domingo, 7 de septiembre de 2014

100 días de continuismo

Hoy lunes 8 de septiembre el gobierno der Salvador Sánchez Cerén cumple sus primeros 100 días. El balance de los 100 días es una costumbre gringa que no hay que tomarla demasiado en serio. 100 días no es suficiente tiempo para medir logros y fracasos de un gobierno. Tal vez cuando se trate de un gobierno nuevo, tiene cierto sentido ver hasta qué punto ha logrado cumplir su promesa de cambi
Pero el del FMLN es un gobierno de continuidad. El que ahora es presidente, fue vicepresidente del gobernó de Funes. Muchos de los personajes fuertes del quinquenio anterior siguen jugando un papel clave en el gobierno actual: Gerson Martínez en el MOP, Carlos Cáceres en Hacienda, Hato Hasbún como eminencia gris de Casa Presidencial.

A ellos se han unido, a partir de la salida de Funes, más miembros de la cúpula del FMLN: Orestes Ortez en Agricultura; Violeta Menjívar que asume el control total de Salud; Benito Lara en Seguridad. Más otros cuadros partidarios que sistemáticamente sustituyen a amigos de Funes en el gobierno: en Gobernación, la SIGET, los viceministerios en Economía, la CEL, etc.

Y los pocos amigos de Funes que sobreviven, inmediatamente se alinean, como el jefe de ANDA, Hugo Martínez, Carlos Cáceres, Hato Hasbún – y la misma Vanda Pignato.

La primer cosa que hay que resaltar: a 100 días del gobierno Sánchez Cerén ya no queda ningún remanente del poder de Funes. Cero. Si el de Funes ha sido un gobierno donde el control estaba celosamente repartido entre el partido y la gente de Funes, este nuevo es claramente controlado por el partido. Los pocos que no son cuadros del FMLN (Economía, Protección Civil, Educación, Defensa…), tienen poder limitado y aislado y no constituyen ningún contrapeso. A corto plazo, esto quita al gobierno un poco de inercia y paralización, y vuelve más fácil la cooperación interministerial y la planificación general, ya que todo el aparto gubernamental está bajo del control de un solo centro de poder: la cúpula del FMLN.

A pesar de este cambio en la composición del poder, el gobierno opera casi igual. Se ve mucho más continuismo que enfoques nuevos. Tampoco hay mucho más eficiencia ni más integralidad en la definición de políticas públicas. Tal vez el área donde más se puede esperar en este sentido sea Educación, con un ministro conocido por su capacidad intelectual, empuje de renovación y sentido de independencia. Pero sería injusto esperar que Carlos Canjura haya logrado cambiar el rumbo de las políticas educativas en solo 100 días.

¿Qué es diferente, entonces, en este gobierno? Es diferente su estilo. Todo el país siente, con alivio, que han bajado los ataques por parte del gobierno y la misma Casa Presidencial, a opositores, empresarios, periodistas, medios, gremiales, críticos. Hay un discurso menos insultante, menos amenazante, y esto es ganancia. Tiene más que ver con el carácter del presidente y del vicepresidente que con el carácter del partido. El FMLN ha asignado a ambos un papel más conciliador, para que el gobierno no se aísle internacional e internamente. Sin embargo, no hay que hacerse ilusiones: Aunque desde Casa Presidencial emanan claramente menos amenazas directas a la vigencia de la libertad de expresión y el derecho a la crítica que en e tiempos de Funes, el partido no ha desistido de sus planes de modificar el mapa de medios de comunicación, de la misma manera que sigue intentando a debilitar la independencia de la Corte y otras instituciones de control del poder. Pero por razones obvias, nadie va a implementar medidas abiertamente antidemocráticas en los meses que faltan para las elecciones legislativas, que van a redefinir la correlación de fuerzas y los equilibrios del poder.

A los 100 días ya podemos confirmar que estaban equivocados quienes pensaban que el FMLN, una vez en control total del ejecutivo, tuviera la capacidad de generar planes más coherentes para enfrentar los dos problemas principales del país: inseguridad y falta de crecimiento económico. En ambas áreas observamos que el gobierno sigue operando con la misma improvisación que el anterior gobierno, mezclada con disparates como el paquete tributario. Resulta que era paja lo que el FMLN quiso vender, sobre todo a su propia gente: que la incapacidad e incongruencia del gobierno anterior era debido a la falta de control por parte del partido, y a la influencia y corrupción de Funes y sus amigos. Ya 100 días son suficientes para decir: El culpable del mal gobierno anterior fue, en gran parte, el mismo FMLN. Y ahora ya no hay a quien echar la culpa. Bueno, tal vez al ministro de Haciendo, y seguramente por esto lo van a desechar una vez que les hay hecho la ‘reforma fiscal’.  
(El Diario de Hoy)