sábado, 30 de abril de 2011

Carta al subsecretario de transparencia de la Presidencia

Estimado Marcos Rodríguez:

Sos el encargado de transparencia de este gobierno. El presidente se consiguió para este cargo nada menos al representante en El Salvador de la prestigiosa organización Transparencia Internacional, que promueve en todo el mundo el combate contra la corrupción.

Tu colega en Casa Presidencial, el secretario de comunicaciones, nuestro amigo común David Rivas, obviamente no pudo aclarar las dudas que el país tiene sobre el avión privado que usó el presidente para llevar a su familia a Disneylandia. David no pudo aclarar quién pagó por este viaje, que los expertos calculan que costó entre 80 y 150 mil dólares. No pudo, porque está demasiado cercano al presidente, es el encargado de cuidar su imagen.

Este viaje lo debería aclarar el mismo presidente. Pero como prefiere mantener el silencio y mandó al pobre David Rivas a hablar a los medios para explicar lo inexplicable, te toca a vos. Evidentemente es un asunto de transparencia. Mas bien de la falta de transparencia. Así que ¡haga transparencia! ¡Haga tu trabajo!

Es tu oportunidad a mostrarnos que el hombre que Transparencia Internacional escogió como representante en El Salvador, es un hombre honesto y no perdió sus principios cuando aceptó un cargo en Casa Presidencial.

Te voy a ayudar. Sólo hay tres formas en que el presidente puede haber hecho uso de un jet privado para un viaje privado. 1) El Estado pagó por el alquiler del jet. Entonces, habría que explicar a los ciudadanos porqué tienen que pagar por los lujos de la familia del presidente...

2) El presidente, a título personal y de su bolsillo, pagó el flete del avión. Entonces, el mandatario (o en su defecto, su secretario de transparencia) tendrá que explicar cómo es que el presidente dispone de este tipo de fondos personales, cuando no tiene patrimonio ni salario que lo justifique.

3) Un ‘empresario amigo’ le regaló al presidente y su familia este viaje, proporcionándoles el avión, asumiendo los costos. Ojo: esto sería lo mismo que dar al presidente un cheque o un maletín con efectivo para que pague el flete de un avión privado para ir a Disneylandia... En este caso, lo que tendrás que explicar es aún mucho más yuca: ¿De quién y a cambio de qué nuestro presidente acepta regalos personales tan cuantiosos?

Esperando tus explicaciones, Paolo Lüers

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