos la vida.

Llegará el momento que la presión haga que esto explote, llegará el momento que alguien vuelva a tomar la justicia por sus manos, que no les importe si es marero, roquero o simple narco. No les importará la procedencia, si es viene de condiciones desfavorecidas o si el sistema lo produjo. Llegará el momento en que los anónimos tomarán acción, para entonces todo estará perdido y esto se habrá ido al traste.

No me explico como alguien puede prestar tanta atención a Chávez cuando nos ahogamos. Tan absurdas nuestras preocupaciones por defender nuestra democracia, tan absurdo el FMLN por seguir viendo al Chavismo como algo importante. Lo que importa son los anónimos, el pueblo, lo que tanto se llenan la boca diciendo y tan fácil se les olvida. Lo que importa es que lleve el turno de los ofendidos que Roque hablaba no los de Funes.

Lo que importa es que hoy se nos fue Lino y nos acordamos de él, mañana serán otros trece que dejarán otros trece que los recuerden.

Y mientras no paremos esto, recuperemos nuestros nombres antes de la muerte o en la misma muerte. No hay futuro para El Salvador y el manto sombrío del narcotráfico, la delincuencia, la corrupción y la muerte nos recorrerán mientras nuestros lideres nos venden socialismos trasnochados de tiranos payasos del sur y lo único que queremos son soluciones.

Who Cares About Zelaya?

(Tegucigalpa, Honduras) LAST week I asked my friend Julia what she thought about the coup d’état that deposed our president, Manuel Zelaya. Julia owns a mercadito, an old-fashioned grocery store that she set up in her garage. Like many middle-class housewives here, she started a business to contribute to the shrinking family budget.

Not far from Boulevard Morazán, the main avenue near the affluent Colonia Las Lomas, Julia’s store is a good place to hear the latest news and gossip.

“Oh, I love the curfew,” she joked. “I haven’t seen my husband come back home before 10 at night since my honeymoon.”

“But what do you think about Zelaya?” I insisted. “And what about Roberto Micheletti” — the president of Congress who is now interim president? She replied: “Micheletti, Zelaya, what do I care? Things will continue as usual. Nothing will change. All I want is that they let me live in peace to run my business.”

After almost 30 years of formal democracy, Julia, like most Hondurans, has lost all trust in politicians. While we have had basic liberties and precarious growth, our leaders have thoroughly failed to ease this country’s poverty and longstanding social divide. For these reasons, many Hondurans are apathetic about politicians — and politics in general.

Of course, over the past few weeks our political reality has been difficult to ignore. This past weekend, thousands of Zelaya supporters clashed with troops defending the airport in Tegucigalpa where Mr. Zelaya, flying in from Washington, tried to land. At least one person is reported to have died. But despite this commotion, life for many Hondurans has continued as usual. Banks, malls, stores, factories, farms, restaurants, taxis, buses, streets — everything looks normal, at least during the day. By night the country enjoys the peace of a cemetery, thanks to a curfew that now starts at 6:30 p.m.

Meanwhile, the outside world seems to be shocked and riveted by the ouster of Mr. Zelaya, who is now getting attention usually reserved for an international movie star. So why are we Hondurans so blasé?

Our weak political memory is a defense mechanism. Too many times we’ve greeted the inauguration of a new president with optimism, only to eventually feel fooled and frustrated by the political incompetence and corruption that followed. If he is not restored to power, something that seems less and less likely to happen, Mr. Zelaya will probably soon fade from our collective memory, just like so many of his predecessors.

And Mr. Zelaya, in many ways, is a typical Honduran politician. He began his four-year term in January 2006, and by mid-2008, the idea of a second term was already in the air, even though it is forbidden by the Constitution. Since its independence from Spain in 1821, Honduras has had 16 constitutions, as these documents were vulnerable to leaders’ desire to extend their stay in office. The current constitution, which came into effect in 1982 after many years of military rule, was written to forever protect the country against presidents’ overstaying their welcome.

But over the years, the lust for power has proved too strong. The first president under the 1982 Constitution, Roberto Suazo Córdova, sought to eliminate the constitutional prohibition. Most of his successors have also tried, one way or another, to stay in the presidential palace longer than they were constitutionally allowed.

But only Mr. Zelaya had the guts to go all the way to plan a referendum, laying the groundwork for an assembly to remake the Constitution to allow him to serve one more term. His larger goal seemed to be a change from our democratic system into a kind of 21st-century socialism. In other words, he wanted to create a Hugo Chávez-type of government.

