jueves, 4 de julio de 2013

El bravucón de la red

Paolo, ¿Por qué darme un tiempo para escribirte? La respuesta es simple: nadie te ha puesto un alto  por la errónea idea de que cuestionarte afecta tu libertinaje de opinión  en el cual te escudas para ofender a otros;  tu constante prepotencia hacia distintos figuras públicas y sectores de la sociedad ha llegado a un límite de irrespeto que, en lo personal, me incomoda, y siendo un ciudadano que forma parte de nuestra sociedad, considero que hay que responderte de la misma forma.
No te has dado cuenta que la mayoría de la población conoce ya tu verdaderas intenciones no como un supuesto periodista, sino como un propagandista y escritor de panfletos de odio.  Tus columnas en vez de fomentar la crítica constructiva para nuestra democracia son un instrumento de deslegitimación de esta.
La llevas a un nivel “bajero” digno del pasado antidemocrático y del chambre barato. Tu constante accionar ha puesto a la política en un nivel de miedo con tus amenazantes cartitas; pero todo lo malo se acaba, siempre hasta el bravucón más fuerte acostumbrado al “bullying” recibe una buena lección de sus víctimas y detractores. 
Has perdido el toque o la gente está despertando sobre tu capacidad de manipular la realidad en tu beneficio particular y de un pequeño grupito que te patrocina. 
Escudado en la libertad de expresión escribes análisis monótonos de tus realidades, pinceladas desordenadas sobre El Salvador, un insulto para  nuestra sociedad que busca nuevas respuestas y no soluciones añejas.
Tu últimas cartas, una  sobre tu viaje de placer a Oslo para defender un proceso de paz con los mareros que solo existe en tu imaginación. Esto muestra lo alejado que estás de la verdadera población afectada por el flagelo de la delincuencia pandilleril.  Me suena a una especie de mal sana obsesión de tipo psiquiátrico  o  un sentimiento de éxito que nunca habrías logrado en tu tierra natal. 
Paolo, hablas con jesuitas muy al estilo de Coelho en tu viaje a Noruega, para poner en boca de personajes imaginarios tus ideales privados sobre el bien común. Tus amigos no te cuestionan tu tan cercana amistad con mareros, debería darte un buen jalón de orejas al ir en contra del nuevo slogan de campaña de tu candidato… ¿puede haber tanto caos en un grupo político?
La otra carta dictando consejitos para los planes de gobierno a los candidatos, sabiendo tu cero credibilidad como analista pues en tu mismo libro se lee el grupo editorial que, estoy seguro, te dictaron desde la introducción  al epílogo de ese folleto de bajezas.
Ahora te leo y pienso que la vejez no tiene nada que ver con la prepotencia, eso viene en la mala actitud que siempre has tenido desde la barra del bar de La Ventana. No te bastó poner el grito en el cielo cuando se aplicó la ley seca. Hiciste todo el “lobby” posible para pasar por encima de esa medida y salirte con la tuya. Esa vez no lo lograste, posiblemente porque no tenías los conectes de ahora.
Paolo, tu iniciaste un estilo de odio en tus ofensivas cartas publicadas para asustar y dañar, pues ahorita, considero que se te debe responder para que la gente pueda leer y saber lo equivocado que estás al vender gato por liebre semanalmente.