sábado, 19 de mayo de 2012

Columna transversal: ¿Choque de poderes o choque de visiones?

Dentro del actual debate sobre el conflicto entre la Asamblea Legislativa y la Sala de lo Constitucional aparecen algunos conceptos que todo el mundo repite con frecuencia sin pensar mucho sobre su validez. Empezando con el primero: hablando de este enfrentamiento no debería hablar de ‘la Asamblea’, sino de los diputados de FMLN-Gana-CN-PES. El tamal tóxico que se cocinó en las últimas sesiones de la Asamblea anterior, fue hecho por estos partidos, que en aquel entonces controlaban 65 votos. Y el comunicado de la nueva Asamblea publicado este viernes, retando y amenazando nuevamente a la Sala, fue aprobado por 50 de los 84 diputados. Las aberraciones hay que señalarlos con los nombres de los individuos y partidos  que las cometen.

Esto nos lleva al segundo concepto erróneo que muchos repiten sin mucha reflexión: ‘la partidocracia’ como responsable de deterioro de la institucionalidad republicana que el país sufre. No voy a decir que no existe tal fenómeno. Pero el actual enfrentamiento no es entre ‘la partidocracia’ y la democracia, sino entre dos visiones opuestas que batallan sobre el futuro del país: una que necesita debilitar y desmontar la institucionalidad democrática, sobre todo las instituciones que garantizan el equilibro de poderes y control del poder. Por esto los ataques a la Sala de lo Constitucional, pero también la negativa de liberar a la Corte de Cuentas, la Fiscalía General y el Tribunal Supremo Electoral del control los partidos de la coalición  gobernante. Un problema es que estas instituciones no tengan independencia de ‘los partidos’, otro mucho más grave es que sean dominados por los partidos de la coalición gobernante...

La otra visión opuesta es la que comienza a dar la batalla para preservar y fortalecer el sistema republicano de la división de poderes, del equilibro, de la transparencia y la rendición de cuentas. Por esto los crecientes movimientos entre ciudadanos, jóvenes, profesionales, empresarios y sindicalistas para defender la independencia de la Sala de lo Constitucional y para que entre en vigencia con todo su rigor la Ley de Transparencia.

Lo que parece a primera vista un choque entre dos poderes del Estado, entre Asamblea y Corte Suprema, en realidad es un fenómeno mucho más complejo: ambas visiones -la de defensa de la democracia republicana y la contraria que busca un modelo autoritario sin controles democráticos-  existen en el seno tanto de la Asamblea como de la Corte Suprema de Justicia. Me atrevo a decir que incluso dentro del poder ejecutivo. Y por supuesto dentro de la sociedad civil y todos sus sectores, y también dentro de los partidos políticos, en ARENA de manera más visible y articulado, incluso dentro de la dirección; y en el Frente de manera escondida y muy cuidadosa y sin ninguna presencia en la dirección.

La visión antidemocrática tiene su centro de gravedad en la actual dirigencia del FMLN. Esto no es nada nuevo, pero la situación cambió en el 2009. Ni tanto por la llegada al gobierno del Frente, sino más bien por la división de la derecha. Hasta el 2009 la visión autoritaria no constituía un peligro real para la democracia, porque estaba profundamente dividida entre los populistas de izquierda y los populistas de derecha. Pero a partir del 2009, los exponentes de la visión autoritaria y corrupta de la derecha se desprendieron de ARENA: los dos polos del autoritarismo y del menosprecio a la institucionalidad democrática hicieron alianza y comenzaron a conspirar juntos contra el sistema de independencia de los poderes. Ahí comienza el verdadero problema.

 
La otra corriente en nuestra sociedad, la visión democrática y republicana, no tiene centro de gravedad, lo que podría ser una debilidad. Pero es compensada por una gran ventaja: su amplitud, su pluralidad y su carácter ciudadano. Esta visión es compartida por sectores sindicales y gremios empresariales, por gente de izquierda y de derecha. En esta situación le tocaría a ARENA, aunque como partido todavía no lo entiende ni mucho menos lo asume, convertirse en el referente partidario de esta visión democrática y de la defensa de la institucionalidad que emana de la Constitución. No en el sentido que trate de capitalizar y reclutar a toda la gama de ciudadanos comprometidos con esta visión. Dios guarde. Pero sí en el sentido de darles voz en la Asamblea.

Si todos enfocan sólo en el supuesto choque entre poderes del Estado (entre Asamblea y Corte)  y en ‘la partidocracia’, quedan invisibles los verdaderos peligros: la unión fatal entre la izquierda autoritario dirigida por la cúpula del FMLN con la derecha autoritaria y corrupta dirigida por Tony y Herbert Saca, Guillermo Gallegos y Chico Merino. Y los problemas que todavía tiene ARENA a redefinirse alrededor de la defensa del sistema republicano de instituciones independientes y fuertes que se hacen equilibro mutuamente.
(El Diario de Hoy)