Such plans aroused the fears of this conservative society, whose middle-class members look at Venezuela and ask why we should adopt the ways of a country that does not seem to have progressed very much over the past decade, and where freedom of the press and other liberties have been suppressed.

Many abroad are obsessing over the question of whether Mr. Zelaya’s ouster was legal, or a classic military coup. But this debate obscures the fact that for many years, Honduras has just been one big crisis waiting to happen.

The economic reforms of 1990 led to a strong devaluation of our currency and an inflation that decreased real salaries, and important sectors of the middle class were forced into destitution. These dismal economic realities are interwoven with corruption and a system where the profits from drug trafficking are apparently used to finance political parties.

Mr. Zelaya’s attempt to land in Tegucigalpa on Sunday reaffirms his fearless but unreasonable temperament. Yet even in the chaos were signs of hope: Among thousands of protesters, only a relative few tried to storm the airport’s fence and confront the soldiers. This could mean that most Hondurans are looking for a peaceful solution to the crisis.

Mr. Zelaya may or may not return to serve the remaining months of his term. But for the future of Honduras, does it really even matter? Until a new generation of young, uncontaminated, democratic politicians take control — and the deep inequalities in our economic system are addressed — we will not be able to trust our leaders.

(The New York Times, Op-Ed. Roger Marín Neda is a columnist at the Honduran daily El Heraldo.)

Carta a Epigmenio Ibarra, periodista y cineasta mexicano

Querido Epi:

como corresponsal de guerra conociste El Salvador como pocos salvadoreños. No sólo el país y sus montañas, sino a los protagonistas de la guerra. Te hiciste amigo de comandantes de ambos bandos. Dormiste en el piso con combatientes de ambos ejércitos. Escuchaste a las víctimas civiles de ambos lados. Contaste las historias de todos nosotros.

Hoy que regresaste al país, nos dijiste una cosa que me impactó mucho: que los salvadoreños deberíamos sentir un inmenso orgullo por la paz, por la manera cómo superamos la guerra y cómo logramos, contra todo escepticismo, mantener la paz.

Tienes razón, Epi: Aquí no se siente ese orgullo. Para el mundo, la paz negociada de El Salvador es un ejemplo, un éxito, una lección. Aquí muchos han perdido la visión que los Acuerdos de Paz siguen siendo la plataforma de nuestra democracia.

Hay gente de derecha y de izquierda que nunca aceptaron la idea que no ganaron la guerra. Siguen buscando la victoria que no lograron en la guerra. No entienden que el hecho que la guerra terminó sin ganadores y son vencidos era lo mejor que podía pasar al país.

Gracias Epi, por acordarnos a todos -guerrilleros, soldados, izquierda, derecha- las lecciones de nuestra propia guerra. Gracias por decirnos, con la confianza de quienes han compartido balaceras, emborracheras y velorios: No sean pendejos, guanacos, construyan sobre el capital que juntos han construido, que es la paz... No inventen rupturas y nuevas repúblicas, cuiden la democracia que fundaron juntos en 1992 – y cuídenla juntos.

Gracias, Epi, por llamarnos la atención,

tu colega y hermano Paolo Lüers

lunes, 6 de julio de 2009

Edificar desde la crisis

Comunicado de la Conferencia Episcopal de Honduras del 2 de julio de 2009: “Edificar desde la Crisis ”

1. Hace apenas tres semanas en la Asamblea Plenaria de esta Conferencia Episcopal expresamos claramente que la justicia social, el dialogo y las consultas dentro del marco de la ley son necesidades que debían ser reconocidas y respetadas a nuestro pueblo.

2. Ante la situación de los últimos días, nos remitimos a la información que hemos buscado en las instancias competentes del Estado ( la Corte Suprema de Justicia, el Congreso Nacional, el Ministerio Público, el Poder Ejecutivo, Tribunal Supremo Electoral) y muchas organizaciones de la sociedad civil. Todos y cada uno de los documentos que han llegado a nuestras manos demuestran que las instituciones del Estado democrático hondureño, están en vigencia y que sus ejecutorias en materia jurídico-legal han sido apegadas a derecho. Los tres poderes del Estado: Ejecutivo, Legislativo y Judicial están en vigor legal y democrático de acuerdo a la Constitución de la República de Honduras.

