miércoles, 14 de mayo de 2014

Columna transversal: Hacerse los majes o enfrentar el problema

Arena no puede simplemente desentenderse del problema llamado Paco Flores, como lo intentó Donato Vaquerano cuando dijo: “Nosotros como partido no tenemos nada que ver con este señor.” Casi negó conocerlo. No se vale. Tampoco Arena puede hacer lo contrario: defenderlo. No se puede defender lo indefendible. Incluso si en la corte la acusación de la fiscalía se cae (que es muy probable, porque no logran comprobar el enriquecimiento ilícito) desde el punto de vista político no es defendible que un presidente reciba de otro gobierno cheques a su nombre - a menos que los endose inmediatamente al Ministerio de Hacienda.
La tercera opción es la más incómoda, pero la única decente: enfrentar el problema como parte de su propia historia que hay que discutir, analizar y superar. Igual que Elías Antonio Saca, Francisco Flores no cayó del cielo. Tampoco tomaron el partido por asalto, en una especie de golpe de Estado. Ambos surgieron dentro de la cultura política del partido.

La responsabilidad jurídica sobre los manejos de los cheques chinos es de Flores, no del partido. Si es que se compruebe en corte. Pueden salir otros responsables, igualmente prominentes, en caso que resulta cierto lo que todo el mundo asume: que el dinero no fue para consumo personal de Flores, sino para financiar la campaña presidencial de Tony Saca. En este caso, de repente hay dos ex-presidentes en líos penales...

Pero sea como sea el pleito legal, la responsabilidad ética y política es compartida entre dirigentes corruptos y partido - tanto en el caso de Paco Flores, como de Tony Saca. Ojo: no estoy hablando de casos jurídicos, sino morales. Los que quieren conducir a Arena a un futuro de democracia y transparencia, tienen que hacer un análisis autocrítico para entender y explicar cómo fue posible que sus dos últimos presidentes podían incurrir en actos de corrupción, por los cuales uno (Saca) fue expulsado del partido y el otro (Flores) enfrenta la justicia y también el Tribunal Ético del partido.

Tienen que analizar cómo es posible que en ninguno de los dos casos el partido tomó acción a tiempo, aclarando las irregularidades, haciendo justicia y protegiendo su credibilidad e integridad. En el caso de Saca, Arena no lo expulsó cuando como partido se dio cuenta de la corrupción sino hasta cuando ya les había hecho perder la elección presidencial del 2009 y estaba al punto de hacer un pacto de impunidad con el nuevo gobierno y el FMLN ofreciéndole el control de la Corte Suprema.

Y en el caso de Flores, el partido tampoco tomó acción disciplinaria y ética a tiempo, sino cuando ya no le quedó otra porque la fiscalía ya estaba armando el caso, y el partido, por culpa de Flores, estaba perdiendo las elecciones presidenciales del 2014 contra el candidato débil que prometió dar continuidad al peor gobierno de la posguerra.

En ambos casos, la “investigación” interna nunca abarcó la pregunta del millón: ¿Qué está mal en Arena para que sus máximos dirigentes no solo salen señalados de corrupción, sino además hacen perder elecciones que de otra manera eran difíciles de no ganar?

Tal vez, si Arena hubiera tenido el valor de enfrentarse a esta pregunta, hubiera encontrado respuestas también a otras preguntas, por ejemplo ¿Por qué a Arena le salieron tantos diputados que se dejaron comprar por el bloque gubernamental? ¿Por qué tan pocos de las mejores mentes del país están dispuestos a usar Arena como vehículo de incursionar la política – a pesar de que no hay otro vehículo? Con el resultado que no se meten y dejan la cosa pública a la misma clase política que detestan...

Por ejemplo: no es que el hombre del maletín negro haya hecho sus primeras apariciones cuando Tony Saca, ya fuera del partido, comenzó a encantar a diputados de Arena para que abandonaran su partido. La práctica de compra de voluntades, de diputados y de partidos enteros, nació mucho antes, en el seno de Arena. Y tampoco todos los hombres con maletines negros se fueron con los Saca y Gallegos dejando limpio a Arena. Algunos se quedaron adentro de Arena, hasta la fecha.

Ahora Arena tiene que construir una mayoría opositora para defender la institucionalidad democrática contra tendencias autoritarias y corruptas que se han unido para consolidar su influencia en el ejecutivo y en el parlamento, en la Corte de Cuentas y el Tribunal Electoral, y que llevan ganas de hacerse del control de la Corte Suprema y de la fiscalía. En esta tarea histórica Arena fracasará si sigue usando los viejos métodos, que han metido en aprietos a Saca y Flores – y al partido. Para defender las libertades y la democracia, Arena tiene que aprender a construir alianzas con métodos democráticos: apertura, debate, transparencia.

De paso sea dicho: El FMLN enfrenta un dilema parecido. Tiene tres opciones: se desmarca de los manejos financieros-políticos de Funes y su grupo (Herbert Saca, Mecafé, y la gente alrededor de CEL), investigándolos; o tratan de hacerse los majes, así como fue tradición en Arena; o las adoptan para sus propios beneficios.
(El Diario de Hoy)