sábado, 25 de junio de 2011

Carta al canciller de la República Hugo Martínez

Estimado Hugo:

¿Cómo te sientes cuando sos ministro y el presidente te obliga a sustituir de una Comisión Consultiva a un hombre que aparte de ser el experto jurídico idóneo para el cargo ha sido tu amigo y mentor durante años?

Cumpliste la orden presidencial y despediste a tu amigo Fabio Castillo, aunque no tenías porqué hacerlo: esta orden no tuvo fundamento jurídico, mucho menos moral. El presidente lo mandó a purgar “por falta de confianza”. Pero el doctor Castillo no estaba en un cargo de confianza del presidente. Lo había nombrado el presidente Calderón Sol, precisamente por ser “de confianza” del partido FMLN, no del presidente. Lo había nombrado para que la Comisión Consultiva de Cancillería sea plural, para que critique y corrija al gobierno.

El actual presidente no entiende estas cosas, ya lo sabemos. Pero tú, Hugo, sí las entiendes. Has estado junto a don Fabio en esta misma Comisión Consultiva. ¿Apenas fuiste hombre “de confianza” de los presidentes Paco Flores y Tony Saca?

¿Todavía piensas que puedes ser presidente de la República? Si es así, en vez de despedir a Fabio Castillo, hubieras tenido que renunciar, para mostrar que sos hombre de principios y carácter. Después de la experiencia actual, el país no va a tolerar otro hombre que se olvide de sus amigos al sólo llegar a Casa Presidencial...

La gente no te va a perdonar que sacrificaste a tu mejor amigo, a tu mentor, sólo para quedarte bien con el presidente – o para quedarte con el cargo, los viajes, los fondos de representación....

Para mi -y para muchos- has sido uno de los pocos ministros decentes de este gobierno. Manejaste bien las relaciones exteriores, con pragmatismo y credibilidad. Si quieres construir sobre este capital político, no te queda otra que renunciar.

Si quieres llegar a presidente, tienes que estar dispuesto a correr riesgos. ¿Estás
dispuesto a competir sin ministerio, sin aval presidencial, pero fiel a tus amigos? Si no, no vales la pena.

Saludos, Paolo Lüers

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