3. Basados en la documentación que hemos tenido:

a.) Conforme a lo contemplado en el Artículo 239 de la Constitución de la República “Quien proponga la reforma” de este Artículo, “cesa de inmediato en el desempeño de su cargo y queda inhabilitado por diez años para el ejercicio de toda función pública”. Por lo tanto, la persona requerida, cuando fue capturado, ya no se desempeñaba como Presidente de la República.

b.) Con fecha 26 de junio de 2009, la Corte Suprema de Justicia, por unanimidad, nombró un Juez Natural que giró la orden de captura contra el ciudadano Presidente de la República de Honduras, a quien se le supone responsable de los delitos de: CONTRA LA FORMA DE GOBIERNO, TRAICION A LA PATRIA , ABUSO DE AUTORIDAD Y USURPACION DE FUNCIONES en perjuicio de la Administración Pública y del Estado de Honduras; lo anterior a raíz del Requerimiento Fiscal presentado en esa Corte por parte del Ministerio Público.

Aprender de los errores para enmendarlos en el futuro

4. “Ningún hondureño podrá ser expatriado ni entregado a un Estado extranjero” (Art. 102, Constitución de la República ”). Creemos que todos merecemos una explicación de lo acaecido el 28 de junio.

5. El pasado 19 de junio dijimos que todos somos en mayor o menor medida responsables de una situación de injusticia social. Sin embargo, seguimos creyendo que Honduras ha sido y quiere seguir siendo un pueblo de hermanos, para vivir unidos en la justicia y la paz.

a. Por eso es necesario que optemos decididamente por escuchar las opiniones de los demás, de tal manera que se pueda entablar un verdadero dialogo entre todos los sectores de la sociedad, para que se pueda llegar a soluciones constructivas.

b. Es fundamental respetar el calendario del Tribunal Supremo Electoral que garantice las elecciones del próximo mes de noviembre.

c. Es necesario globalizar la solidaridad como un camino que puede ayudarnos a superar la injusticia y la inequidad. La comunidad internacional, con la información adecuada sobre la situación de nuestro país, puede contribuir a estos propósitos.

6. Hacemos un llamado especial

a) A quienes tienen o han tenido en sus manos la conducción del país, les invitamos a no dejarse llevar por los egoísmos, la venganza, la persecución, la violencia y la corrupción. Siempre se pueden buscar caminos de entendimiento y reconciliación, más allá de los intereses partidistas o de grupo.

b) A los grupos sociales, económicos y políticos, les exhortamos a superar reacciones emotivas y a buscar la verdad. Hoy más que nunca los comunicadores sociales deben expresar su amor a Honduras buscando la pacificación y serenidad de nuestro pueblo, dejando a un lado los ataques personales y buscando el bien común.

c) A la población en general le invitamos a continuar en un espacio de participación respetuosa y responsable, entendiendo que todos podemos construir una Honduras más justa y solidaria, con el trabajo honesto.

d) A la Organización de Estados Americanos pedimos que preste atención a todo lo que venía ocurriendo fuera de la legalidad en Honduras, y no solamente a lo sucedido a partir del 28 de junio recién pasado. También el pueblo hondureño se pregunta por qué no han condenado las amenazas bélicas contra nuestro país. Si el sistema interamericano se limita a proteger la democracia en las urnas, pero no le da seguimiento a un buen gobierno, a la prevención de las crisis políticas, económicas y sociales, de nada servirá el reaccionar tardíamente frente a ellas.

e) A la comunidad internacional le manifestamos el derecho que tenemos de definir nuestro propio destino sin presiones unilaterales de cualquier tipo, buscando soluciones que promuevan el bien de todos. Rechazamos amenazas de fuerza o bloqueos de cualquier tipo que solamente hacen sufrir a los más pobres.

f) Agradecemos entrañablemente a hermanos y hermanas de muchos países, que con sus gestos de solidaridad, con apoyo y cercanía, nos proporcionan horizontes de esperanza en contraste con actitudes amenazantes de algunos gobiernos.

7. La situación actual puede servirnos para edificar y emprender un nuevo camino, una nueva Honduras. La confrontación que se está viendo no debe servir para agudizar la violencia, sino como un nuevo punto de partida para el dialogo, el consenso y la reconciliación que nos fortalezcan como familia hondureña, y podamos emprender un camino de desarrollo integral, para todos los hondureños y hondureñas.

8. Exhortamos al pueblo fiel a intensificar la oración y el ayuno solidario para que reine la justicia y la paz.

Firman todos los obispos de Honduras.

(Fuente: radioevangelizacion)