martes, 3 de abril de 2012

Carta a los cabecillas de las pandillas

Realmente no sé cómo dirigirme a ustedes: ‘amigos’ no son, tampoco sé si ‘estimados’ es lo adecuado, ‘señores’ sueña raro, y ‘chavos’ como si quiero quedar bien ustedes...

Entonces, así no más, sin formalidades.

Con varios de ustedes he estado en Ciudad Barrios y Cojutepeque respectivamente, mirándoles en los ojos, y una de las cosas que me ha impactado es que nadie de ustedes me ha quitado la vista ni un segundo.

Fui para comprobar si el comunicado conjunto de las dos pandillas, que anunciaba que querían ser parte de la solución de violencia que tiene patas arriba al país, era auténtico. Ustedes me miraron en los ojos y dijeron que sí, que van en serio...

Fui para saber si además de suspender la guerra entre pandillas ustedes estaban pensando en dar pasos para disminuir la violencia que sufren las comunidades. Ustedes me miraron en los ojos y dijeron que de esto se trataba...

Fui para preguntarles si tenían algún mensaje a los familiares de las víctimas de la violencia le las pandillas. Ustedes me miraron en los ojos y sin vacilar dijeron: Les pedimos perdón. No podemos revivir a nadie, pero podemos evitar que sigan muriendo...

Fui para preguntares si ustedes estaban amenazando a periodistas que escribían cosas que ustedes sintieron fueron mentiras sobre supuestas negociaciones suyas con el gobierno. Me miraron en los ojos y dijeron que dos veces no. Que no había negociación con el gobierno. Y que no había amenazas.

Muchos no les creen nada de esto. Y se entiende. No son precisamente la gente que inspiran confianza. Yo también soy escéptico si todo esto va a funcionar. Pero por lo menos me convencí que ustedes están seriamente buscando una solución. Si la van a encontrar, y si va a funcionar, ¿quién sabe? Depende en parte de las respuestas que les da la sociedad. Por esto es importante escribir sobre este tema y obligar a toda la sociedad que reflexione bien antes de tomar una postura.


Si este experimento de querer reducir la violencia fracasa, que por lo menos no sería porque nadie estaba dispuesto a repensar sus prejuicios.

Yo les dije en los penales que he escrito columnas y cartas bien agresivas contra ustedes. Algunas que tengo que repensar, otras que sostengo. Yo acepto el reto que ustedes nos lanzan de volver a reflexionar con la menta abierta.

Así como hablamos en la cárcel, frente a frente y mirándonos en los ojos, les digo: No nos defrauden. Como ustedes dijeron: Mentiras matan.

Saludos, Paolo Lüers
(Más!/EDH)