sábado, 6 de octubre de 2012

Columna transversal: ¿Cómo convertir un monólogo en diálogo?

Ya tenemos seis meses de leer en estas páginas de opinión, semana por semana, un extraño monólogo (ni siquiera en entregas, sino en repeticiones) del señor Carlos Ponce. Su tema invariable: el peligro en que está cayendo el país a raíz de la tregua entre las pandillas y la decisión del Gobierno de facilitar su puesta en marcha y su consolidación.

Me esforcé una vez, también en estas páginas, para contestarle y explicarle que esta tregua está abriendo una oportunidad histórica para el país, que --manejada bien por el Gobierno, los partidos, los empresarios y la sociedad civil-- puede ponernos en el camino de resolver el problema endémico de la violencia pandilleril, y al mismo tiempo sus causas sociales. Pero no puedo contestarle cada semana. Tampoco hay que usar estas páginas para aburrir. Mi experiencia me indica que es inútil e imposible convertir un monólogo como el de Carlos Ponce en un diálogo o en un debate que resulte en aprendizaje o en alternativas de solución. Así que decidí mejor dejarlo hablar solo. Me encanta el debate, pero no el diálogo de sordos.

A pesar de todo lo dicho, la última columna titulada "El candidato de la nueva era de criminalidad", de Carlos Ponce, publicada el miércoles pasado, sí requiere de una respuesta clara. De repetir por décima vez que la tregua es el primer paso de las pandillas en su mutación de organizaciones más sofisticadas del crimen organizado, y de denunciar como negligente al Gobierno de permitir esta mutación, Carlos Ponce ahora pasó a la acusación abierta: Hoy resulta que todos los que están en favor de ir abriendo espacios para que las pandillas y su entorno social puedan efectivamente insertarse a la sociedad (a su marco legal y su aparato productivo, convirtiéndose al final de este proceso en organizaciones no delictivas), son cómplices y socios en la gestación de una nueva forma de crimen organizado, donde conspiran y se combinan intereses políticos-partidarios con intenciones criminales.

La lista de sospechosos es larga: las pandillas, por supuesto; la Iglesia Católica, que promueve el diálogo con los pandilleros; el ministro de Seguridad, que facilita condiciones favorables para el sostenimiento de la tregua; los periodistas y analistas que tratamos de crear una opinión pública que comprenda la oportunidad que se abre para superar la exclusión y reinsertar a los pandilleros; los empresarios, que se atreven a ofrecer oportunidades productivas a los pandilleros y sus familias, y de paso, por supuesto, el sospechoso de siempre, el FMLN, que según Ponce trataría a ganar las elecciones con el apoyo de las maras...

Y a la cabeza de toda esta conspiración nuestro criminalista Ponce detecta "el candidato de la nueva era de la criminalidad", David Munguía Payés.

Bueno, algo de culpa tendrá don David para que alguna mente enferma pudo llegar a semejante teoría de conspiración. En privado y en público le he señalado que, si realmente quiere lograr que el proceso que inició con un acuerdo de tregua entre dos pandillas criminales se convierta en la construcción de la paz, él tendría que renunciar a cualquier aspiración electoral. También he señalado en varias ocasiones que nadie debería tratar de instrumentalizar el tema de la tregua para fines electorales, partidarios y políticos: ni el presidente, ni el ministro, ni el FMLN, ni ARENA. Y hasta la fecha, con excepción de algunos discursos del presidente Funes, nadie lo ha hecho. Pero Munguía Payés, hasta la fecha, no ha cortado en seco todas las especulaciones sobre eventuales candidaturas. Tampoco es así, como confabula Ponce que las está buscando. De todos modos no hay nada que buscar: A la par de Sánchez Cerén (o de Saca) don David se vería igual de fuera de lugar que yo como secretario de prensa de Funes.

Carlos Ponce pinta para el 2014 "un escenario en el que los políticos buscarán a las organizaciones criminales y les prometerán beneficios, protección y concesiones futuras, a cambio de que ayuden a capturar votos y que, mediante su particular forma de operar, se aseguren que los simpatizantes de partidos rivales no emitan el sufragio el día de las elecciones". Lo que no cuenta Ponce, aunque debe saberlo muy bien, es que esto es precisamente lo que pasó, lamentablemente, en el pasado. Los pandilleros tienen amplios testimonios de cómo emisarios prominentes tanto del FMLN como de la ARENA de Tony Saca los buscaron para ofrecerles este tipo de trueques: dinero y beneficios carcelarios por votos y grupos de choque para las campañas. Y el problema de la violencia del país, en estas negociaciones, nunca se tocó.

Aunque Carlos Ponce nunca lo va a reconocer: El actual proceso de diálogo, a diferencia de los acercamientos oportunistas y corruptos en el pasado, es exitoso y sostenible porque esta vez nadie ha ni prometido ni canjeado nada. Y no son serán las confabulaciones de un "criminalista científico" frustrado y resentido que van a hacernos regresar a la escalada de violencia que él necesita para desplegar su "experticia".
(El Diario de Hoy)