jueves, 5 de abril de 2012

Columna transversal: Alarma desactivada

Como el tema que voy a tratar es una especie de campo minado, voy a definir bien adónde estoy parado. Cualquier amenaza contra la vida, la integridad física de periodistas y su derecho de hacer su trabajo es un atentado contra la libertad de expresión y su hermana gemela, el libre ejercicio de nuestra profesión periodística. Hay que confrontar esta amenaza, independientemente del grado de coincidencia o contradicción política o profesional con el colega amenazado. Punto.

Vaya, habiendo dicho esto, entremos al campo minado.

El día viernes 16 de marzo asistí a un desayuno que el ministro de Justicia y Seguridad, David Munguía Payés, había convocado con directores de medios y editores para reaccionar a notas publicadas por El Faro y El Diario de Hoy, sobre el traslado de 30 cabecillas de pandillas del penal de máxima seguridad de Zacatecoluca a cárceles de menor aislamiento. El Faro además había informado que detrás de este traslado existía una negociación del Gobierno con las dos pandillas, en la cual ellas se comprometían a bajar la tasa de homicidios y el Gobierno a pagar dinero a las familias de los cabecillas.

En esta reunión el ministro hizo un comentario poco feliz y aclaró que esta información, según él falsa, podía causar violencia dentro de las pandillas y también poner en riesgo al mismo Faro y sus periodistas. Digo poco feliz porque lo correcto hubiera sido informar de esta preocupación directamente a El Faro en vez de mencionarla en una reunión, a la cual además había decidido no invitar a este medio.

Y poco claro porque no explicó si lo del potencial riesgo para los colegas era una deducción de él o si había indicios concretos para su existencia.

Al regresar de esta reunión, decidí hacer llegar al ministro, de manera privada, mi observación sobre el mal manejo que había dado a esta problemática. No sólo la relacionada con El Faro, sino de todo este tema de los traslados y de la baja de la tasa de homicidios. Para hacerle llegar este mensaje al ministro, decidí hablar a un amigo común: Raúl Mijango. En este momento no tenia la más mínima idea que Mijango estaba metido en esta historia, sólo sabía que es amigo cercano de David Munguía Payés. Le hablé por teléfono y le digo: "Tu amigo la está cagando..."

Horas después estamos sentados juntos en La Ventana y me dice: Ya hablé con David y hemos decidido que mejor te contamos toda la historia, con una condición: No la puedes difundir hasta el miércoles de la semana que viene. Júrame esto, porque si sale antes, nos cagamos en todo el proceso...
¿Cuál proceso?, le pregunto. Y Raúl me dice: "Es que es paja lo que dice El Faro: no hay negociación entre el Gobierno y las pandillas. Lo que sí hay es una negociación entre las pandillas de cesar la guerra entre ellos, y yo soy, junto a monseñor Colindres, el negociador...

Y me cuenta toda la historia, del inicio al fin, que el país conocerá en los días siguientes y que está resumida en la excelente entrevista a Raúl Mijango, que El Faro publicará el lunes 2 de abril.
Al terminar la historia, le digo a Raúl: Ok, entiendo que esto no se puede difundir antes de que ustedes tengan luz verde desde adentro de las cárceles. Hay que hacerlo luego de que monseñor y vos lo revelen, pero para verificar todo esto, yo necesito hablar con los líderes de las pandillas en Ciudad Barrios y Cojutepeque. Y así se hizo. Era la única forma de difundir el comunicado de la pandillas: confrontarlo con los autores.

Pero regresemos a aquel día viernes 16 de marzo, cuando 25 periodistas de alto nivel tuvieron enfrente al ministro de Justicia y Seguridad... y no le creyeron nada, porque era obvio que algo importante estaba pasando, pero que el Gobierno no quería divulgar.

Pocas horas después de este desayuno, en el cual el manejo informativo del ministro dejó mucho qué desear, Carlos Dada publicó un mensaje en twitter: "En reunión con jefes de medios a la que no invitó a El Faro, el Gral. Payés dijo que le preocupaba la seguridad de El Faro y recordó a Poveda".

Quien haya sido el colega que informó a Carlos Dada de esta manera, lo hizo con intención de echarle leña al fuego del ya planteado conflicto entre El Faro y el ministro. Porque simplemente no fue esto lo que David Munguía Payés dijo, y de esto hay 25 testigos, entre ellos los directores de varios medios de comunicación.

Por esto, al sólo ver el tweet de Dada y su eco inmediato en el mundo digital, inmediatamente le contesté, también en twitter: "@CarlosDada Estás mal informado. No lo dijo así. Eran dos contextos diferentes. Pregunte a Nacho u otros que estuvieron".

Porque el ministro había hablado de El Faro en la forma que arriba mencioné, y media hora después, en un contexto totalmente diferente que nada tuvo qué ver con El Faro, mencionó el asesinato de Poveda. Si el ministro hubiera dado un mensaje como el referido en el tweet de Carlos Dada, yo me hubiera levantado en protesta y salido de la sala. Porque el periodista Christián Poveda fue asesinado por pandilleros de la 18. Y esto no permite comentarios ligeros. Sólo que nadie hizo semejante comentario...

Me imagino que Carlos Dada nunca consultó con Nacho Castillo y nadie de mis colegas le contó el contexto de la palabras de Munguía Payés, así que esta supuesta amenaza del ministro al periodista, que todo el mundo lo entendía como "¡Cuidadito, no te olvidés de Poveda!", continuó corriendo por el mundo, en una carta de Carlos Dada, y luego en docenas de declaraciones de solidaridad con El Faro...
Al llegar al penal de Ciudad Barrios (y luego al penal de Cojutepeque) y sentarme enfrente de pandilleros para entrevistarlos sobre el comunicado conjunto de ambas pandillas rivales, les dije: "Como periodista no puedo tranquilamente entrevistarlos a ustedes, mientras haya duda si por parte de ustedes existen amenazas contra el Faro, contra Carlos Dada o contra cualquiera que en el debate público diga cosas que a ustedes no les gusta. ¿Existen amenazas de este tipo u órdenes de atentar contra periodistas, sí o no?"

Si los voceros tanto de la MS como de la 18 no me hubieran correspondido con un claro "No", y si no lo hubieran hecho de manera que yo les podía creer: sin vacilar y mirándome en los ojos, yo no hubiera publicado ni una palabra de las entrevistas realizadas con ellos. Es una cuestión de principios: Bajo amenazas, no puede haber entrevistas.


Y así salió esta historia el día siguiente en El Diario de Hoy: Se confirma que el comunicado es auténtico; los pandilleros asumen su autoría y su voluntad de seguir un proceso de desmontaje de la violencia. Además afirman que por parte de las dos pandillas no existen ni existirán amenazas contra periodistas. Eso sí: piden a nosotros, los periodistas, responsabilidad y profesionalidad frente a un tema tan delicado como el intento de las dos pandillas de ponerse de acuerdo sobre el cese de la guerra entre ellas. Como ellos me dijeron: "En el mundo nuestro, mentiras matan".

Tengo entendido que así también "El Diablo", de la MS, se lo dijo a José Luis Sanz, cuando cubrió para El Faro la misa del Nuncio Apostólico en el penal de Ciudad Barrios. Qué bueno que podemos desactivar la alarma, olvidarnos de amenazas, y todos regresar, con más tranquilidad, a nuestro trabajo.
(El Diario de Hoy)